La Felicidad Siempre Vuelve

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Rogers se negaba por completo a creer lo que le dijo Bruce. Natasha no podía haber caído en coma, era imposible...

Después de todo por lo que habían pasado: las batallas, los entrenamientos, sus momentos a solas donde se conocían el uno al otro, el confesar sus sentimientos mutuos, los rescates de Grace y Buck, el saber que de alguna forma serían inmortales y estarían juntos para siempre... No podía acabar así de ningún modo.

Sólo le llevó unos segundos recorrer todos los pasillos de la Torre para llegar a la enfermería.

Al llegar, observó a Sharon mirando hacia dentro del cuarto, secándose la única lágrima que había derramado. El soldado frenó en seco al fijarse en la bata de enfermera que llevaba puesta la rubia: estaba llena de sangre... la sangre de Nat.

Su corazón se detuvo por un instante y el aire se le atascó en la garganta.

-No... No puede ser... -tras recuperarse del shock de ver aquella escena, continuó su camino hacia la puerta de la sala. La agente Carter escuchó los pasos de Rogers y se acercó a él, tratando de detenerle.

-Capitán, por favor... No entre. Es demasiado... -el soldado no le hizo caso y entró como una flecha en la habitación. Lo que vió a continuación era peor que cualquier herida que había recibido en toda su vida.

Romanoff estaba acostada en la cama, vestida con un camisón de hospital y rodeada de cientos de cables. Betty se encontraba a su lado, sentada y tomándola de las manos mientras lloraba sin dejar de mirar el rostro pálido y demacrado de su amiga.

El monitor cardíaco mostraba los latidos de Tasha: constantes, lentos y sonoros. Lo que más llamaba la atención del cuerpo de la espía era el vendaje rojo y blanco que ocultaba la herida que casi le provocó la muerte. Por la cantidad de bolsas de sangre que colgaban a su alrededor, estaba claro que el disparo había sido mortal, pero milagrosamente, no fue suficiente para matar a la Viuda Negra.

El Capitán América no sabía qué pensar en ese momento. Sentía un odio indescriptible hacia Yelena, las organizaciones, y hacia sí mismo por no haber podido llegar hasta ella a tiempo.
Por otro lado, le aliviaba saber que su chica seguía viva, pero las probabilidades de que se recuperara eran mínimas.

-Steve, lo lamento mucho. Hemos hecho todo lo posible por ayudarla -se disculpó Ross, levantándose de la silla y saliendo del cuarto, dejando solo al destrozado Rogers.

Con un río de lágrimas cayendo sin piedad por sus mejillas, se sentó junto a su novia. La tomó de una mano y comenzó a susurrarle con voz entrecortada.

-Nat... Perdóname... Me juré a mí mismo que te protegería con mi vida, pero he fallado. Por favor, no me dejes. Te necesitamos: los Vengadores necesitan a su mejor amiga, Piper y los niños necesitan a su tía... y yo necesito a la mujer a la que amo con todo mi corazón y mi alma. Te lo suplico, quédate conmigo.

Quería seguir hablándole, con la esperanza de despertarla, pero no pudo continuar. Posó su cabeza en la frente de la pelirroja y la besó, dejando caer varias lágrimas en su rostro.

Sin previo aviso, la puerta se abrió de golpe. Para sorpresa del supersoldado, quienes entraron fueron James y Maggie.

Los mellizos se quedaron atónitos al ver a la rusa, pero regresaron del trance al escuchar al capitán hablándoles.

-¿Qué ocurre, chicos?

-Steve... sabemos cómo curar a Natasha -le dijo Mag, mostrando su pequeña y fina sonrisa (imagen de multimedia).

Al escuchar eso, el semblante del ojiazul cambió por completo. Un rayo de esperanza se iluminó en su interior ante lo que dijo la chica. Se levantó al instante, acercándose a ellos.

Los Mellizos Rogers (INACABADA)Where stories live. Discover now