Tic, tac

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VERA=

Andaba tranquilamente, con sigilio. Y entonces me paré, lo observé. Cuanto daría por probarlo, cuanto daría por eliminar el estrés que llevó encima, cuanto daría tener la oportunidad de dar una calada. Seguí andando, pero no podía, no podía hacerlo porque me vigilaban. 

Recuerdo esa mirada de desaprobación, esa cara de decepción y ese sentimiento de fragilidad que se me metió en el cuerpo. Ese sentimiento de que antes la gente me miraba como si fuera especial y había acabado siendo como los demás. Últimamente estaba más gilipollas que antes, quizás porque quiero ser mejor para lo demás. No tengo ni idea de por qué, pero se me ha metido en la cabeza que quiero ser como los demás, quiero enamorarme, quiero tener más amigos, quiero tener la oportunidad de sentirme mejor. 

Veo a las personas que tengo alrededor y siento envidia, porque les veo felices, les veo libres y yo me siento encerrada por una mente que no para de pensar. Me siento encerrada por un amor que es imposible pero que no quiere irse. Y me siento encerrada porque pierdo a todos los amigos que tengo a mi lado, y eso hace que tenga miedo. Y tengo mucho que perder, sé que eso es bueno pero para mí es malo, es como coger un reloj y oír el tic, tac esperando la hora en los que se vayan. Nunca he sido un orgullo de persona, ni he tenido muchas cualidades. Nunca he sido cómo las demás personas son, nunca he encontrado nada por lo que la gente podría elegirme como amiga pero en realidad tiene que haber algo. 

Corrí un poco, me gustaba correr por la calle porque me daba alas, me daba libertad y sentía que mis problemas se iba. Algo extraño pero supongo que todos tenemos rarezas. Entonces me la encontré en frente mía. Era una chica que se llamaba Tania, era amiga mía desde hace mucho tiempo aunque este año fue el año en el que más habíamos hablado. 

- ¿Qué haces por aquí? - me dio dos besos y me sonrío

- Necesitaba pasear - dije 

- ¿Qué te pasa? - me preguntó 

- Nada, sólo que tengo prisa - sonreí y me fui 

¿Por qué narices digo lo que no pienso y me guardo lo que pienso si tenía muchas cosas que decir y ella seguro que me hubiera ayudado? No iba a ser una pesadez o eso creo para ella. 

Miré mi móvil, miré la galería donde había un montón de fotos y me agarré a ellas, son la prueba de que he sido feliz, son la prueba de que hay gente que me quiere tal y como soy y sonreí como una gilipollas pero me daba igual. De repente me intenté animar, no podía tener estos bajones cuando tengo tantas razones por las que ser feliz. Puta autoestima de mierda. Llegué a esa plaza y me senté. 

Miré el móvil, tenía varias notificaciones de twitter. Ninguna que me interesaba, gente extraña. Entonces vi llegar a Laura, la persona con la que había quedado. La conocía de poco tiempo pero me había hecho amiga en seguida, me ha ayudado en muchas cosas y la verdad es que no entiendo porque lo hace pero me siento muy agradecida. 

- Hola - sonreí y la di dos besos. 

- ¿Qué te pasa esta vez? - me preguntó 

- Nada - dije 

- Has llorado - dijo 

- Pero estoy bien - dije 

- Si tú lo dices - dijo y se río

Es la persona que más se ríe por todo del mundo incluso cuando soy borde que lo soy bastante veces.

- Pronto empezamos el insti, ¿qué tal te ha ido el verano? - pregunté 

- No me lo recuerdes, la verdad que ha sido un verano fantástico. No me he podido quejar. ¿Y tu?

- Yo bien, no he podido quedar contigo ni una sola vez pero bueno, tenía otras alternativas - sonreí 

Días de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora