CAPITULO 41 - "NO MÁS CANDADOS CON LLAVES PERDIDAS"

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SCARLETT POV'S

Golpeo con fuerza el saco de boxeo. Le doy uno, dos, tres, cuatro golpes antes de lanzarle una patada y terminar jadeando al lado de este, con una lagrima rebelde saliendo de mi ojo derecho. La limpio bruscamente y me centro en terminar el entrenamiento. No es momento de llorar por una muerte de hace mes y medio.

<<Maldita insensible. ¡Era tu hermano!>> –sacudo mi cabeza ligeramente, dejando que esa voz se pierda en el vacío propio que he creado para todo aquello que me estorba. Que me hace débil.

Siseo una impropiedad cada vez que golpeo el saco y Félix me corrige mi postura.

-Vete a la mierda con tu postura –mascullo, dejando de propinarle golpes al saco. Siento las cuerdas de protección al costado del guante, las desamarro y quito los guantes de mis manos.

-Últimamente estas demasiado gruñona, Scarlett –comenta Xadiel.

-¿Y? ¿Cuál es el problema? –Ruedo mis ojos; camino hasta la pared recubierta con cuchillos de diferentes formas y tamaños. Cojo mi favorito. El más grueso, el hierro expandiéndose por empuñadura, formando diferentes figuras tan espontaneas como la punta curveada y sus finos dibujos en la hoja de este. Ha sido mi favorito desde la primera vez que lo escogí.

-Ninguno –Maxis da por terminada la conversación cuando ya no los miro y tiro una y otra vez el arma corto punzante contra la pared revestida de cuero y unos cuantos tableros de "tiro al blanco".

-Te has vuelto mucho mejor con el tiempo –comenta Félix. Una media sonrisa de burla se cuela con agilidad detrás de mi mascara de amargura, cuando él ve mi mirada de burla y el brillo incesante en mis ojos, cambia su expresión.

-¿Estas orgullos de mí, cariño? –hago un ridículo puchero, luchando contra la carcajada que gorgotea en la parte posterior de mi garganta, inclusive con la sonrisa que quiere escaparse.

-No, aun sigues siendo un desastre –se mofa, rodando sus ojos y soltando un absurdo resoplido.

-¿En qué? –pregunto, sabiendo perfectamente que soy la mejor en todos los aspectos. Parezco una loca con los cuchillos, cabe decir que es mi fuerte. El combate cuerpo a cuerpo no es ningún problema, es todo un arte sentir la ira recorriéndote hasta dar con el punto débil de la otra persona hasta dejarla sin aliento y derribarla.

-En...–se queda callado, sopesando sus opciones, pero no obteniendo ningún resultado.

-Ya lo sé –me regodeo, lanzando el cuchillo al tablero, dando justo en la diana –En nada soy un desastre. Ya acéptalo –me río y salgo de la sala de entrenamiento, caminando entre el pasillo rodeado de un delicado color ocre, con manchas aquí y allá de suciedad. Este lugar es completamente diferente a la guarida, si así se le puede llamar, anterior.

Paso por la sala de color beige, con cuadros clásicos y estrambóticos, cambiando radicalmente.

Subo con parsimonia y cierto cansancio las escaleras hasta dar con la puerta de la habitación de Kurt. A un no me he ganado la confianza suficiente como para que me den el espacio libre y constante de la privacidad, de tener una habitación.

Abro la puerta de la habitación y entro directo hacía el baño, dejando que el agua sea aquel relajante que siempre ha sido. Incluso cuando vivía con Brown, el estar bajo una ducha o recostada en una tina, era todo lo que necesitaba para dormir un poco en paz conmigo misma, con la esperanza bullendo en mí. Luego tomo otro significado a medida que el tiempo pasaba. Ese era mi verdugo personal.

Una vez mientras leía un libro, aquel autor toco las puertas de mi frío corazón y dejo que aquellas palabras tan sabias y a la vez absurdas en algunos momentos, llegaran a desgarrar de forma refrescante todo por lo que alguna vez luche no hacer.

Mafia In Love (#1 de Bilogía) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora