011

10.4K 1.4K 808
                                    

Domingo. Aquél era el Domingo más caluroso que había vivido en mi vida y yo, como toda persona razonable, me encontraba en pleno jardín tumbada bajo un árbol. Con el libro de Bioquímica en una mano, trescientos apuntes esparcidos alrededor y diez botellas de agua completamente vacías. Sabía que si seguía así por mucho tiempo terminaría muriendo de calor o con la piel rojísima, pero en esos momentos nada era más importante que terminar de aprenderme las jodidas fórmulas para ir en orden con la materia.

La parte buena era que, al ser Domingo, el campus se encontraba totalmente desierto y mientras, yo podría disfrutar de la magnífica soledad que se otorgaba. La mayoría de alumnos se encontraban en sus casas hasta mañana, así que tenía que aprovechar aquello. Sin embargo, todo lo que parecía ser perfecto se vino abajo en cuanto una gran sombra abarcó mi campo de visión, captando mi atención.

  —¿Se puede saber qué le has hecho a Taehyung?

Con un suspiro de resignación, dejé el libro a un lado y alcé la vista hasta mi hermano, quién se encontraba con los brazos cruzados y una expresión demandante. Me hacía gracia cada vez que intentaba actuar como si fuese mi madre, pero traté de contener la risa.

  —Ese idiota debería dejar de intentar ser Spiderman entrando por las ventanas de las habitaciones.

  —Brooke, vino a mi habitación llorando. —pude divisar cómo las comisuras de sus labios luchaban por no elevarse y sonreír, trataba de mantenerse en su posición—. Dice que lo has atacado.

Bueno, lo cierto es que así fue. Pero se lo merecía; ¿cómo se atrevía a pedirme sexo oral sólo por que le ayudase con alguno de sus tontos asuntos?

  —Jin, sólo le dí un golpecito de nada...

  —¡Le sangraba la boca!

Rodé los ojos, harta de la conversación. Sin prestarle más atención a mi hermano, centré la mirada de nuevo en los apuntes y di el último trago que quedaba de agua, lanzando la botella unos metros más allá. El suspiro cansado de SeokJin se hizo presente, mientras lo sentía tomar asiento a un lado.

Justo cuando iba a quejarme de su existencia, un fajo de billetes apareció frente a mis narices, balanceándose de forma apetitosa.

  —Jungkook me dio esto para ti. Dice que es tu parte por haberlo ayudado en la barra, nunca recaudaron tanto dinero antes.

Definitivamente, estaba sorprendida. Podrían haber más de cuatrocientos dólares en ese montón y los había ganado sólo por servir unas cuantas copas durante unas horas, sin duda era un gran logro.

  —¡Joder!, no pensaba que fuesen a pagarme por esto.

  —Sí, pero no te emociones mucho. No pienso dejar que vuelvas a ser bartender de nuevo. —el tono maternal sonó a flote de nuevo y negué con la cabeza, dedicándole una mueca de asco.

  —¡Pero si fuiste tú y tu amigo quienes prácticamente me obligaron a ir allí!

  —¡Pero no pensaba que fueses a acabar borracha y besándote con chicas por ahí delante de todo el mundo!

  —¡Tú me ofreciste beber, imbécil!

  —¡Pero no pensé que beberías tanto!

  —¿Interrumpo algo? —Namjoon apareció con las manos en los bolsillos y una mueca de confusión en su rostro, temeroso por meterse entre nuestra discusión.

Traía una camiseta rosa a juego con su cabello y unos pantalones anchos, acompañado de una mochila aparentemente cargada de libros. Lo observé curiosa durante unos segundos, preguntándome qué haría en la Universidad un Domingo, en vez de estar con su familia.

Trillizos Park. - bts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora