Capítulo 46 (Parte 1).

5.9K 400 27
                                    

Narra Aarón.

La continua vibración de mi celular contra la madera de mi buró, ocasiona que me despierte de mi magnífico sueño, dónde estoy a punto de hacerle el amor a mi mujer.

Estoy bastante jodido, es como si nunca tuviera suficiente de ella, nunca me sacio de sus caricias. Sé que me tarde en aceptar mis errores, pero trato de compensar todo el mal que le hice.

Observo mi celular y es Alejo quien llama. Son las jodidas 4:30 de la mañana.

—¿Qué? —Gruñó.

—Escucha, Aarón, te haré una pregunta, pero no quiero que te alteres... —
Ya lo hice. Más cuando escucho un llanto de fondo.

—¿Qué diablos pasa? —Le cuestionó de inmediato.

—Dime, por favor qué sigues con Ariana...

Mis latidos se aceleran con preocupación —No, ¿Qué ocurre?

—Demonios, no está con ella —Habla para la otra persona y se escucha un llanto con más fuerza —Aarón, hermano, muévete al departamento, estas más cerca, llegarás más pronto. Bastian le llamo a Alex... Genaro la estaba esperando en su departamento.

Un dolor se instala en mi sistema, mezclado con pánico y nervios. Termino con la llamada sin decir nada más, me levanto con rapidez y salgo como loco hacia mi auto.

Manejo al limite, importándome poco las luces rojas que me impedían el paso.

Mi niña tiene que estar bien.

Marcó el número de Ariana, una y mil veces.

Con cada llamada fallida mi nerviosismo va en aumento.

Briones, el guardaespaldas de ella, tampoco me contesto. Un camino que siempre se me ha hecho demasiado corto, hoy lo siento cómo si le hubieran agregado varios kilómetros más.

Cierro mis ojos con frustración, con el nudo en mi garganta ardiendo cada vez más.

Apenas y logró estacionar el auto, de inmediato me bajo y con cuatro pasos subo las escaleras. Todo está oscuro, solamente se percibe un poco de luz en todo el pasillo, precisamente proviene del departamento de mi novia.

Y aún sin confirmarlo, ya sé que algo malo ocurrió.

Entro sin pensarlo y toda la sangre se drena de mi cuerpo. Mi respiración se queda atascada, las lGrimas hacen acto de aparición y por instinto me inclino hacia mi la que se supone que es mi chica.

¿Qué te hicieron, mi amor?

Su carita está irreconocible, su cuerpo se encuentra inundando en sangre.

Grito con impotencia y dolor. Pidiendo ayuda, suplicando a ese Dios en el que casi todos creen que me demuestre por primera vez que no me odia. Que no me arrebate lo que más amo.

En pocos minutos, los demás inquilinos aparecen en la entrada del departamento, todos observando, pero ninguno se atreve a dar un paso más. Todos están demasiados sorprendidos.

Jesus bendito, ¡Llamen a una ambulancia! —.

Estoy hincado, con el cuerpo de Ariana sobre mí, abrazándola con fuerza, meciéndome de un lado para otro. Con las lágrimas abandonando mis ojos y aterrizando en el rostro magullado de mi chica.

—Despierta, mi amor, despierta, ¿Qué te hicieron?... No debí dejarte sola, no debí hacerlo... Mi niña, por favor dime algo... —Sollozo.

No sé cuánto tiempo ha transcurrido, cuando llegan los paramédicos me alejan con brusquedad de ella, no quería soltarla. Rápidamente la suben en la camilla y los sigo de inmediato.

—Ve con ellos en la ambulancia, hermano, yo me encargo de tu coche —Le asiento distraído a mi mejor amigo, ni siquiera me había percatado de su presencia.

Observo hacer su trabajo a los paramédicos, la inyectan, le ponen oxígeno, no tengo idea de que más hacen, mis lágrimas hacen borrosa mi visión. Cubro mis ojos con mis manos y lloro como sólo un hombre enamorado lo haría. Sin importarme nada más, sollozo con intensidad, con desesperación, suplicando sin palabras que la salven.

Llegamos al hospital, la trasladan de inmediato a otra camilla, la reciben listos varios doctores y enfermeros. Los sigo sin alejarme demasiado, hasta que una enfermera me detiene —Lo siento, señor. Los doctores harán su trabajo, tiene que esperar noticias aquí —Me dice con pena.

La miro con ganas de golpearla, pero mi cordura gana esta vez y sólo asiento.

Me siento sin dejar de sollozar, hay varias personas más quienes me observan con lastima.

¿Por qué ella? ¿Por qué ahora? Estábamos tan bien, tantos planes. No me puede dejar solo.

Ariana, nena, tienes que luchar, lucha por mi, no puedes dejarme solo. Ya no podría vivir sin ti.

Alex y Alejo llegan unos minutos después. Se sientan junto de mí, pero no preguntan nada. El llanto de Alex se escucha por toda la sala de espera, Alejo trata de tranquilizarlo pero es inútil cada vez llora más. Lloramos.

Ha pasado más de una hora, deben de ser cerca de las 6 de la mañana, el doctor no ha salido, mi paciencia ya es nula. Tenemos fastidiadas a todas las enfermeras que pasan frente a nosotros, aburridas nos dicen que debemos esperar que salga algún doctor.

Ya no puedo con tanta impotencia, no soporto una vez más tanto dolor.

Genaro hijo de puta, te vas arrepentir de a ver nacido.

Cerca de las 7 am, por fin aparece el doctor, su cara es ilegible, no me trasmite nada y eso sólo logra que me inquiete un poco más.

—¿Familiares de la señorita Ariana?

Soy su marido —Contestó.

Ella por el momento está estable, pero ha perdido mucha sangre, necesita rápidamente una transfusión, estamos tratando de conseguir sangre pero lamentablemente es muy poco común, tardaremos más tiempo de lo que tenemos permitido y eso puede ser perjudicial para el bebé.

¿Qué tipo de sangre es? —Le pregunta Alex.

Yo estoy shock.

A caso ¿dijo bebé?

El tipo de sangre de la señora, es B+. Y señor, respondiendo a su pregunta, efectivamente, su esposa está embarazada, aproximadamente de 4 semanas, por fortuna el arma no logró perforar ningún órgano, ni lastimar el producto.

Los tres soltamos un jadeo de sorpresa, pero ninguna palabra sale de mi boca.

¿Un bebé? ¿Seré padre?

Doctor, ¿Dijo B+? —Le pregunta mi mejor amigo, él asiente —¡Carajo! Yo tengo ese tipo de sangre.

El médico abre los ojos, pero rápidamente actúa —Venga, haremos los exámenes correspondientes para comprobarlo y hacer la transfusión, no tenemos tiempo que perder.

Caminan los dos, hasta desaparecer de mi campo de visión.

Yo continúo parado como imbécil, procesando las palabras del doctor.

Un bebé.

Te odio, mi amor.Where stories live. Discover now