Capítulo 40.

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Mis nervios se disparan de inmediato, y mis latidos se aceleran.

Es sorprendente como en un minuto tu buen humor se puede ir por un tubo.

Rápidamente alejo mi mirada de él. Si lo sigo viendo, puede que salte encima de él y besarlo, golpearlo o ponerme a llorar.

Sinceramente no se que sería peor.

Alejo, Alex, y Celina, tienen su mirada fija en mí, esperando que empiece un drama épico.

Los demás no tienen idea de que sucede, pero hasta un niño podría sentir la incomodidad del momento.

---Hermano, ¿Qué haces aquí? ---Le pregunta Alejo, terminando con el silencio.

Aaron suelta una risa suave, y sujeta una silla de la mesa continúa.

Disimuladamente la interpone entre Alan y yo. Obligando a todos a separar las sillas.

Y para esté momento ni siquiera sé como diablos respirar adecuadamente.

¿Qué alguien me diga que rayos hace aquí?

No se que hacer, ni que decir.

Dos meseros llegan con nuestra orden. Varios platillos, y una cubeta con doce cervezas.

Sin pensarlo tomó una, y le doy un gran sorbo.

---Tranquila, nena. Tenemos toda la noche ---Celina se atraganta con su primer bocado y empieza a toser escandalosamente.

No lo mires. No lo mires.

Vuelvo a tomar, y en tres tragos me he acabado una cerveza.

Aaron pide la cartilla a un mesero, como si fuera el maldito invitado de honor.

Todos tienen una cerveza ya, creo que Alex ya lleva dos. Está igual o más preocupado que yo.

---Bueno, ¿Y quién eres tú? ---Le cuestiona Omar, amablemente. Haciendo un inútil intento de rescatar la noche.

Aaron chasquea la lengua desaprobatoriamente ---¿No les haz hablado de mí, nena? ---Aprieto con más fuerza la cerveza, y me tomo la mitad de una sola vez, ignorandolo. ---Soy Aaron Gamez ---Vuelve hablar Aaron.

Asiente educadamente, al parecer no sabe que está frente al probablemente hombre más rico de todo México.

Se acerca nuevamente un mesero con el pedido de Aaron. Y una copa más, que según yo, el inepto de a lado no pidió.

Se acerca a mí y me tiende la bebida ---Disculpe, señorita, el joven de allá le envía está bebida y le súplica que por favor la acepte.

---Claro que no lo va aceptar, puedes llevartela ---Interfiere Aaron.

Todos sueltan un jadeo, por su atrevimiento. Y eso simplemente me hace enfurecer. Le sonrió al pobre mesero que no sabe que hacer ---Si, la quiero. Dile al joven que estoy encantada por el detalle.

Él sonríe complacido y Alex está ya sin aliento por tantas emociones fuertes.

Empiezo a comer de mi plato, fingiendo estar encantada. Todos me imitan.

Esto ya repasa la incomodad. Todos callados, sin decir absolutamente nada. Y yo ya voy para mi cuarta cerveza. Así que pido más.

Aaron no ha despegado la mirada de mí, en ningún momento, pero aun así me rehusó a regresarle la mirada.

---Ustedes son novios ¿U algo así? ---Nos pregunta Casandra la novia de Omar.

No había pronunciado palabra en toda la noche y sólo hablo para eso.

---Aún no, pero tengo planeado serlo.

Que no te afecte, que no te afecte.

Sonrió, mientras niego con la cabeza ---No, no es mi novio, ni lo será nunca, no soy de la que da segundas oportunidades.

Alan suelta una risa, y se calla de inmediato al notar lo inoportuno que sonó. 

El mesero llega para retirarnos los platos desocupados y cervezas. Incluso una botella de tequila.

Empiezo a tomar como loca, después de varias cervezas más y un par de shots. Se podría decir que ya estoy borracha, pero no lo suficiente para que se me olvide la presencia de Aarón.

Así que bebo más.

Estoy completamente distraída de la hora. Pero supongo que ya pasa de media noche. Hace un rato que Celina y su novio se han ido. También Alan. Que aburridos.

Acabo de ver en celular de... no sé quién. Que ya son las 3 de la mañana. Ahora sí puedo afirmar que todos estamos completamente borrachos.

Casi somos las únicas personas en el bar, y aún no tenemos planeado irnos a ningún lado. Nuestras escandalosas carcajadas es lo único que se escucha en el lugar y ya ni siquiera recuerdo porque empezamos a reír, pero todo es desagradablemente divertido.

Voy al bañoo —Aviso a los presentes, mientras me levanto de la mesa.

Narra Aarón.

Observo cómo Ariana se tambalea mientras se levanta, en cuanto me di cuenta la descontrolada manera en la que estaba bebiendo, preferí dejar de tomar. Alguien la tiene que cuidar y todos están igual o peor que ella.

Me levanto junto con ella, admirando sus la tentación que tiene como piernas. La sujeto de la cintura, cuando me percato que a cada paso que da, sus pies se doblan gracias a los tacones que trae. 

Todos los empleados están alejados del sanitario, así que aprovecho para entrar con ella. Está vacío. Abro uno de los cubículos, se aleja bruscamente de mí, y choca contra una de las paredes —Vete, voy hacer pis —Dice.

Aún en contra de mi voluntad, cierro la puerta y espero ansioso que salga. Cuando lo hace, la vuelvo a sujetar y la acercó al lavamanos, la ayudo a asearse y a secarse. Veo el reflejo en su espejo, y ya no está su largo cabello que por la mañana me daba cosquillas.

En sus ojos ya no está ese brillo dulce que los caracterizaba. Me duele pensar que probablemente por mí, ya no sea la misma chica feliz de antes.

La siento tan diferente. Tan ausente. Tan distante. Tan... tan ajena.

Cuándo salimos del baño, sólo Alex y Alejo, quedan en la mesa. Espero que esos chicos hayan tomado un taxi, no estaban en condiciones para manejar ninguno de ellos.

—Creo qué deberíamos irnos —Le digo a mi mejor amigo, esperando que no se rehusé.

Pago la cuenta, por fortuna yo estoy sobrio y no sé me olvido como a los otros. Que conveniente para ellos. Y el dinero es lo que menos importa, pero si han dejado Ariana sola, no creo que haya traído el dinero suficiente para pagar tal cantidad. Y eso me enfurece, no pueden ser tan inconscientes.

Levantó a Ariana de la silla, aunque se queja la hago caminar, ya no está en condiciones de tomar nada más.

Dejamos el auto de Alejo en el estacionamiento, y todos se suben al mío. ¿Desde cuándo me hice tan responsable?

Ariana enciende la música, y todos empiezan a cantar. Observo Ariana de reojo, y sonrío.

¿Cómo pude destrozar la sonrisa más sincera que a mí me ofrecía a diario?

Manejo hacía mi departamento, y es una tarea casi imposible, subir a los tres. Dejó Alejo y a su novio, en la habitación de huéspedes.

Entro con Ariana a mi habitación y por primera en mucho tiempo, me siento estúpidamente feliz. La siento en la cama, y la visto con una camisa mía.

¿Por qué demonios no me di cuenta antes de lo hermosa que es?

La acomodo en la cama, y me recuesto a su lado. Me acerco lo más que puedo a ella, escuchando su tranquila respiración.

Y así, en el silencio, me atrevo hacer la pregunta que tanto me atormenta.

—¿Qué hiciste conmigo?

Te odio, mi amor.Where stories live. Discover now