Capítulo 1

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DESCLAIMER: Los personajes y situaciones narradas en ésta historia no me pertenecen, ésto es propiedad de Fernando Gaitán y RCN, yo solo escribo para mi entretenimiento y sin fines de lucro. 

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Se miró en el espejo por octava vez en esa mañana, ¿estaría haciendo bien en presentarse a EcoModa por un puesto? A final de cuentas sabía que la empresa tendría a las dos candidatas para las vacantes que estaban ofertando, ¿qué le hacía pensar que pudieran darle un lugar en la empresa? ¿Le quitaría la oportunidad a alguna de las dos?, si algo así sucediera estaría alterando la historia, pero si lograba que las tres entraran, sería todo un milagro, no importaba que la colocaran en otra cueva o en el lugar más recóndito de producción, después de todo necesitaba el dinero. Sería una buena idea, con una hoja de vida como la que tenía, esperaba que alguno de los ejecutivos se interesara en contratarla.

Habían pasado dos días desde su atolondrado despertar en Bogotá, Colombia, en el año de 1999 y en la novela más significativa de todos los tiempos. A pesar de su acento mexicano, porque ella era de las hermosas tierras de Hidalgo, había comenzado a ubicarse dentro de las calles, además de haber descubierto que no tenía a otra madre, para su alivio, sino a una mujer tan encantadora que era dueña de una panadería y además era su arrendadora. Aquel día en que se descubrió en esa casa, le había llamado temprano para alcanzar a desayunar, pues el hijo de la señora devoraba todo a su paso. Se trataba del inigualable Nicolás Mora.

Esmeralda se disculpó casi al momento por haberla llamado "mamá", le comentó que extrañaba sus tierras y la calidez que le brindaba la hacía sentirse en casa. Ella lo aceptó con alegría y Nicolás estaba satisfecho, porque había sido la única mujer que le competía en apetito. A pesar de ser delgada, su hambre era comparable con un barril sin fondo, prácticamente dejarían a la señora Mora sin despensa para el fin de semana. Gracias a esa inusual amistad, Esme había logrado conocer a Betty una semana atrás, aunque no lo recordara, porque después de tremendo susto que le había pegado, habría sido difícil de olvidar.

Fue por ello que la chica se enteró de la vacante en EcoModa, por suerte Betty le había ayudado con la hoja de vida, además era un alivio que no anduviera tan perdida en el mundo empresarial, algo debía encontrar, cuando menos así presenciaría la historia en vivo y a todo color. Se sonrió con aquel pensamiento para así salir de la casa de Doña Eugenia, se vistió con un saco para dama, una blusa azul y se enfundó en un pantalón de mezclilla. Quizá no fuera el mejor atuendo para una entrevista, pero al recordar el modelito que Betty había llevado, se llenó de valor para llegar de una manera más cómoda.

Rió muy leve al recordar las otras prendas que se encontró, éstas eran de la señora y solo las conservaba ahí por no tener más espacio en su closet. Se calzó unas botas largas que cubrió con el resto del pantalón y tomó camino hacia la puerta — Doña Eugenia, ya me voy — expresó la castaña asomándose en la cocina esperando encontrarla, en su lugar se hallaba Nicolás engullendo uno bocadillos — Nico, acompañaré a Betty a la entrevista, con suerte y también me contratan a mí — sujetó su cartera con ambas manos y la cruzó en su cuerpo — ¿Podría decirle a Doña Eugenia que estaré fuera por un rato?

— ¡Ande, ande! — Esmeralda se mordió el labio al escuchar aquel tono de voz tan chillón y simpático — ¡Se me cuida mucho! Que en ningún lugar encontraré a tan buena compañera de alimentos — comenzó a reírse provocando que la muchacha le coreara de buena gana. Se despidió con un leve gesto de la mano y se acercó a la casa de Beatriz para que así tomaran el bus directo a la zona industrial. Aún se acordaba de ello cuando Patico se quedó sin su Mercedez.

— Betty, ¿ya está lista? — le abordó antes de encontrarse y se quedó mirándola después de haber ladeado la cabeza un poco, ¿en verdad se iría con ese atuendo? Todavía conservaba la esperanza de que se le ocurriera ponerse otra cosa, no la camisa roja 20 tallas más grande y el chaleco color baba de perro. Esmeralda se mordió el labio de nuevo y suspiró con resignación, tendría que verla así el resto del día.

Yo, ¿en Betty la Fea?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora