Capítulo 3

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Luna's Pov.

La escuela había terminado, como siempre decidí ir a la cafetería a esperar a los chicos.
Siempre terminaba esperandolos, aunque sea a uno solo ya que los demás o estaban en detencion o estaban terminando trabajos.

De vez en cuando sólo me iba de las clases a mi habitación y no los esperaba. Sin embargo la única vez que hice eso, se enojaron conmigo y no me hablaron por 2 meses. Es algo exagerado, pero así son los hombres.

Entre a la cafetería y busque un mesa vacía. Encontré una no muy lejos, así que fui hacía ella. Me senté y puse mi mochila por un lado, saque mi teléfono y empecé a ver Instagram.

—H-Ho-Hola. —tartamudeo alguien a mis espaldas.

Ese olor de nuevo, volteé hacía atrás y pude ver a James parado justo detrás de mi con una sonrisa nerviosa.

—¡Oh! ¡Hola James! —saludé, me levante de la silla en la cual estaba sentada un poco confundida por su reacción.
—Me preguntaba si ya sabes... Podríamos vernos para conocernos mejor. —dijo nervioso rascándose la nuca.

De pronto, mi oído se agudizo sin dar aviso alguno; pude oír sus latidos, iban muy rápidos. Era extraño, pero, no algo nuevo; no era la primera vez que escuchaba los latidos de alguien ir tan rápidos.

Siempre supe que había algo mal conmigo; en especial mis sentidos, cuando mis padres se enteraron que podía escuchar cosas que no eran normales para una chica de ocho años me llevaron con millones de doctores, pero ninguno pudo curarme.

—Si claro, cuándo, dónde y a qué hora. — contesté siendo amable. Es él chico nuevo, probablemente solo quería conocer a alguien.
—Amm... Mañana, después de la escuela en las canchas de aquí, ¿Esta bien? —preguntó.
—Claro.
—Entonces nos vemos mañana. — sonrió —. Por cierto, ¿crees que es demasiado pronto para que te pida tu número de teléfono?
Reí—. Claro que no, es 419 555 35 55.
—¿Es encerio?—preguntó dudoso mientras reía.
—Si, lo sé. Demasiado cinco—solté una risita.
—Tú risa es muy linda. —bajé la mirada apenada.
—Gracias. —dije tímida.
—No agradezcas. — levante mi mirada y lo vi sonreír —. Bien, entonces hasta mañana. —dijo, se dio la vuelta y se fue con sus amigos.
—¡Hasta mañana! —grité lo que provoco que todos los que estaban en la cafeteria me voltearan a ver.

Volví a sentarme en la silla de plástico color naranja de la cafetería.Vi hacía las grandes puertas de la cafetería y por estas entraron mis amigos. Vieron hacia los lados y al fin me localizaron.

—Hola enana. —saludó Carlos alborotandome el pelo.
—Hola Carlos. —reí.
—¿Tienes mucho esperandonos?— preguntó Christian.
—No mucho. —me dió un beso en la mejilla —. Pero de igual manera, ¿Por qué tardaban tanto?
—Que Andrés te lo explique. —se quejó Diego
—¿Ahora que hiciste Larrañaga? —reí.
—Pues... —se rasco la nuca, indicándome que estaba nervioso—. Como ya lo sabes la última clase nos toca a las cinco juntos, la maestra nos odia así que sólo nos dio detención para mañana.
—¡Eso no fue lo que pasó! —se quejó Carlos.
—Bien te diré lo que en verdad pasó —suspiro —. Le hicimos una broma a la maestra de Español.
—Eres pésimo Andrés. —reí —. Creí que tendrías suficiente con que ella te haya mandado a detencion.
—Oh, fuck. Es cierto, mañana me matará. —habló con preocupación y yo reí.
—Cambiando de tema. —sonrió Francisco dándole cero importancia a la preocupación de su amigo—. Noche de películas, en tu habitación. —me señaló.

Mis amigos y yo teníamos una pequeña tradición semanas antes de los exámenes y esta era; cada miércoles hacer un maratón de alguna saga de películas o simplemente de algún género en específico hasta el día siguiente, teníamos prohibido dormir y el primero que lo hiciera tenía que aferrarse al castigo que alguno de los cinco le ponía.

Esto con el objetivo de irnos acostumbrando a desvelarnos para la siguiente semana y así poder aguantar y estudiar bien.
Sin embargo, los días de película casi siempre eran en la habitación de alguno de los chicos, casi nunca era en la mía ya que siempre dejaban un tiradero en las habitaciones.

—¿Y por qué en mi habitación? —me quejé.
—Porque la semana pasada fue en la mía y quedo un completo desastre y la señora de la limpieza dijo que nunca mas iba a volver a limpiar mi habitación y ahora ¡Yo la tengo que limpiar! —reí, ¿ven a lo que me refiero?
—Bien, será en mi habitación; pero, con la condición de que ustedes tendrán que limpiar su tiradero. — todos asintieron
—Entonces vámonos. —rió Diego.

Diego se levantó, seguido de todos los chicos. Él media cerca de un 1.87m, era demasiado para una persona como yo, así que me subí rápidamente en la silla y salté directo a su espalda como si él fuera mi caballo.
Diego no se quejó, solo me tomo de las piernas para que no cayera.

—¡Arre unicornio! —le pegué a Diego con mi pie en su pierna.
—¡Oye! ¡Si duele! —se quejó —. ¡Y no soy un unicornio!
—Si lo eres. — le saqué la lengua como una niña pequeña.
—Nop, soy un ¡Pandicornio! —me sacó la lengua de vuelta.
—Infantiles. —se quejó Francisco.
—Y tu eres un amargado, Pancho. —le saqué la lengua.

Empezamos a caminar a la salida de la cafetería. Una vez afuera, caminamos hacia mi habitación. El frío aún no cesaba, pero ya no había tanta neblina cómo está mañana.

Llegamos a mi edificio y tomamos el elevador para llegar más rápido.

Internado de Vampiros y Hombres Lobo [Libro #1]Where stories live. Discover now