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—¡OJALÁ MIS SUEEEEÑOS SE HICIERAN REALIDAD, SE HICIERAN REALIDAD PORQUE TENGO UN MONTOOOON!

Di un bote en la cama con brusquedad, despertándome de golpe ante los gritos del Taehyung feliz y enérgico que entraba por la ventana de mi habitación, dando saltos y tropezando con los zapatos que habían tirados en el suelo.
Por su culpa, mi corazón se había acelerado a niveles extremos y necesité un momento para tranquilizarme y volver a la realidad lentamente, enfurecida por haberme dado aquél susto de muerte mientras me quitaba las sábanas sudadas y calientes del cuerpo.

Aquella mañana amanecí con la vista casi nublada y la cabeza dándome vueltas, víctima de la resaca de anoche y aún aturdida por el sueño que estaba teniendo minutos atrás, donde mantenía a Jimin inmovilizado sobre mi cama agitado y hundido en excitación. Había sido la peor pesadilla de mi vida, pero una tan explícita que logró alterar mi cuerpo notablemente. Al principio, la protagonista del sueño comenzó siendo Elizabeth y todo era tan normal como cualquier otro sueño erótico, pero en un pestañeo su cuerpo comenzó a transformarse y no hubo más rastro de ella entre las cobijas; el boxeador era quien me tomó por sorpresa y al que acogí con gusto entre mis manos como si lo hubiera deseado más que a nada, brindándole placer y éxtasis. Recordaba a la perfección los gemidos del trillizo, cada gota de sudor que recorría su piel, incluso la textura de su dureza en mi boca. Era extraño porque nunca había realizado una felación -y no pensaba hacerlo nunca, claro- pero mi mente trató de crear la mejor imagen posible de ésta, despertando alguna sensación de curiosidad en lo más profundo de mi ser.
Mi lengua recorriendo cada célula de su longitud con lentitud, su cabello negro mojado pegado en la frente, los ojos cerrados, músculos contraídos y varias gotas de líquido pre seminal cayendo lentamente por el falo, perdiéndose sobre la cama o mis labios.

Aún después de varios segundos despierta, se me hizo imposible asimilar que aquél sueño lo hubiese tenido yo; tuve que maldecirme interiormente, sacudiendo la cabeza y tratando de borrar aquellas imágenes de mi estúpido cerebro. Jamás en la vida había tenido un sueño erótico con un hombre, pero lo que más me impactó fue que soñase con el trillizo que ahora mismo repudiaba por ciertos motivos, y al cual no quería ver ni en pintura. No obstante, la duda existencial se plantó frente a mí cruelmente, cuestionando mis principios y mis actitudes... ¿desde cuando podía llegar a excitarme tantísimo pensando en un chico?

Esto era algo nuevo. Pensé, con mi cabeza montando una guerra sobre gustos e ideas. Me sentía jodidamente enojada por tener las bragas tan húmedas y un leve ardor en la entrepierna, suplicando que debía saciarme urgentemente y debía hacerlo ya.

Sin embargo, Taehyung estaba ahí impidiéndome cualquier acto, saltando felizmente hasta mi mesita para dejar dos bolsas con dulces y dos jugos de naranja en ellas justo cuando aquél Domingo quería pasarlo sin la compañía de nadie, sola en mi habitación y dándole vueltas a mi existencia. Pero su sonrisa era amplia y brillante, digna de un niño pequeño e inocente.

—¡DORAEMON PUEDE HACER QUE SE CUMPLAN TODOS CON SU BOLSILLO MÁGICO, MIS SUEÑOS SE HARÁN REALIDAAAD!

—Taehyung, cierra la puta boca.

—¡PA, PA, PA, TÚ SIEMPRE GANAS, DORAAAAEEMON!

Tan pronto como pude, como ya era costumbre, alcancé un cojín y se lo lancé con todas mis fuerzas logrando que se estampara de pleno contra su rostro y lo hiciera retroceder varios pasos atrás, aturdido. Sus ojos entonces conectaron con los míos y pareció entender que llevaba encima una resaca de mil demonios y algo más, ya que mi cara de malhumor y el sudor no pasaron desapercibido.

—Estás en la mierda, Brookie.

—Ya lo sé, imbécil. Recuérdame no volver a beber en mi vida —me quejé acalorada, quitando las sábanas de mi cuerpo para recobrar un poco la compostura.

Trillizos Park. - bts.Where stories live. Discover now