London; Sonia.

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El desayuno ese día podría haber sido tan normal como otro cualquiera.

Si no fuera porque me desperté con un calor impresionante y con la nariz congestionada.

Hubiera deseado que la calor se debiese al cuerpo desnudo de Elena pegado al mio, pero, desgraciadamente, no fue así: me había vuelto a subir la fiebre y volvió la sensación de que había cien moscas zumbando en cada uno de mis oídos.

Me revolví en la cama, adoptando la posición a la que yo le había puesto el nombre de '¿porqué a mi? me quiero morir, ¿porqué yo, porqué yo?', hecha una pelota entre las sábanas.

Elena no estaba conmigo en ese momento en la habitación, así que con el poco espacio que me dejaba el dolor de cabeza para pensar, supuse que estaba desayunando.

No se cuanto tiempo habría pasado, ni si quiera sabía la hora a la que me había despertado, pero estaba a punto de levantarme para ir a darme una ducha para aliviar la fiebre cuando mi novia entró en la habitación con las manos detrás de su espalda y una sonrisa en su rostro.

La cual desapareció al verme en ese estado.

-¿Qué te pasa? -corrió hacia mi, dejando lo que ocultaba tras ella encima de la mesita de noche- ¿Te encuentras muy mal?

-Estoy bien -pude responder, obviamente mintiendo para que no se preocupara.

-Pero si estás ardiendo, Sonia.

Me encogí de hombros para restarle importancia a lo que estaba pasando y me levanté para prepararme la ropa que me pondría después de lavarme.

-Voy a ducharme.

.........

Después de media hora salí de la ducha, algo mejor respecto a la fiebre y a los oídos, los cuales no me permitieron lavarme el pelo por miedo a que empeorase el dolor.

Elena había hecho la cama y la habitación parecía más recogida después de que ella la ordenara un poco, pero la montaña de ropa que cada vez creía más en una esquina del cuarto seguía ahí, supongo que ninguna de nosotras jamás encontrábamos ganas de recoger esa parte.

Mis ojos se dirigieron a la mesita a un lado de la cama en la que Elena había dejado lo que llevaba en sus manos escondidas, pero ya no había nada más que el libro y la alarma que ya la decoraban anteriormente.

-¿Buscas esto?

La voz de Elena a mis espaldas me sobresaltó un poco, a lo que ella solo rio y se acercó a mi para darme un abrazo que le devolví sin dudarlo.

-Es lo que te comenté ayer, lo que tenía para ti.

En sus manos, dos sobres, uno era ligeramente más grande que el otro, así que primero cogí ese.

-¿Qué tiene de especial el día de hoy? -pregunté, mirándola confusa.

-Tenemos cuatro días de descanso y eso siempre se celebra, ábrelo ya.

Sin esperar un segundo más, abrí el sobre y saqué lo que había dentro.

Dos billetes de avión con destino a Londres. Para el día siguiente por la mañana.

-Elena...

-Cállate y abre el otro sobre, luego me lo agradeces como quieras.

Mi mente inmediatamente recordó la noche anterior.

En el segundo sobre, el más pequeño, también había dos billetes.

Pero no eran billetes, eran entradas.

-Dime que te ha gustado, dímelo porque sino me muero.

Entradas para ver a Fifth Harmony en concierto.

-Sonia, te has ido.

Volví a la realidad, con una sonrisa de oreja a oreja en la cosa, con lágrimas de felicidad en los ojos, con ganas de abrazar a Elena durante toda mi vida y queriendo gritar lo más alto que mis cuerdas vocales me permitieran.

Tal era mi emoción que casi había olvidado la fiebre, los zumbidos y el ardor de garganta.

Still Blue | BHG 2 | Sonia Gómez | Sweet CaliforniaWhere stories live. Discover now