Lo que nos depara.

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–Zayn… yo… –miro el anillo en la cajita. Tiene un pequeño diamante con incrustaciones pequeñas de esmeraldas. Es precioso. –¿Quieres casarte… conmigo? –pregunto de nuevo.

Asiente con una sonrisa tímida. Pocas veces lo he visto así. No sé por qué mis ojos se llenan de lágrimas, pero tal vez sea porque mi novio acaba de proponerme dar un paso gigante en mi vida y yo no pienso rechazarlo.

–¡Sí! ¡Por supuesto que sí! –me lanzo a sus brazos y lo beso como si fuera la última esperanza de planeta.

Me sujeta muy fuerte por las caderas. Nos separamos, está tan sonriente. –Gracias futura señora Malik –el orgullo en su voz es de tamaños universales.

Una corriente de aire nos hace entrar a la habitación. –No puedo creerlo. Acabas de pedirme matrimonio –digo sujetándole el rostro con las manos.

–Ya aceptaste, no hay vuelta atrás –toma mi mano derecha y besa su interior–. Nada podrá separarnos. Tendrás que aguantarme por el resto de tu vida –se ríe sensualmente.

–No veo problema en eso –lo beso y lo empujo contra la cama. –Señor Malik, tengo que decirle que es el mejor maestro del mundo. Que me ha enseñado bastante bien… y que se ha ganado el premio al maestro del año. ¿Algo que decir?

–Solo quiero agradecer a mi futura esposa: Marie Malik.

–Me encanta como suena eso… –me rio. Me acomodo a horcajadas sobre él, me saco las sabanas y le doy la entrada a más de una manera de ser mío.

Me despierto por el sonido de unos quejidos. No son más bien gemidos. Me desperezo, me giro hacía el balcón y allí está él de la manera más sexi en que se puede estar en la mañana. Lleva una sudadera de chándal negra que le cuelga perfectamente de la cadera. Que buena vista.

En el suelo alfombrado está acostado con las rodillas dobladas haciendo abdominales. Su piel brilla por el sudor en su pecho, su cabello oscuro está húmedo sobre su frente y pegado a la parte trasera de su cuello. Con cada contorsión sus músculos se tensan y relajas de una manera –que por loco que parezca– es totalmente sensual.

Me levanto cubriéndome con las sabanas ya que no tengo idea donde está mi ropa. La camisa. Tomo su camisa negra de ayer, me la pongo y luego uso mis bragas que aparecen justo debajo de esta. Me peino un poco, voy a cepillarme los dientes y vuelvo a mi exquisita vista de mi prometido. Wow, mi prometido.

Camino hasta él, me siento justo sobre sus rodillas. Lo veo desde arriba subiendo y bajando. –Buenos días amor.

Sonríe y se queda arriba, me agacho un poco y beso sus labios. –Buenos días, preciosa –sigue con sus ejercicios.

–¿Qué se supone que estás haciendo? Estamos de vacaciones, ¿sabes?

–Tengo dos razones importantes para mantenerme en forma.

–Yo creo que estás genial –comento mordiéndome el labio inferior con una mirada coqueta.

–Primero tengo que mantenerme en forma para mi nuevo empleo…

–Aun no me has dicho de qué se trata –le interrumpo.

–Jack me consiguió un lugar en el gimnasio como instructor –dice son la voz entrecortada por el esfuerzo. Sabrá Dios cuantas repeticiones ha hecho.

–¿En serio? ¡Eso es genial! –me agacho y le doy un beso rápido.

Mi celular suena. Corro hasta atraparlo en la mesita de noche cayendo sobre el colchón.

–¿Hola?

Marie, ya me enteré que estás en Canadá. Gracias por avisarme mejor amiga –dijo Luisa pretendiendo estar enojada.

–Hola Luisa, yo también estoy bien… –me río.

–Oh Cállate! Debiste avisarme. ¿Cuándo llegan a Quebec?

–Creo que maña…

–Pero que lindo trasero –dice Zayn aún haciendo abdominales. Me muevo de inmediato, me pongo en pie hasta llegar a él.

Tu novio es un asqueroso –hace ruidos de vómito del otro lado de la línea.

Me siento de nuevo en las rodillas de Zayn. –Estás loca.

–¿Tienes todo lo que te pedí?

–Sí, ya todo está listo. Mañana lo verás todo. Será una boda muy linda.

–La de nosotros será mejor –dice Zayn.

–¿Qué dijo? –pregunta Luisa.

–Nada, que será la mejor boda –aún no quiero que lo sepa. Prefiero que lo sepa en cuanto vea el hermoso anillo en mi mano.

Mi amiga me dice un montón de cosas que no comprendo sobre los invitados. No le presto mucha atención porque Zayn está distrayéndome al darme un beso cada vez que me alcanza. –Sí, sí. Claro. No hay problema –digo sin tener idea de nada. –Te veo mañana. Bye.

–Está más que emocionada –digo riéndome.

–Yo lo estaría también si faltaran 24 para el día de nuestra boda –me da otro beso, pero esta vez más largo.

Sonrío. –¿Cuál es la segunda razón para torturarte ejercitando?

–Debo estar en forma para seguir complaciendo a la fierra que es mi novia –me guiña un ojo de esa manera tan sexi. Para de hacer abdominales y me levanta dejándonos de pie uno frente al otro.

–No me he quejado hasta hoy…

–Y no lo harás nunca princesa –me besa con necesidad, muerde mi labio con fuerza. La sangre comienza a hervir en mi cuerpo. De la nada se aleja y se ubica la puerta que da a la pequeña salita que tiene la habitación. Siempre juega conmigo.

Me acerco de nuevo hasta donde está. Se toma de la barra que está arriba en la puerta, se sujeta con fuerza y empieza a subir y bajar. Vaya que es fuerte. Yo no sería capaz de hace una sola. –Entonces serás mi entrenador en cuanto volvamos… –digo a modo de pregunta.

–Puede…–sube– ser…–baja.

–¿No crees que estás exagerando un poco? –paso mi mano por su abdominales con cuidado. Escucho un gemido desde lo profundo de su garganta. Sonrío.

De un solo tirón enreda mis caderas en sus piernas. Me mira con una leve advertencia, algo así como: No-me-provoques. Me mira por un par de segundos siguiendo los botones de su camisa. Dibuja una sonrisa ladeada y se impulsa hacía arriba conmigo enredada a sus piernas. Okey… es MUY fuerte. Hace cerca de diez repeticiones antes de detenerse y bajar del marco.

–Empiezo a creer que te contienes estando conmigo… –repaso con mis manos sus fuertes brazos cubiertos por tatuajes.

–Eres delicada…

–No lo soy –frunzo el ceño. Puedo ser todo menos débil. –¿Olvidas que fui porrista? Puedo asegurarte que hacía tanto ejercicio como tú.

–Cómo olvidarlo… me gusta ese uniforme –ambos nos reímos ante el recuerdo. Mi primera vez con él. Nadie más me había puesto una mano encima, solo él.

–¿A qué hora sale el avión? –se supone que nos vamos hoy a Quebec. Pasaremos lo que quede del día conociendo la ciudad y mañana llegaremos a casa de los “Styles”.

–A las 2pm –miro la pantalla de mi celular.

–Diez de la mañana…

–Entonces tenemos suficiente tiempo –no alcanzo a preguntar: ¿tiempo para qué? Porque me sostiene por los muslos y me lleva hasta la cama.

–¿No estás cansado? –yo estaría muerta por dos días después de todo ese ejercicio.

–Para usted nunca señora Malik –susurra en mi oído. Me hace olvidar del mundo real y me lleva exactamente donde él quiere. No puedo ni imaginarme que haremos en la luna de miel.

I Knew You Were Trouble. [Terminada]Where stories live. Discover now