El regreso de Eileen Prince Snape

Una gran decepción

Allí estaba Eileen Prince con los puños apretados por la ira y el dolor, sintiéndose frustrada y humillada pues de nuevo alguien la hacía sufrir. Severus tuvo mucha razón en sus conjeturas, Lockhart era un malnacido.

Ella sintió que su corazón se hizo añicos y que ni en un millón de años podría reparar el daño, pero no iba a llorar, ya no.

Eileen dio un paso al frente al tiempo que Narcisa y Molly se pusieron a cada lado de ella para que no cometiera una locura, pero se olvidaron completamente de Bella que, dominada por la rabia, se abalanzó sobre Rita Skeeter, la sujetó de los rizos y comenzó a atacarla.

—¡Ahhhh! ¿Qué te pasa? ¡Suéltame! —gritó la periodista aterrada, recordando el viejo prontuario de la ex mortífaga.

—¡Bella, suéltala, no te rebajes a su nivel! —gritó Molly.

—¡Bellatrix, ya basta! —dijo Narcisa.

—Mi amor, yo puedo explicarte —habló Gildelroy desesperadamente.

—Tú a mí no me hables, ¡bastardo! —espetó la madre de Snape furiosa—. Bellatrix ¡Por Merlín! Ya es suficiente, no vale la pena.

—¡Suéltame, maldita mortífaga! —dijo Skeeter tratado de quitársela de encima.

Al oír aquello, Bella le soltó una bofetada que hizo que se le torcieran las gafas.

—¡Jamás vuelvas a llamarme de esa manera! —espetó Bellatrix respirando agitada y volvió a tomarla de los cabellos, pero la astuta periodista hizo gala de su extraordinaria transformación, convirtiéndose en un escarabajo que posteriormente escapó por la ventana.

—Se me olvidaba que la muy... era una animaga no registrada —se lamentó Bellatrix pateando el suelo mientras sostenía algunas hebras de cabello rubio.

—¡Eres un desgraciado, Lockhart! —expresó Narcisa mirándolo con todo el desprecio del que fue capaz.

—¡Salgan de aquí! —ordenó el mago—. Déjenme solo con Eileen. Mi amor, necesitamos hablar de esto, quiero explicarte... —dijo tomándola del brazo.

—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar —respondió la mujer zafándose.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó el señor Filch—. ¡Salgan todos!

—Sí, eso será lo mejor —dijo Lockhart tomando nuevamente a Eileen del brazo y obligándola a salir, las demás se fueron tras su amiga.

—Será mejor que la sueltes —ordenó Molly Weasley con vehemencia, pero no fue escuchada por él que siguió llevándose a Eileen en contra de su voluntad hasta un aula vacía dónde la encerró después de quitarle la varita.

—Yo no quería hacer esto por no causar revuelo pero... tendré que decírselo a Severus —dijo Bellatrix.

—Bella, eso empeorará las cosas, imagínate como se pondrá —dijo Narcisa nerviosa—. Tenemos que ver que hacemos por nuestra cuenta.

—¡DÉJAME SALIR DE AQUÍ! —gritó Eileen desde su encierro.

Las tres amigas giraron el rostro hacía la puerta cerrada.

—Nunca pensé que diría esto pero estoy de acuerdo con Bella —la apoyó Molly—. Es que tarde o temprano Severus tendrá que enterarse del engaño de Lockhart y además, probablemente Eileen está en peligro.

Las tres mujeres se dirigieron hacía la habitación de Severus y Lily para alertarles de lo ocurrido mientras en el aula vacía, Eileen forcejeaba con Lockhart para que la dejara salir.