Capítulo 9

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DESCLAIMER: Los personajes y situaciones narradas en ésta historia no me pertenecen, ésto es propiedad de Fernando Gaitán y RCN, yo solo escribo para mi entretenimiento y sin fines de lucro.

Dedico éste capítulo a mi querido amigo Andrés, que pertenece al grupo de Betty fans y a quien espero se recupere muy pronto de su accidente <3

Aquí es donde las cosas comienzan a ponerse complicadas para Armando y su empresa, pues ya sabemos el endeudamiento que va a tener y la empresa alterna que se creó para esos fines. Solo espero que las modificaciones que le hice, no sean de su desagrado.

Cabe aclarar que donde empiezan una escritura en "cursiva" así como ésta, se trata de un recuerdo, con eso dicho, pongámonos a leer.


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Capítulo 9

— Tan divino, tan divino — se sonrió Beatriz.

— ¿Quién es divino? — se asomó por la puerta de la sala de juntas hacia la oficina del presidente de la empresa, se mordió el labio para evitar soltar una risotada al ver que la colombiana pegaba un salto — ¡Ya sé! Tu novio el Dr. Mendoza — le guiñó un ojo acompañándola hasta su cueva.

— No diga eso, donde la escuche Doña Marcela, me mata a mí y de paso a usted — rió de aquella manera tan graciosa y la castaña no dudó en dejarse caer en una de las sillas de esa oficina.

— No más de lo que hubieran querido hacerlo contigo, si se enteraban de la comisión por un tercero, además yo tengo "powers"*, las probabilidades de que algo me pase, son nulas — colocó dos dedos sobre sus sienes con una mueca graciosa en los labios y cerró los ojos — Sé de buena fuente, que estás por abrir una empresa alterna — abrió un ojo para mirarla y sonrió ampliamente cuando notó su cara de incredulidad.

— Qué cosas dice, es mejor que regresemos a trabajar — apresuró a deshacerse de la chica, aunque dudaba fervientemente que tuviera "powers" era muy probable que hubiera escuchado todo desde la sala de juntas.

— Sabes Betty, mis "powers" rifan — se levantó graciosamente de donde se hallaba sentada y se detuvo en la puerta del ex almacén — pero tranquila, que tu secreto está a salvo conmigo — movió las manos con aquella distinción de la que era poseedora y regresó a su oficina a través del pasaje por el que había entrado.

Acomodándose en la oficina que compartía con el Dr. Calderón, se enfrascó de inmediato en los informes referentes a ciertos puntos de venta que los ejecutivos estarían visitando después de la colección, se mordió insistentemente el labio subrayando las cláusulas que no terminaba de comprender. Era más que evidente el hecho de que el presidente de la compañía quisiera asegurar la empresa con una persona de confianza, aunque ello implicara comenzar con el juego de seducción.

Cerca de las 7 de la noche, la muchacha se apresuró a llenar los bordes de aquellos contratos con sus anotaciones, ofrecer cierta calidad y no llegar a cumplirla, provocaría el rompimiento del convenio y por tanto, la indemnización a los clientes. Desde hace una hora, había notado la mirada insistente de su jefe y cuando fue la hora de irse, colocó sus informes delante de aquel hombre.

— ¿Hemos terminado ya? — preguntó Mario con esa sonrisa sugestiva, que invitaba a cualquier mujer a pecar con él, Esmeralda se sonrió con cierta picardía y asintió sin despegar la vista de las orbes chocolates del galán.

— Así es, doctor, ¿no cree que debería revisarlos? — apuntó de la manera más suave posible, además de señalar con la punta de un bolígrafo, cada una de las anotaciones que se encontraban al margen de la hoja.

Yo, ¿en Betty la Fea?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora