Capítulo 14

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DESCLAIMER: Los personajes y situaciones narradas en ésta historia no me pertenecen, ésto es propiedad de Fernando Gaitán y RCN, yo solo escribo para mi entretenimiento y sin fines de lucro. Los únicos personajes de mi autoría son Esmeralda Galván y Andrés Rovira.

¡Hola! Espero que aún haya gente que desee leer algo de Beatriz Pinzón, pues traigo el siguiente capítulo de nuestra historia. Debo aceptar que me he tardado más de la cuenta, así que les entrego un cap relativamente más largo de lo normal y me quedo a la expectativa de que lo disfruten al leerlo, tanto como yo al escribirlo /o/

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Capítulo 14

La Galván casi podía escuchar la cancioncita que sonaba cuando pasaba alguna tontería en la empresa, le guiñó un ojo y regresó sobre sus pasos. — De nada — mandó un beso al hombre que aún estaba pasmado por lo sucedido. Aunque la idea de detener el suicidio de Freddy había sido una gran acción, Beatriz no tardó en salir de la oficina y cerciorarse que el coche estuviera en perfectas condiciones

La dejó con Aura María para que ambas pudieran enterarse de la historia completa, de esa forma podría atrapar a Patricia esculcando en las pertenencias de su amiga y no se había equivocado. De espaldas a la puerta, la peliteñida revisaba documentos y cuando pretendía escabullirse de la escena del crimen, la miró reaccionar del mismo modo que en la pantalla de su laptop. Los brazos cruzados de Esmeralda la tornaron nerviosa al instante.

— ¿Por qué no me avisó que estaba ahí? — la histeria de la mujer solo logró confirmar lo que ya sabía — ¡Casi me mata del susto! — se llevó una mano al pecho para controlar el pulso acelerado que seguramente tenía. — Porque soy yo quien debería estar haciendo el interrogatorio, aparte Betty me mandó a recogerle unos papeles, aunque dudo que hubieras estado buscando los mismos que yo.

Le sonrió de aquella manera en que podía leerse todo el cinismo del que era capaz; provocando aún más enfado de la Fernández. — Vine por un informe, pero veo que no está — al igual que en los videos de su computadora, impidió el paso a la intrusa retándola con la mirada. — Aquí no es el mejor sitio para encontrar un informe y mucho menos si éste contiene la información de los proveedores de Nueva York — se encogió de hombros ante la sorpresa de la entaconada.

— Es una lástima que Daniel no pueda tener más detalles — pasó por un lado de la figura acercándose al escritorio, era evidente que no tenía nada que buscar allí, pero la máscara le serviría para quedarse en el sitio hasta que llegara la asistente de presidencia; persona que estaba demorando demasiado en subir. — Yo no sé de qué me está hablando usted — usó el cabello como lo acostumbraba, frente a ella se estaba destapando la peliteñida que recordaba de sus tardes de ocio con un bote de nutella al lado.

— Estamos hablando de la excusa que pretendes darme para andar pululando por aquí — le cortó el paso mirándola de manera retadora y levantó una ceja — ¿Puedo preguntarle a Doña Marcela el informe que necesita para que se lo lleves? — golpeó su hombro con la rubia tomando el intercomunicador de la oficina y realizar la llamada tal como lo había realizado su amiga.

Al instante, Patricia le arrebató el aparato de las manos para colgarlo en su sitio, ganándose una mirada inquisitiva de la morena — ¡Ande! ¡Llame pues! Arme todo un drama de lo que pasó, como no se sabe otra.

Anunció de la manera más altanera que pudo para poder zafarse del aprieto en que estaba metida, sin embargo, no solo logró obtener una mirada matadora por parte de la Galván, sino también un juramento que escandalizaría a cualquier devoto de la religión. Enterrándose las uñas en las palmas de las manos, evitó que se lanzara sobre ella cual comadreja sobre su víctima. Patricia se dio la vuelta ondeando su larga cabellera y riendo orgullosa de haber dejado sin palabras a su eterna contendiente.

Yo, ¿en Betty la Fea?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora