Un cumpleaños muy feliz

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La familia Snape se encontraba radiante aquel día, estaba como siempre congregada junto a sus amigos, esta vez en la madriguera. Las mujeres inflaban contentas varios globos con ayuda de sus varitas que luego suspendieron en el aire para la ocasión.

La señora Weasley se acercó a una gran mesa que habían colocado en medio del jardín, llevaba en las manos un hermoso pastel con forma de unicornio rosa, sobre el cual colocó dos velitas. Los niños corrían de un lado a otro persiguiéndose entre sí, los hombres hablaban mientras disfrutaban de un delicioso hidromiel.

En ese momento, la chimenea de la sala de los Weasley se iluminó con una llamarada esmeralda que los presentes pudieron advertir desde el jardín.

—¡Han de ser el profesor Dumbledore y la profesora McGonagall! —dijo Percy con emoción yendo a comprobar.

En efecto, eran el profesor Dumbledore y su esposa los que acababan de llegar en ese momento, ambos muy felices, la profesora McGonagall sostenía en sus manos una caja envuelta para regalo.

—¿Dónde está mi ahijada y nieta? – Preguntaba el director de Hogwarts.

- No puedo creer que ya esté cumpliendo dos años – Añadió MacGonagall muy emocionada.

- ¡Allí está! – Dijo Lily después de saludarlos, señalando con el dedo a la pequeña que en ese momento saltaba en un trampolín junto a Ted Lupin y Regulus Lestrange.

El hermoso vestido blanco que llevaba la niña, hacía resaltar aquella hermosa y radiante mata de cabello rojo, tan intenso como el de su madre que enmarcaban un rostro en extremo tierno y con señas de que en el futuro sería una mujer tan hermosa como Lily.

- Cielo, ¡ven aquí! – Le pidió Severus a su pequeña hija extendiendo los brazos hacia ella.

La niña posó sus hermosos y negros ojos llenos de alegría sobre la pareja que acababa de llegar.

—¡Papi! son mi abuelito y mi abuelita.

—Sí, cariño —le respondió Snape con un tono cariñoso.

Rose le dio un beso a su padrino y otro a la esposa de este. Desde que aprendió a hablar, le gustaba llamar a Dumbledore y a MacGonagall, "abuelos" y a ellos ese gesto los conmovía y les agradaba.

—No puedo esperar a que ya tengas edad de entrar a estudiar a Hogwarts —dijo el viejo muy emocionado sosteniendo a la niña en brazos—. Ojalá que aún viva para verlo.

—Abuelito, quero estudiar magia ahoda —dijo Rose con su pequeña voz, todos rieron.

—Ahora eres muy pequeña aún ¡Ve a jugar con tus amigos! —le dijo su padrino mientras reía.

—¿Aún no han llegado Jean Baptiste y Eileen? —pregunto MacGonagall.

Lily negó con la cabeza y luego agregó:

—No han llegado todavía de su viaje a Francia, pero no deben tardar, tampoco han llegado Harry, Ginny, Hermione ni Ronald, por eso no hemos cortado el pastel.

Pero otro fogonazo esmeralda en la sala de la casa distrajo la atención de todos.

—Debe ser cualquiera de ellos —dijo Severus.

A los pocos segundos, Hermione y Ron salieron a los jardines, ambos muy sonrientes, ella traía un regalo para Rose y Molly al verlos corrió a abrazarlos.

—¡Ohh! ¿Cómo están? Cuanto tiempo sin verlos —dijo.

Ron y Hermione rieron.

—Mamá, si sólo llevamos sin vernos una semana —aclaró el muchacho—, venimos cada fin de semana.

El regreso de Eileen Prince SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora