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-SoniaPOV-

Había conseguido un trabajo en una tienda de música que quedaba cerca del piso de las chicas. Lo único que tenía que hacer era colocar en su sitio todos los discos en orden, el trabajo no era muy dificil y, además, me entretenía descubriendo nueva música.
Lo último que descubrí fue un grupo de cinco chicas a las que, ahora, estaba bastante enganchada; Fifth Harmony.

Tenía toda mi atención en colocar los discos que habían llegado nuevos a la tienda, escuchando desde mi móvil 'Brave Honest Beautiful' del grupo mencionado anteriormente. Estaba tan concentrada en mi trabajo y en la canción, que casi no me di cuenta de que mi jefe me estaba llamando.
Me quité los auriculares y me acerqué a Bruno; ese era su nombre.

—Sonia, te dejo a cargo de la tienda un momento, atiende a los clientes y sigue con tu trabajo —ordenó, yo asentí, no muy contenta.

Después de eso se marchó y yo continué colocando los discos en sus respectivos estantes. Unos minutos después escuché la puerta abrirse y supuse que mi jefe ya había vuelto de lo que tuviera que hacer, así que no hice mucho caso y volví a lo mío.
Una mano se colocó en mi hombro segundos después, me giré para ver que se trataba de Elena y no de mi jefe y al verla cambié la expresión de enfado de mi cara por una sonrisa.

—¿Qué haces aquí? —pregunté.
—Hola a ti también —rió— He venido a verte, las chicas me dijeron que trabajabas aquí.
—Llegas en el mejor momento, mi jefe no está.
—¿Qué insinúas con eso Sonia? —dijo, alzando una ceja y sonriendo.
—Primero, eres una mal pensada —golpeé su brazo— Segundo, para hacer eso necesitaríamos más tiempo del que tarda mi jefe en ir y venir de donde sea que haya ido.
—Bueno, tenemos para uno rapidito...
—¿Lo dices en serio? —pregunté, mirándola.
—Es broma, tonta.

No se escuchó más que el ruido de los discos chocando con los otros que ya estaban colocados después de sus palabras, de vez en cuando miraba a Elena, quien a su vez miraba los diferentes cd's que había en la tienda.
Al pasar un tiempo noté unos brazos rodeándome por detrás y una cabeza apoyándose en mi hombro. El ritmo de los latidos de mi corazón incrementó y sentí un calor en mis mejillas, señal de que me había sonrojado.

—Me aburro... —canturreó Elena en mi oído.
—¿Qué quieres hacer? —pregunté mientras aún colocaba los discos.
—No lo se.
—Pareces una niña pequeña, ¿sabe tu mami que has salido? —bromeé, girando para poder verla a la cara.
—Me escapé por la ventana —siguió la broma, las dos reímos.
—Es raro que mi jefe aún no haya llegado —comenté— Suele tardar cinco minutos máximo.
—Bueno, no creo que sea un problema para ti —se encogió de hombros y miró la tienda— No hay mucha clientela.
—Ya, ahora la gente prefiere tener su música en el móvil o comprar por internet y suelen olvidarse de que estas tiendas existen.
—¿Cuando acabas? —me preguntó.
—Pues... —miré el pequeño reloj que adornaba mi muñeca— Debería acabar ya, pero ni mi compañero ni mi jefe han llegado, así que no se...
—¿Ha pasado esto alguna vez?
—Sí, aunque solo ha sido cosa de mi compañero.
—Llama al jefe, avísale de esto —sugirió, yo asentí.

Cogí mi móvil y marqué el número de Bruno, al llamar se escucharon los típicos pitidos de llamada y después del tercero la llamada se cortó, indicando que mi jefe había colgado.

—Ha colgado... —informé, pero antes de que Elena pudiera contestar recibí un mensaje del mencionado anteriormente— Bueno, me dice que tengo que quedarme a limpiar y cerrar —suspiré.
—Tranquila, yo te ayudo —se ofreció, instantáneamente negué con la cabeza.
—Ni hablar, vuelve a casa, se hace tarde.
—Pero quiero estar contigo —agachó la cabeza.
—¿De que manera? —pregunté, al segundo de que esas palabras salieran de mi, me arrepentí de haber hecho la pregunta.
—Sonia... yo... —intentó decir.
—Tranquila, no debí haber preguntado eso, soy estúpida.
—No lo eres, peliazul.

Después de eso y de mucha insistencia por parte de Elena para ayudarme, limpié la tienda con su ayuda y cuando cerramos fuimos a tomar algo cerca de ahí. La llevé a su casa en coche y ella me invitó a pasar la noche, acepté, después de todo estaba muy cansada para volver al coche y conducir hasta el piso de las chicas.
Cenamos juntas y me prestó uno de sus pijamas, después de hacer todo eso nos sentamos en el sofá a ver una película.

—Gracias por pasar el día conmigo —le dije, atrayendo su mirada de la peli.
—Me pasaría la vida contigo Sonia —susurró volviendo a mirar la pantalla de la televisión. Me acerqué a ella e hice que me mirara.
—Elena, te quiero.

No obtuve respuesta, al menos no verbal. Me respondió a todo atrayéndome aún más a ella y uniendo sus labios con los míos en un beso. Yo la correspondí poniendo mis manos detrás de su cuello y siguiendo el beso, atrapé su labio inferior con mis dientes y nos separamos finalizando aquello que necesitaba que pasara desde que cogí el avión hacía Londres. Entonces ella rompió el silencio haciendo una pregunta:

—¿Quieres volver a ser mi novia?

Reí y asentí, volviendo a besar a Elena.
A mi novia.

Still Blue | BHG 2 | Sonia Gómez | Sweet CaliforniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora