capitulo 25

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Algunos hombres susurraban a las espaldas de Madara, esto no les iba a dejar nada bueno así que lo más correcto era hacerse a un lado y dejarlo solo, cuando le informaron a Madara que lo se retiraban en esta guerra que no les correspondía, el hombre los tachó de cobardes e incluso de traicioneros, pero eso no les importaba, con tal de conservar la vida, así que sólo uno de ellos se quedó a su lado. Esa noche estaban cocinando a un animal que habían casado, Madara le llevó un plato de comida a Sakura pero ella se rehusó a probarlo, esto le molesto tanto al hombre quien le dijo que esperaba verla rogarle por un plato de comida, a lo que la joven le respondió que eso nunca llegaría a pasar. —Sasuke ¿Dónde estás? – se preguntaba a sí misma, no se atrevía a pronunciar el nombre de su esposo en frente de ese hombre ya que no sabía cuál sería su reacción. XXXX Sasuke y el francés cabalgaban en silencio, ninguno de los dos se atrevía hablar, los únicas palabras que se habían pronunciado en todo el camino era el de estar atentos a cualquier señal de campamento ya sea una luz de fogata o un olor a comida. El francés lo miró por rabillo de sus ojos, ese hombre se veía realmente preocupado por Sakura ya que miraba de un lado a otro con la esperanza de dar con su amada esposa y por alguna extraña razón deseo experimentar el mismo sentimiento de preocupación, le tenía un profundo cariño a esa dama, era solo un cariño de amigo que no iba más allá. — ¿Cuánto la amas? – Preguntó Damián rompiendo el silencio entre los dos — ¿Perdón? – Sasuke lo miró a los ojos y frunció el cejo pero no era de enfado si no de confusión, ya que esa pregunta lo había sorprendido —Si – asintió el francés — ¿Cuándo amas a Lady Sakura? Sasuke suspiró y miró más allá de la noche, mientras las imágenes de su esposa pasaban en su mente, la amaba demasiado, más que su propia vida, sólo esperaba encontrarla con vida y protegerá de todo, se había sentido culpable en los últimos días por haberle hecho tanto daño, él era el que debía estar sufriendo en estos momentos y no ella. —Más de lo que te imaginas – respondió el ojinegro – Ella es la mujer que tanto había deseado encontrar — ¿Entonces por qué caíste en esa mentira? —No sé – él negó con la cabeza – Tal vez me cegué, tenía miedo de entregarle mi corazón sin saber que ya lo había hecho hace mucho tiempo –Sasuke miró al francés — ¿Puedo preguntarte algo? – Ahora le tocaba a él hacer las preguntas —Adelante— asintió el joven — ¿Qué sientes por ella? — ¿Por Lady Sakura? – Preguntó y Sasuke asintió – Nada, debo confesar que al principio cuando la vi por primera vez me gustó, pero me lleve una decepción al saber que era mujer casada – dijo con desilusión— ,así que solo quise ser su amigo —Eres sincero Damián – dijo Sasuke – Y aunque no lo creas me alegra que ella tenga un amigo como tú—Gracias Sasuke – asintió alagado el francés – Tú también eres sincero y espero que Sakura pueda perdonarte ya que ella te ama Sasuke esbozó una sonrisa pues recordó que Sakura ya lo había perdonado ¡Maldita sea! Si no hubiera ido en busca de su hermano nada de esto estaría pasando, lo más probable era que en estos momentos ella y él estarían disfrutando de su reconciliación, pero se había sentido tan preocupado por si algo le hubiera llegado pasar a su hermano mayor. En ese momento Damián se puso serio al percibir un olor a carne de venado asada. — ¿Hueles eso? – preguntó y con la mirada comenzó a buscar la dirección de dónde provenía ese olor —Si – dijo Sasuke Ambos asintieron y se adentraron más al bosque, cuando el olor fue más fuerte, bajaron de sus caballos y ataron las cuerdas a un árbol que estaba cerca, revisaron si sus armas estaban cargadas, pero antes de continuar Sasuke detuvo a Damián. —Escucha, no conozco al hombre que tiene a Sakura, pero una cosa si te digo a mi me dejas al tal Madara Damián asintió y los dos comenzaron a seguir el aroma de esa comida, se ocultaron tras los arbustos y si, efectivamente se trataba de ellos y se alegró de que solo fueran dos hombreas, además a un lado estaba Sakura atada de pies, muñecas y boca, el francés miró a Sasuke y éste le dijo que tendrían que esperar el momento adecuado para entrar en acción. Uno de los dos hombres se levantó de la fogata y se fue a un rincón a orinar, Sasuke le tocó el hombro a Damián y asintió, el momento había llegado, así que ambos salieron de los arbustos. —Buenas noches caballeros, ¿Quién de ustedes dos es Madara?– preguntó molesto Sasuke Sakura al escucharlo abrió sus ojos y se alegró de verlo pero no estaba solo ya que también a un lado de él estaba Damián, quien no perdía de vista al hombre que estaba en un rincón. Madara al verlo se levantó y esbozó media sonrisa. —Vaya pensé que no me ibas a encontrar – dijo sarcásticamente —Pues pensaste mal— respondió Sasuke –...Madara —Veo que no hacen falta las presentaciones – comentó Madara – Sabes quién soy así como se quién eres tú, el maldito que asesinó cobardemente a mi hermano —Te equivocas – el ojinegro negó con la cabeza mientras le apuntaba con la pistola – Tu hermano murió como el perro que fue, así que si no quieres morir igual que él, será mejor que sueltes a mi esposa y huyas de aquí — ¿Y si no lo hago? —Atente a las consecuencias Hubo un momento de tensión en el ambiente, los cuatro hombres se miraban uno a los otros, Damián con el compañero de Madara, Sasuke con Madara, era como si se estudiaran con la mirada. El corazón de Sakura latía con fuerza ya que no deseaba que nada malo les pasara a Sasuke y a Damián. Se escuchó un disparo y Sakura cerró los ojos pero cuando los abrió, pudo ver a Sasuke y a Madara de pie, ambos sin una pisca de daño. Quien había detonado su pistola fue el mismo Madara, pero lo había hecho al aire y después la dejó caer en la tierra. Sasuke no le perdía ni un solo instante la vista, temía que ese hombre fuera y tomara a Sakura para obligarlo a arrojar su pistola, en cuanto más rápido terminara con él más rápido sacaría a Sakura del peligro que la asechaba. — ¿Qué haces? – Preguntó el ojinegro — ¡Recoge tu arma! – Ordenó —No – Madara negó y esbozó una sonrisa – Si voy a terminar contigo será limpiamente El hombre de dio la vuelta, pero Sasuke no lo dejaba de apuntar, se inclinó y de una cajita larga sacó dos espadas de una hoja filosa que se reflejaba a simple vista. Damián no dejaba de ver al hombre que tenía en frente, el tipo estaba temblando de miedo al ver la altura y el ancho cuerpo del francés por que comenzó a dar pasos hacia atrás y salir huyendo en la búsqueda del resto de sus compañeros. Cuando éste lo vio lejos de su alcance bajó el arma y quiso encaminarse hacia Sakura, pero Madara recargó la punta filosa de su espada en el pecho del francés. —Ni se te ocurra ir hacia ella – lo amenazó – O te mato aquí mismo El hermoso joven de ojos azules se vio obligado a retroceder un paso hacia atrás. Sasuke ya estaba harto de esa situación, así que tomó una decisión, si ese hombre lo quería solo a él, lo conveniente era hacer un intercambio él por su esposa y que Damián se la llevara lejos, ya después de que terminara con Madara se reuniría con ellos. —Deja que se la llave – comentó Sasuke llamando la atención del hombre – Después de todo es a mí a quien quieres matar — ¿Y dejar que testigos? – dijo esbozando media sonrisa —Ella no tiene nada que ver en todo esto – Sasuke trato de hacerlo entrar en razón – Tienes mi palabra de que ellos no dirán nada de lo que paso está noche Madara parecía entrar en razón, miro a la joven que estaba recargada en el tronco de un árbol y lo miraba con deseos de quererlo matar, entonces asintió. —Está bien – volvió la mirada hacia el francés – Llévatela, pero si me entero de que has dado partes a las autoridades, juro que te buscaré y te mataré Damián asintió y avanzó hacia Sakura, le quitó la mordaza de la boca y por último le liberó las muñecas y las piernas. La joven hizo el esfuerzo de mantenerse en pie y corrió hacia Sasuke. — ¿Qué crees que estás haciendo? – Preguntó la joven aferrándose a la camisa de su esposo —Le salvo la vida a la mujer que amo y a mi hijo Sakura lo miró y una lágrima resbaló por su mejilla a lo que Sasuke se la limpió con un dedo. —Te amo – le dio un beso en la frente – No lo olvides En ese momento le dijo a Damián que se llevará a Sakura, pero ella se aferró aún mas al cuerpo de Sasuke, por lo que el ojinegro tuvo que apartarla de él y entregársela al joven, los gritos de Sakura le desgarraron el corazón, cerró los ojos y apretó los puños, quería ir tras de ella, besarla, decirle que la amaba, que nada malo iba a pasar, pero primero tenía que acabar con el hombre que estaba en frente de él. Al sentir que su esposa ya no estaba Sasuke abrió los ojos y en ese momento Madara le lanzaba una espada en dirección hacia él. Él la tomó de la empuñadura y se puso en guardia. — ¡Por fin! – Dijo feliz Madara – Mi venganza se cumplirá Sasuke esbozó una media sonrisa – No si yo lo permito Y así, ambos chocaron sus espadas, el sonido era feroz, pero desde el primer contacto Sasuke supo que Madara no era muy experto en la esgrima pero no debía confiarse mucho, un hombre como él utilizaría todas las artimañas posibles para acabar con su rival. Madara dio otra estocada hacia el pecho de Sasuke, pero solo se desgarró la camisa, pues el joven se había echado hacia atrás. — ¿Es todo lo que tienes? – preguntó en tono burlón el ojinegro Damián llevaba casi arrastrando a Sakura, pues ella se aferraba con sus pies al piso. —Vamos Sakura – dijo el joven —No – Sakura negó con la cabeza – Debo volver con Sasuke – trató de soltarse —Él no tardará en reunirse con nosotros, confía en él —Aun así no puedo dejarlo solo Y así lo hizo, se saltó de las manos de Damián y regresó en busca de su esposo. Esta vez Madara había herido un brazo y la ceja izquierda de Sasuke, pues el ojinegro ya tenía manchado el rostro con sangre, en un intento por querer herirlo Sasuke se tropezó con algo y al suelo fue a dar dejando caer la espada en un lugar retirado a él, en ese momento Madara se acercó a él. —Te he vencido – dijo con una sonrisa de satisfacción y apuntando la punta de su espada en el pecho de Sasuke — ¿Tus últimas palabras antes de morir, Sasuke Uchiha? — ¡Vete al infierno! –el tono de Sasuke no sonaba del todo preocupante, pues sabía que si él moría tanto Sakura como su hijo estarían protegidos no sólo por su dinero si no por su hermano y los hermanos de ella En eso la joven al llegar de nuevo a ese punto, observó horrorizada como Madara levantaba su espada para clavarla en el pecho de Sasuke, entonces miró hacia abajo y contemplo la pistola de Sasuke se agachó hacia ella y... —Entonces despídete de este mundo Un disparo se escuchó y Madara cayó al suelo con un disparo justo en el corazón, Sasuke recargó la cabeza hacia atrás mientras soltaba la pistola que Sakura le había arrojado. Ella se acercó a él y lo ayudó a ponerse en pie. — ¿Estás bien? – fue lo único que pudo pronunciar el ojinegro Pero ella no dijo nada así que solo se limitó en abrazarlo con fuerza, no quería que la soltara, era como si la vida dependiera de un solo abrazo. —No me has respondido— susurró Sasuke justo en su oreja —Sí, estoy bien – ella asintió — ¿Y tú? ¿No te pasó nada malo? —No – él asintió y esbozó una sonrisa – Aunque me habría ganado si tú no me hubieras arrojado la pistola. Pero tenía más miedo por lo que te pudiera pasar— confesó recargando su frente en la de ella – Será mejor que regresemos a casa, Karoru y tus cuñadas están preocupada por ti Sakura asintió, ambos se miraron el uno al otro y antes de que pudieran sellar su amor con un beso los interrumpió Damián. —Chérie – dijo Damián con una voz entre cortada por la carrera a la que Sakura lo había sometido, pero al verla con Sasuke solo pudo esbozar una sonrisa – Me alegra que estés bien —Damián – Sakura se apartó de los brazos de Sasuke y fue directo a abrazar a su amigo – Lo siento Sasuke se cruzó de brazos para ver el gran cariño que se tenían ellos dos, había comprendido que él Damián no quería otra cosa con Sakura, solo amistad, ambos se dedicaron una última sonrisa hasta que ella regresó a los brazos de Sasuke. El ojinegro ayudó a Sakura a subir al caballo, pero antes de que él también lo hiciera, el francés lo detuvo. —Fue un placer conocerte Sasuke – extendió la mano hacia el Uchiha —Lo mismo digo – asintió el ojinegro —Bueno, yo me adelantaré – explicó Damián – Tengo un asunto pendiente que hacer – le guiñó un ojos a Sasuke y miró a Sakura – Nos vemos pronto Chérie —Cuídate Damián Damián asintió, subió a su caballo y salió a todo galope dejándolos solos. Sasuke subió al caballo justo atrás de Sakura y partieron de regreso a casa a paso lento. Sakura observó el cielo estrellado, esa noche era tan hermosa y por primera vez las cosas iban a ser diferentes ella estaba segura de eso, pero quería escuchar de la propia voz de Sasuke cuanto la amaba. —Sasuke...— rompió el silencio entre los dos —Dime – respondió el ojinegro en su oído — ¿Me amas? – Preguntó y se avergonzó un poco —Más que a mi vida – pasó una mano por la cintura y la atrajo un poco hacia él, Sakura recargó su espalda en el pecho de su esposo – eres la única mujer en mi vida a la que amaré por siempre — ¿Y qué hay de tu etapa de libertino? – volvió a preguntar pero esta vez con un poco de broma —Esa etapa ya paso – explicó Sasuke – Justo cuando me casé con una mujer que sería mi vida El ojinegro recargó su cabeza en la de Sakura y siguieron su camino, pero había algo más que aclarar y eso era la llegada de un nuevo ser a sus vidas. —Sasuke...— volvió a repetir el nombre de su esposo — ¿Si? – Dijo Sasuke —Hay algo que no te he dicho— Sakura se puso sería al escuchar una risa de Sasuke — ¿Ya lo sabías verdad? —Así es – asintió Sasuke – Un día Hinata se delató, Karoru trató de corregir su error pero Matsuri terminó por confesarlo, yo esperaba que fueras tú la que me lo diría —Quise hacerlo, pero el día que me enteré yo te encontré.... — Sakura hizo una pausa recordando aquella vez en que lo encontró en los brazos de otra mujer —Se justo lo que quieres decir – continuó él por ella — ¿Pero aún estamos a tiempo de comenzar de nuevo, no crees? Tú, él y yo Esa idea le pareció hermosa y por primera vez todas sus dudas se habían disipado, él le había confesado que la amaba y que sería la única mujer en su vida, así que sin miedo a nada creyó en sus palabras. Se sobresaltó cuando Sasuke paró el caballo y bajaba de él. — ¿Qué estás haciendo? – Preguntó Sakura cuando Sasuke la ayudó a bajar —Bueno, la noche es hermosa ¿No te gustaría bailar? – Dijo divertido — ¿Aquí? ¿En medio de la noche? — ¿Qué tiene de malo? – Él se acercó a ella – Besaste a un desconocido en un baile —Eso era diferente —Tienes razón – Sasuke asintió, y sacó dos antifaces de su saco, eran justamente los que habían usado aquella noche, le entregó a Sakura el suyo y después él se cubrió el rostro, Sakura lo siguió y se puso el antifaz – Todo hubiera sido diferente si aquella noche yo me hubiera acercado a ti – se acercó un poco a Sakura – Me hubiera presentado ante ti –tomó la mano de la joven – Sasuke Uchiha a sus pies my Lady – y la besó Y así ambos modificaron la historia de lo que pudo haber pasado ese día en el baile de máscaras en el cual ambos quedaron enamorados el uno del otro. —Sakura Namikaze, my Lord – Sakura hizo una pequeña reverencia — ¿Me complace está pieza, mi bella dama? – Preguntó seductor —No sé – ella negó – Mi padre y mis hermanos no lo permitirían —Solo una – insistió aún más seductor —De acuerdo— sakura asintió – Solo una Sasuke pasó una mano por la cintura de Sakura y la atrajo hacia él, comenzaron a bailar una melodía imaginaria. —Vez que tan sencillo hubiera sido todo – comentó Sasuke – Nos habríamos ahorrado tanto dolor —Lo mismo digo – Sakura asintió —Quiero que nunca olvides que siempre te voy a amar, mi enmascarada Acercó sus labios a los de ella y los besó como si fuera la primera vez que los probaba y ella también hizo lo mismo, se amaban y no existía nada ni nadie que pudiera acabar con ese amor. Meses Después... Sakura regresó a lado de sasuke, su relación había mejorado mucho y como él le había prometido nunca más le volvió a ser infiel para él solo existía ella y su hijo, Sasuke había vendido su casa y se habían mudado a la casa de los Namikaze, Sakura se había pegado mucho con Hinata y Matsuri y ahora que las tres estaban embarazadas, no se querían separar. Tres Días después de lo que habían pasado, habían llegado Naruto y Gaara de su viaje, Naruto estaba feliz de que su hermana y su cuñado se habían contentado, Sasuke y el volvieron hacer los mejores amigos y Gaara se había unido a esa amistad, Ese mismo mes todos habían asistido a la boda Itachi Uchiha e Ino Yamanaka, quien lucía hermosa y radiante. La pancita de Sakura había crecido mucho, incluso mucho más que las de Hinata y Matsuri, pero Karoru simplemente le explicó a la joven que tal vez el niño estaba un poco grande, a lo que ella no le dio importancia. Un día Sasuke estaba en la sala tomando un café y leyendo una invitación que le había llegado, Sakura entró y tomó asiento en un sillón que estaba justo en frente de él. — ¿Qué es? – preguntó al ver la invitación —Una invitación ¿A que no sabes quién se casa?— preguntó esbozando una sonrisa —No tengo idea – ella se encogió de hombros mientras se daba unos masajes en el vientre —Prepárate – dijo divertido Sasuke – Se nos casa nada más y nada menos que nuestro querido amigo francés Damián Dupont, con la distinguida señorita Karin Wells – esto último lo Hizo reírse, sabía de sobra que de señorita no tenía nada pero no era conveniente que hablara de su relación con ella, esa mujer estaba enterrada y ahora solo tenía respeto por ella — ¿Con ella? – Sakura arqueó una ceja —Sí, con ella – Sasuke asintió —Pues bueno, le deseo toda la felicidad a Damián Sasuke esbozó una sonrisa, avanzó hacia Sakura solo para levantarla del sofá, sentarse él y sentarla en sus piernas. —Pero apuesto que no serán tan felices como tú y yo – dijo acariciando las mejillas de Sakura y por ultimo su vientre, donde crecía el hijo de ambos Sakura esbozó una sonrisa y asintió – Estoy de acuerdo contigo. Te amo —No más que yo Así cerraba una etapa más, en donde el amor siempre triunfa sobre todas las cosas, Sakura y Sasuke siempre estarían juntos para superar cada obstáculo que se les avecinaba, siempre aconsejando a sus amigos que si algún día conocían a una enmascarada que les terminara por robar la razón, se acercaran a ella y le preguntaran su nombre, ya que no sabrían si correrían la misma suerte que él tuvo 

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