Capítulo 22.

8.2K 553 60
                                    

Un ruido estrepitoso, es causante de abandonar mi hermoso y plácido sueño, me quedo cómo idiota, esperando qué ese ruido deje de sonar, pero cuándo guarda silencio, esa tranquilidad desaparece segundos después, porqué vuelve a sonar.

Muy a mi pesar abro los ojos, me concentro en el ruido buscando de donde proviene. Estoy tan adormilada, qué ni si quiera captó qué es el timbre de mi celular.

—¿Podrías contestar ya? —Me pide Aaron, mientras el mismo me tiende el aparato.

—¿Si? —Contesto, mientras qué un bostezo involuntario se escapa de mi boca.

—Con qué la niña tiene sueño, eh —Me reprochan con indignación —¡¿Dónde diablos estás?!

Observo la puerta qué probablemente sea un armario, desde la cómoda cama donde estoy. Mi cerebro aún no despierta del todo, ocasionando qué no comprenda lo qué está pasando.

—¿Quién habla?

—¡NO SEAS ESTÚPIDA! —Me gritan tan fuerte, qué logró tener un poco más de sentido —Deja tus malditas bromas, y dime dónde demonios estás, ¡Tuviste qué haber llegado hace más de cuatro horas!

Mi cerebro por fin se despierta y empiezo a ser consiente de lo qué está pasando —¿Qué hora es? —Le preguntó a mi amigo.

—¡Casi las ocho de la mañana! —Chilla con enojo —Última vez qué te lo pregunto, ¡¿Dónde carajos estás?!... ¿E-estas con Aaron? —Pregunta crédulo.

Pff, ¿Qué? Para nada...

—No te creo nada, es obvio qué estás con él, al menos espero haya terminado con la sequía, qué tenías ahí abajo.

—¡Alex! —Exclamó avergonzada.

—Diablos, ya necesitabas eso, tu humor era cada vez peor —Gruño y el ríe —Paloma esta dormida, no creo qué despierte hasta dentro de un buen rato, no se dará cuenta de tu desaparición. Adiós, pequeña, tú sigue peleando con ese tigre, grr.

Y cuelga la llamada.

—¿Así qué termine con la sequía? —Me preguntan a mis espaldas. Y rápidamente siento mis mejillas arder.

—¿Qué-e?

Suelta una sonora carcajada —A la próxima asegúrate de no activar el altavoz.

Madre mía.

Me quedó estática en mi lugar, cubriéndome todo lo qué puedo con la sabana. El brazo de Aaron se enrosca en mis hombros y jala hacía atrás, logrando qué nuevamente me recueste en la cama.

Lo primero qué veo, es la cara de Aaron, con los ojos un poco rojizos, el cabello alborotado, y una sonrisa que abarca todo su rostro.

—¿No crees qué sería buena idea hacer lo qué dijo tu amigo?

Frunzo el ceño —¿Qué cosa?

—Que pelees con el tigre —Me responde con coquetería. La sangre vuelve acumularse en mis mejillas. Ríe y niega con la cabeza —¿Sabes qué es lo más raro? Qué el tigre se sometió ante tal terneza —Chasquea la lengua —Ariana, dime algo... ¿Porqué te acompleja tanto tu cuerpo?

Junto los labios —¿Qué no es obvio? —Le preguntó esquivando su mirada.

No, al menos no para mí —Me contesta cómo si realmente no supiera de qué estoy hablando.

Los hombres buscan la perfección, y yo estoy lejos de tenerla...

—¿De qué estás hablando? —Interpela, asombrado —Tú, cuerpo no tiene absolutamente nada qué este mal.

Te odio, mi amor.Where stories live. Discover now