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3.

"Hasta luego, Caroline." Se despide mi profesora de ballet. Le sonrío en respuesta y ella sale del estudio.

Después de salir del colegio me fui a casa, mi madre no había llegado dentro de las tres horas que estuve allí hasta que tuve que venir al estudio para mis clases. Estaba un poco asombrada cuando llegue a casa; no podía olvidar el aroma del señor Styles sobre mi y su petición tan directa.

Me levanto del suelo y camino hacia las barras que están incrustadas en los espejos. Acostumbro quedarme después de que mis compañeras se vayan, me gusta bailar estando sola puesto que puedo exigirme más a mi misma y modificar mis errores, al mismo tiempo que pienso y me relajo.

Comienzo a bailar acompañada del silencio del gran salón. Lo único que se oye son las puntas de mis zapatillas contra el piso de madera. Doy vueltas a lo largo del lugar mientras pienso en un par de ojos verdes y labios rosados. Cuando me siento satisfecha con mi progreso del dia, cierro el salón con la llave que mi profesora me dio después de hacerme de su confianza y salgo del estudio hacia las frías calles de Seattle.

Cuando nos mudamos aquí yo tenía cuatro años, tenía una buena edad para comenzar a practicar el ballet. Mis padres aun estaban casados así que por petición de mi padre me inscribieron a un estudio que no quedara tan lejos de casa. Así que me lleva alrededor de diez minutos llegar: las luces están encendidas y deduzco automáticamente que mamá ya esta aquí. Entro y me la encuentro sentada en la mesa de la cocina. Tiene la cabeza entre sus manos y por el movimiento de sus hombros sé que esta llorando. Ruedo los ojos y me acerco a ella.

"¿Mamá?" ella sorbe su nariz y levanta la cabeza, se seca las lagrimas y me lanza una sonrisa, por un momento siento mi corazón estrujarse y las ganas de abrazarla aparecen de repente.

"Hay pizza en el refrigerador, mi amor." Lanzo mi mochila y me acerco a ella.

"¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?" ladeo la cabeza y pongo mis manos sobre las suyas. Ella frota el puente de su nariz y suspira. Duda unos momentos pero parece reaccionar cuando acaricio su antebrazo con ternura.

"Resulta que Sharon habló con tu padre y lo convenció de ya no darnos pensión y dejar de responder como tu padre. Me corrió de la casa y ahora estamos por así decirlo, solas." Solloza y no puedo evitar levantarme molesta de la mesa, tomar sus llaves y salir de la casa ignorando sus llamados después de un portazo para subirme a su auto y emprender camino a la casa del idiota que se hace llamar mi padre.

¿Quién demonios se cree que es esa estúpida? Se casó con el pero de todos modos eso no le da el derecho de reclamarle sobre sus labores como padre de otra familia. Pero mi enojo va concentrado hacia el hijo de puta que le permite opinar a su esposa de mierda. Piso el acelerador y me paso un alto, maldigo y avanzo con más velocidad por la carretera. Cuando llego a su calle aparco el auto sin molestarme en hacerlo bien y salgo con fiereza de el. Toco la puerta repetidas veces para que después salga el pequeño hombre que contrato la perra como mayordomo. Lo paso de largo y subo las escaleras hasta lo que parece ser su habitación. Abro la puerta y entro para encontrarlo acostado leyendo un libro con ella a su lado pintando sus uñas.

"Que pena, voy a hacer que las arruines." Le digo con sarcasmo y ella me mira con asombro. "¿Qué demonios tienes en la cabeza, idiota?" le grito a mi padre y el se sorprende ante mi repentino tono de voz. Ambos se levantan de la cama al mismo tiempo y no puedo evitar soltar una carcajada ante la sincronía de movimientos. "Que estúpidos se vieron con eso."

"¿Quién te dejo pasar?" dice Sharon y se pone su costosa bata de seda.

"No vengo a hablar contigo así que cállate. Contéstame, papá." El pasa sus manos por su cara y hasta este momento me doy cuenta del paso de los años sobre el. Se ve muchísimo mayor que mi madre y solo le gana por tres años.

INTENSITY | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora