El nuevo amor de mamá

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En los días que siguieron, Eileen estaba demasiado contenta porque su petición fue aceptada por Dumbledore. Ella quería ser útil en el colegio, así que le pidió al director que le permitiera ayudar a la señora Pomfrey en la enfermería preparando las pociones que ella necesitara y también atendiendo a algunos pacientes ya que la madre de Snape tenía cierto conocimientos en sanación y conocía muchísimo de pociones curativas pues había aprendido de su mentor, el señor Millani.

La señora Pomfrey no solo estuvo de acuerdo sino que también estaba contenta, sí que necesitaba esa ayuda en la enfermería.

Había pasado un mes y medio y ni los alumnos ni los profesores habían logrado acostumbrarse a la presencia de Lockhart en el colegio.

El hombre solía vestir elegante hasta cuando trapeaba, siempre iba bien perfumado y únicamente se arremangaba las mangas de la camisa para no mancharlas, pero la mayoría de las labores las desempeñaba con magia, algo que alegraba en demasía al señor Filch, pero detestaba que siempre saludara a todo el mundo con amabilidad, que les guiñara un ojo o que sonriera, al parecer tanta simpatía era insoportable para el squib.

—¿Por qué les sonríe tanto? —solía preguntar a menudo Filch con el entrecejo fruncido.

—Solo hay que ser amable, mi querido amigo —respondía su compañero alegremente.

Pero Lockhart era especialmente amable con la madre de Snape, algo que al pocionista no lo tenía precisamente contento, incluso le pidió que se mantuviera alejado de ella y él le respondió que solo quería ser amable.

Constantemente besaba la mano de la mujer al saludarla y de vez en cuando le regalaba bombones o flores.


Un día en particular, Lockhart estaba limpiando el invernadero junto con el señor Filch y un poco de pus de bubotubérculo hizo contacto accidentalmente con la piel de su mano derecha. Chillando de dolor, fue ingresado en la enfermería por su colega pero al llegar allí pidió ser atendido únicamente por la madre de Snape, lo que desconcertó a la señora Pomfrey y halagó a la aludida.

—Eres un holgazán, lo hiciste a propósito para no trabajar, ¿verdad? —se quejó el señor Filch mirándolo con suspicacia.

—Eso no tiene sentido, Argus —protestó Lockhart mientras Eileen le aplicaba esencia de díctamo—, además, yo podría seguir ayudándote incluso con la mano vendada porque para eso puedo usar magia, por eso siempre terminamos el trabajo más rápido, ¿o no?

—Y ahora estás restregando tu magia en mi cara —riñó el señor Filch.

—Señor Filch, por favor deje de molestar a nuestro paciente —lo reprendió la señora Pomfrey empujándolo ligeramente hacía la puerta, aunque consideraba que las palabras de Lockhart habían sido en efecto un golpe bajo.

—Es cierto —secundó Eileen—. Además, quizá por la tarde ya se encuentre mejor.

—Si me sigues cuidando tú, eso es seguro —dijo Lockhart provocando que ella se ruborizara.

—Ya vengo, querida —dijo la señora Pomfrey—. iré a buscar los ingredientes que me pediste anteriormente.

La sanadora salió por la puerta de la enfermería dejando a Eileen y a Lockhart solos. Ésa era una oportunidad que de seguro él no iba a desaprovechar, de modo que comenzó a quejarse de dolor.

—No se preocupe, señor Lockhart —dijo la mujer acercándose a su cama para tranquilizarlo—, es natural que le duela un poco pero cuando la esencia de díctamo surta efecto se sentirá mejor, lo prometo.

El regreso de Eileen Prince SnapeWhere stories live. Discover now