El rescate

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Severus, se colocó la capa invisible de Harry que éste le prestó para aquella ocasión y continuó avanzando a través del bosque, quería evitar cualquier altercado antes de llegar a su destino, o que lo tomaran por sorpresa. Los demás esperaron hasta que él hubiese avanzado lo suficiente para ir tras él, tenían que salir de los previos de Hogwarts para poder hacer la posterior aparición en el lugar acordado.

El profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras y Pociones estaba muy nervioso conforme avanzaba, pero no por su propia seguridad sino por la de su madre, además imaginaba el sufrimiento de ella y el de Lily si los mortífagos llegaban a lastimarlo, definitivamente el plan tenía que funcionar, tenía que llegar solo al lugar que acordó con Macnair para ganarse la confianza de éste y de Rookwood.

Detrás de él, Alastor Moody, los aurores y los miembros de la Orden del Fénix ya habían salido de los previos de Hogwarts y esperaban atentos la señal.

- Ahora sólo nos queda esperar – Dijo William Granger sin dejar de mirar la pantalla del teléfono celular.

- Si, pero en cuanto llegue esa señal usted deberá regresar en compañía de algunos de mis aurores señor Granger – Le advirtió Ojoloco.

- Pero ¿por qué? – Objetó el hombre – Si ya he llegado hasta aquí no entiendo por qué no deba seguir avanzando, estoy rodeado de excelentes magos ¿No es así?

- Gracias por el elogio señor Granger pero le recuerdo que usted es muggle y por lo tanto muy vulnerable en una batalla que implica encantamientos y maldiciones que usted, con todo respeto, no puede conjurar – Explicó Moody – En pocas palabras ya conoce el dicho, mucho ayuda el que no estorba.

El muggle bufó entre molesto y decepcionado.

- Tranquilo amigo, nos quedaremos contigo – Dijeron los Longbottom.

A sólo unos palmos del valle de las Ninfas, Rookwood y Macnair esperaban impacientes dentro de la cúpula de protección que rodeaba la cabaña.

Severus estaba llegando ya al valle y vio cuando una hermosa mujer de cabellos verdes salía del hueco en el tronco de un árbol de cedro mirando con una sonrisa el cielo ya teñido de rojo. El hombre comprendió entonces que se trataba de una ninfa del bosque, ella se unió a las demás que salieron de otros árboles y comenzaron a bailar entorno a una hoguera que hicieron aparecer por arte de magia. Snape dedujo que aquella debía ser la danza del crepúsculo que celebraban las ninfas cuando cada día llegaba a su fin, pero él no se quitó la capa invisible sino que se alejó de las ninfas para situarse detrás de un árbol de tronco grueso y así aguardar a que los hombres aparecieran con su madre, quería ver si era cierto que ella estaba viva, y de ser así no quería arriesgarse a que sus captores lo sorprendieran jugándole sucio, él sería quien los sorprendería.

Aguardó sólo unos segundos con la mirada fija en un claro que estaba frente a él y de repente vio a los hombres salir junto a su madre de la nada.

- ¿Qué rayos?... ¡Ah! Ya comprendo – Se dijo a sí mismo contento de ver a su madre – Deben haber estado bajo un encantamiento desilusionador.

Severus se fijó en que Rookwood iba desarmado, pero Macnair llevaba la varita puesta sobre el cuello de Eileen amenazándola mientras la hacía caminar a empujones hacia el valle. Snape sacó entonces el teléfono celular del bolsillo, el cual no tenía ni una barra de cobertura. No había pensado en eso, tenía que pensar en algo y rápido, debía evitar que los mortífagos llegaran al valle antes de que sus amigos se aparecieran allí, pero ¿Cómo lograría avisarles?

El regreso de Eileen Prince SnapeМесто, где живут истории. Откройте их для себя