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—¿Preparados? ¡Ya!

La campana indicando que la pelea había comenzado sonó alrededor del salón y los gritos aumentaron animados, saltado a medida que la música comenzaba de nuevo para hacer la lucha más amena. La gente sostenía pequeños papelitos con el nombre de la persona que querían que saliese ganador y por la que habían apostado anteriormente.

Me llevé un puñado de patatas a la boca y mis ojos se abrieron notablemente al ver cómo aquel luchador se abalanzaba contra el trillizo, lanzándolo bruscamente contra las cuerdas del ring; se veía a leguas que aquél hombre era mucho más alto y fuerte que Jimin. Aún así, me fijé que la mayoría sujetaban el papelito con su nombre, incluso cuando la diferencia de tamaño era notable.
Mis ojos se desviaron hasta Mihua y fruncí el ceño con confusión; él no mostraba ni una pizca de preocupación por su hermano. En cambio, sonreía abiertamente y se mantenía acariciando los billetes con ternura, jugueteando con el piercing de su labio.

Para mi sorpresa, Jimin tomó las riendas de la pelea con facilidad y ahora repartía golpes a su contrincante. Sus músculos comenzaban a brillar gracias al sudor, viéndose iluminados por la luz blanca que enfocaba el centro de la pista. Busqué con la mirada alguna persona que pudiera controlar lo ocurrido, pues parecían tener la libertad de pelear tanto como quisieran.

—¿No hay árbitro? —pregunté aturdida.

—Aquí cualquier cosa es posible, cariño.

—¿Cómo?

—Esta noche nuestro Jiminnie está un poco despistado, ¿no? —la voz de Taehyung sonó por los altavoces, pues el nombrado había recibido un puñetazo en la mandíbula que lo dejó aturdido—. ¡Quiero oír esos ánimos!

Al segundo, la sala entera se llenó de gritos de apoyo hacia el trillizo; agarró la cabeza del luchador y de un movimiento la estampó contra el suelo, comenzando a descargar golpes seguidos hasta que su contrincante agitó el brazo con rapidez, rindiéndose.
La campana indicó el final y el dinero empezó a volar por los aires, siendo tirado por los fans y aficionados del ganador. La pelea no había durado mucho, pero fue lo suficientemente intensa.

—¿Sabías que iba a ganar? —clavé los ojos de nuevo en el hermano, que ahora sostenía una copa con un líquido púrpura en su interior.

—Siempre gana, sea como sea. Parece un enano al lado de esos hombres, pero siempre lo consigue —se encogió de hombros, dirigiendo una mirada divertida hacia mí—. Te invito a una copa —negué con la cabeza, pero él se adelantó girándose hacia el barman que ahora sustituía a Jimin—. ¡Jungkook, un Manhattan por aquí!

—No me gusta el vermú.

—¿Quién dice que sea para ti? —alargó la copa con el líquido morado hasta mí y sonrió de lado, encogiéndose de hombros—. Este es el tuyo; vodka. A todas las mujeres le gusta.

Me ahorré responder sobre el último comentario que irónicamente me pareció gracioso debido a su simpleza y alcé una ceja divertida, aceptando la bebida y llevándola a mis labios para dar un trago sin dejar de mirarlo. Sus ojos brillaban en mi dirección, sus dedos jugando con el pequeño aro de su oreja izquierda.  
—¿También eres un mujeriego de primera como tu hermano?

Él me observó por unos segundos e inclinó la cabeza levemente a un lado, sonriendo.

—Bueno, antes las mujeres corrían detrás de mí.

—¿Y porqué ya no?

-Porque ya no robo bolsos.

Una carcajada fuerte salió sin permiso de mi garganta, siendo aquella la última respuesta que me hubiera podido imaginar. Su rostro se contrajo en una mueca de disgusto, como si lo que hubiera dicho le afectase de sobremanera, pero pronto se unió a mi risa y llevó una mano hasta mi plato de comida, robándome varias patatas.

Trillizos Park. - bts.Where stories live. Discover now