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Ciertamente, la cara de Seokjin fue un completo poema cuando, además de tomar la hamburguesa que habían encargado para mí, le robé la suya. La habitación de Jungkook estaba patas arriba y agradecí el hecho de fugarme lejos de ahí con Dooly, pues aquellas paredes parecían una cueva de mandriles. Taehyung y Jungkook jugaban con la Xbox conectada al ordenador mientras mi hermano, Jimin, los gemelos y Hoseok observaban el partido de fútbol con emoción. La suciedad se acumulaba en el suelo, restos de comida y ropa sucia en cualquier rincón. Hoseok traía una camiseta a rayas blancas y azules y el gran nombre de Messi llamaba la atención en su espalda, aunque aquél equipo de fútbol ni siquiera fuese uno de los que jugaba esa noche.

—¿Por qué mierda te vas a llevar mi hamburguesa? —se quejó mi familiar, tratando de arrebatarme fallidamente la comida de las manos.

—¿No te quedas, Brookie? —preguntó Taehyung. Había pulsado la pausa en el juego y ahora él y su contrincante me observaban desde su lugar.

—No, ya hice planes con Dooly.

—¡Traidora!

—¿Realmente prefieres irte con él para perderte esta grandísima reunión? —el sarcasmo salió a flote entre los labios de Suga, llevándose un puñado de palomitas a la boca sin perder vista de la pantalla—. Decepcionante.

El único boxeador presente se apresuró a aplastar su mano contra la nuca del chico de cabellos verdes, logrando que varias palomitas salieran disparadas fuera del cuenco que sujetaba. Un gruñido abandonó los labios del afectado y se acarició la cabeza con el ceño fruncido, aunque pronto volvió a ser golpeado por su propio gemelo.

—Imbécil, ¿no ves que está enamorada de él? —Yoongi le regaló un codazo en las costillas y tuve que rodar los ojos. Era la segunda vez que mencionaba algo parecido sobre mí y el trillizo.

—Sólo para que lo sepáis, está en la puerta y os está oyendo.

—Idiotas —murmuró Jimin. Su mano se alzó en el aire como si fuera a golpear a los presentes y entrecerró los ojos de forma amenazante, avisando que no estaba por la labor de permitir que molestaran a su hermano.

A decir verdad, me enternecía la relación que los trillizos tenían entre ellos. Ni Mihua ni Jimin permitían que nadie se metiese con su inocente hermano y la protección era palpable; me cayese mejor o peor, admitía que el boxeador tenía un corazón de oro cuanto a Dooly se trataba, pues no era la primera vez que lo veía reñir a sus amigos con tal de defender su sangre.
La cabeza del chico tímido apareció tras la puerta y se adentró al dormitorio jugando con sus dedos, colocándose a mi lado con una pequeña sonrisa temblorosa en los labios. Enrosqué mi brazo alrededor del suyo en un intento por transmitirle más confianza y sonreí ampliamente, contenta de que se hubiera atrevido a hacer acto de presencia.

—¿Y adónde vais? —Taehyung observó con curiosidad la unión de nuestros brazos, alzando apenas las cejas.

—A mi habitación. Se queda a dormir conmigo.

Como si fuera ya algo rutinario, lo murmuré de la manera más indiferente posible justo antes de inclinarme hacia Yoongi y robarle unas cuantas palomitas, devolviéndole una sonrisa al hacerlo maldecir. Como venganza, preguntó:

—¿Vais a follar?

Entrecerré los ojos con el disgusto inundando mis facciones y supe que mi reacción era justo lo que esperaba, pues una pequeña carcajada se escapó entre sus labios. Me imaginé a mí misma arrancándole cada cabello rubio uno por uno y haciéndole sufrir de la peor manera, mi instinto asesino saliendo a flote por su culpa. Tuve que contar hasta diez para no soltar todas las palabrotas que existían en el diccionario. No debía de sorprenderme ante tales ocurrencias, a esas alturas ya debía de estar acostumbrada, pero era incapaz de ignorar aquellos comentarios fuera de contexto. 

Trillizos Park. - bts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora