Capítulo 16

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DISCLAIMER: Los personajes y situaciones narradas en ésta historia no me pertenecen, ésto es propiedad de Fernando Gaitán y RCN, yo solo escribo para mi entretenimiento y sin fines de lucro. Los únicos personajes de mi autoría son Esmeralda Galván y Andrés Rovira.

En serio que les debo una disculpa, hace muchííííííííísimo tiempo que no actualizo ésta historia y créanme que no ha sido por falta de ganas, sino de tiempo. He andado en mil cosas a la vez, pero seguramente ustedes no están aquí para que les platique mis crisis existenciales, sino que hay más de Betty, junto a nuestros entrañables personajes!

Sin más por ahora, les dejo el cap y les espero en el mensaje del final!

*~*~*~*~*~*~*~*

— Oiga m'hija, ¿cómo así que el Dr. Papasito nos va a invitar el almuerzo? — se mostró indignada Aura María una vez que el cuartel se encaminara al Corrientazo; la castaña esperaba llegar donde Doña Eugenia para tener una comida ligera. Soltando un bufido le miró con cierta molestia.

— ¿Acaso estás celosa? Mira que Freddy se ha quedado sin almorzar por tu culpa — respiró profundo evitando entrar en los detalles que ya conocía — chicas, no sé ustedes, pero yo deseo ir a los Mil Suspiros, ¿alguien quisiera acompañarme? — detuvo su andar aguardando la respuesta de sus compañeras. Al obtener una oleada de asentimientos, sonrió de lado con un poco de alegría. La cafetería de su socia se estaba volviendo reconocida y cuando menos pasaría un rato agradable sin tantas preguntas fuera de lugar.

Dos minutos habían bastado para que todo el cuartel se volviera cómplice de la dueña del sitio y conversar sobre el tema más relevante en ese momento: el "cuarteto amoroso" de su inquilina con el esperpento de economista, el heredero de la fortuna de los Rovira y el Vicepresidente Comercial de EcoModa. Hecha un ovillo al otro extremo de la larga mesa, podía oír el cuchicheo incesante de sus compañeras, en otro momento se habría sorprendido de ver a Beatriz tan animada con el tema.

Ahora solo podía ser presa de las especulaciones del aquelarre mientras engullía el almuerzo con total calma, aunque por dentro deseara rebanarles el cuello a todas ellas por indagar en su vida como si no estuviera presente. Miraba el reloj con insistencia aguardando el momento que pudiera salir corriendo y volver a su sitio de trabajo, aunque eso significase aguantar los alarmantes coqueteos del Dr. Calderón. Sentía que la situación se le estaba saliendo de las manos.

Abandonó el ascensor sin despedirse de alguna de las chicas, buscó la soledad dentro de la oficina de Vicepresidencia y descansó su alma al no encontrar al sujeto que había prendido todas las alarmas de la chismosa de Bertha. Si se sentía agobiada por todo lo que sucedía a Betty cuando ella no estaba, ahora entendía a la perfección ese sentimiento aplastante de intentar conservar las apariencias. Se golpeó la frente en el escritorio antes de oír un par de voces tras la puerta que la llevaba a la Sala de Juntas.

— ... por ejemplo, me llegó a las cuatro de la mañana, pero me trajo una serenata — le pareció escuchar al Dr. Calderón con una voz más suave, pegó la oreja a la puerta con mayor interés — Se me perdió nueve días, pero ésta mañana me llegó con unas flores soñadas y una tarjeta divina, no sé si perdonarlo — dejó escapar una breve risa. Sí, eran el presidente y vicepresidente todavía en plan de conquista.

Acercó una de las sillas a donde estaba, poniéndose cómoda para continuar espiando a sus jefes — ...con una esquela de éstas, usted mata a una fea — La cosa parecía ponerse aún más interesante, con la clara ventaja de conocer de principio a fin la novela, omitiendo ciertos detalles innecesarios, Esmeralda podía librarse de los cortejos de uno de los sujetos en esa sala.

Yo, ¿en Betty la Fea?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora