final

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MUCHÍSIMO TIEMPO DESPUÉS

-¡Nerea!

En una tarde soleada y repleta de pequeñas hadas revoloteando a su alrededor, la pequeña Nerea fue sacada de su mundo fantástico para encontrarse de nuevo con la dura realidad de que esas hadas eran solo niños gritando y corriendo por el parque.

La niña rubia giró su cabeza para encontrarse con los ojos de su madre, con la cuál compartía el mismo color oscuro, quién estiraba sus brazos para recogerla del suelo donde construía un palacio con princesa, dragón y el caballero que la salvaría incluidos, de arena.

-Mi niña... -los brazos protectores de la mujer de pelo oscuro alzaban a la princesa Nerea- Mami te espera en casa con la merienda preparada, ¿no tienes hambre?

La pequeña negó con la cabeza y estiró su pequeño brazo para señalar el montoncito de arena que intentaba transformar en castillo.

-Quero seguir jugando con Atana.

Hasta ahora, su madre no se había fijado en la pequeña que se encontraba junto al cajón de tierra, observándola y esperando a que le devolviesen a la amiga.

Aitana, como supuso que en realidad se llamaba, saludó con su pequeña mano y la volvió a esconder, junto con ella su mirada, dirigiéndose esta a sus pies, que pateaban sin fuerza el suelo.

-¿Le preguntamos a su mamá si puede venir tu amiguita?

Ante las palabras de su mamá, los ojos de la pequeña de pelo claro se iluminaron y su cabeza se movía de arriba abajo exageradamente. La mujer no pudo evitar reír observándola y, mientras lo hacía, dejó a su hija en el suelo y se agachó a su altura para hablar con la otra pequeña.

-Hola, Aitana -la saludó, moviendo la mano como la niña hizo anteriormente- ¿Me dices dónde está tu mamá para poder venirte a merendar con Nerea?

La niña, todavía sin articular palabra, asintió y se fue corriendo de allí, a lo que la mujer suponía que era buscar a su madre.

Mientras esperaban, la mujer miraba como su princesa Nerea sonreía contemplando el cielo e intentando cazar las nubes que pasaban por ahí. Tuvo que parar de mirarla cuando notó una mano en su hombro llamándole la atención.

Lo primero que vio al girarse fue a la pequeña Aitana correr hacia su hija, lo segundo fueron unos ojos azules que la miraban.

-¿Sonia?

No hubo más palabras, solo brazos rodeándola.

-¿Cómo estás? ¿Y Elena? Sonia, no me creo que estés aquí.

Otro abrazo sin dar tiempo a una respuesta.

-Todo bien. Os echamos de menos, Alba.

La voz de Sonia cambió completamente después de todo lo que tuvo que pasar a causa de aquel cáncer. Jamás volvió a recuperar su voz o una normal. El destino había querido que ella viviera con la voz quebrada y con una constante ronquera. Por ello Sonia simplemente hablaba lo mínimo y necesario y, en ocasiones, acompañarlo con gestos.

-Me alegro tantísimo, Rocío está en casa, ¿os queréis venir?

-Elena está trabajando, pero Aitana y yo estaremos encantadas.

Las miradas de ambas madres fueron a parar a las dos niñas que saltaban y jugaban juntas.

-No la había reconocido, ha crecido mucho.

- Lo mismo digo.

La conversación no duró más de cinco minutos, ya que las chicas y las pequeñas comenzaron su camino a casa de Alba y Rocío, donde las esperaría el reencuentro que llevaban tanto tiempo esperando.

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Still Blue | BHG 2 | Sonia Gómez | Sweet CaliforniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora