Capítulo 34: Drama

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—¿Qué acaso no tenías carro?— preguntó mi hermano viendo cómo el pobre Connor se subía al auto, respirando agitadamente.

—Larga historia corta: mi padre me lo quitó.

—Ay amigo— rió mi hermano mientras presionaba el botón de aire acondicionado de atrás.

—¿Por qué no nos llamaste?— pregunté, viendo el semáforo cambiar de color.

—No se me ocurrió. Aparte pensé que sería bueno correr antes del partido... Claro que me arrepentí cuando ya llevaba 5 kilómetros.

¿Tan lejos vive?

Wow. Y yo que ni 100 metros aguanto.

—¿Quieres agua?— pregunté, agarrando la botella de mi hermano.

—No, no quiero exceder. Ya tienen suficiente con tenerme aqui. Gracias.

—Insisto. Estas sudando.— dijo mi hermano.— Tómatela toda, ya en la escuela relleno la botella.

Vaya. Dean siendo amable, Connor corriendo a la escuela... ¿Algo más raro puede ocurrir?

Al llegar a la escuela nos bajamos y fuimos a los vestidores, en donde yo esperaría a que el entrenador me de la señal de que ya es hora.

Me deberían pagar cada vez que ayudo al equipo... ¡Sería millonaria!

—¡HALLIE!— llegó Will corriendo y riendo con algo en la mano que no llegué a reconocer y se puso detrás mío.

—¡Ya William! ¡Dame la pantaloneta!— exclamó Thomas a lo lejos, enfadado.

Llegó y se me quedó viendo un poco avergonzado.

Estaba en boxers.

—Ya damela, no quiero que nadie más me vea en bolas.

—¿Seguro que no quieres?— preguntó Will y salió corriendo a la salida de los vestidores.

Ay Dios.

Thomas salió corriendo detrás de su gemelo y yo salí también.

—¡Dámela!

—Ven por ella.— dijo Will dando vueltas por el pasillo.

—Te quedarás sin descendencia, lo prometo. Dámela.— dijo Thomas resaltando la última palabra.

Will solo reía.

—¡Will, Will, Will!— mi hermano salió de los vestidores y levantó las manos para que Will le pasara la condenada pantaloneta.

Tenía que ser mi hermano.

—Vamos chicos, el entrenador los va a regañar.

Y mi comentario se quedó en el aire porque nadie me prestó atención.

Will hizo una bola la pantaloneta y se la lanzó a Dean, cual pelota.

—¡Ya, demonios!— exclamó Thomas, más que harto.

—Quítamela.— lo retó Dean, haciendo un movimiento con la cabeza para que Thomas se acercara.

Thomas se acercó a mi hermano pero antes que lo alcanzara, Dean ya había tirado la pantaloneta de regreso a Will.

Will agarró con agilidad la pantaloneta, que ahora estaba arrugada. Le dio vueltas en el aire mientras Thomas se ponía rojo.

I'll BeWhere stories live. Discover now