Capítulo 11 - Conociéndonos

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Capitulo 11: Conociéndonos.

 

PDV Marion.

Solía conducir a la perfección, pero ahora sentía que recién estaba aprendiendo…no sabía si ir lento, para que él no se asustara (no sabía si estaba acostumbrado a las motos) o rápido, para atender su herida cuanto antes. Así que iba indecisa, subiendo y bajando la velocidad a cada momento. Quizá él no le diera tanta importancia, y solo estaba así de preocupada por querer hacerlo sentir lo mas cómodo posible. Después de todo, se había golpeado por mí. Por haber estado distraída. Y había sido increíblemente rápido…no lo había visto antes de salir, pero seguramente había estado junto a la puerta, o saliendo. Y para ser el golpe de un auto, que iba bastante rápido, una lesión en la mano era tener mucha suerte. Por otro lado, también estaba trayendo a un desconocido a mi casa. Quería convencerme de que era lo correcto, pero era bastante difícil.

Finalmente llegamos y estacioné la motocicleta junto al garage.

-Aquí es.-señalé, y luego me pateé mentalmente por decir semejante idiotez, ¡era obvio que era aquí!

El sonrió levemente.

-Esta bien.

Entramos a la casa, y le señalé la cocina.

-Buscaré un paño y gasas.-abrí un cajón de la alacena y saqué unas cuantas gasas blancas, luego mojé una toalla pequeña y me acerque de nuevo a él.

Parecía haberse estado tocando de nuevo la herida, y cuando le desenvolví el trozo de tela vi su golpe entre los nudillos, pero habría jurado de que había sido cerca de la muñeca…

De cualquier manera, la herida sangrante estaba ahí, así que la limpie con el paño mojado. Fruncí el ceño.

-Pero…tenia tierra, de la parte frontal del carro.-y como había creído, la tierra estaba en su muñeca…

-Eh…me lo limpie-dijo él.-para que no tuvieras que molestarte.

-Oh, vamos, ¡esto no es molestia!- sacudí mi cabeza y limpié su mano en general suavemente, cuidando de no lastimarlo. Luego se la vendé mejor con las gasas.

-Bueno…ya quedó, solo falta esperar a que cure.-forcé una sonrisa.

El comprobó el estado de su mano.

-Te lo agradezco mucho, Mar…-se detuvo, y unos momentos después sonrió.-chica de la librería que no me dijo su nombre.

-Marion, ¿y el tuyo?

-Connor…te estrecharía la mano pero…-señaló su brazo envuelto en la gasa.

Reí entre dientes.

-Y cuantos años tienes, ¿Connor? pareces joven para trabajar.

-Diecisiete, ¿y tú?

-Dieciséis -respondí, y fruncí levemente el ceño.-pero…¿no deberías estar estudiando?

Se encogió de hombros.

-Estudio en casa, pero ahora tengo algo así como vacaciones.

-¿Vacaciones trabajando?

Rio por lo bajo.

-"algo así".

No pude evitar echar inconscientemente una mirada por la ventana…el lobo podría aparecer en cualquier momento.

Entonces Ronnie entró por la pequeña puerta para perros. La última vez que lo había visto, estaba echándose una siesta en el patio trasero, seguramente recién había olfateado a Connor. Saltó hacia él gruñendo, dispuesto a atacarlo.

Y podría jurar que por una fracción de segundo Connor también mostró los dientes, como si fuera a morderlo, pero pronto se recompuso.

Lo tomé del collar y lo sostuve.

-¡Ronnie, no! ¡Perro malo! Lo lamento…el no suele ser así con las visitas.

-Esta bien, no es nada.-él sonrió-los animales no se llevan muy bien conmigo.

Hice un esfuerzo y estiré hacia atrás al perro que se retorcía en mis brazos para atacarlo. Apenas era capaz de contener su enorme cuerpo de puro músculo, gracias al ejercicio de caza. Pero de alguna forma lo logré y pude sacarlo afuera, trabando la puertita.

-¿Es muy amigable, no?-dije con ironía.

El mostro una amplia sonrisa, y se sacó la chaqueta negra. Traía una camisa mangas cortas, también negra, y pude ver un tatuaje de una serpiente en su brazo izquierdo; la forma en que su marcada musculatura dibujaba extraños movimientos en la serpiente cuando el estiraba o flexionaba su brazo era casi hipnotizante.

Cuando me di cuenta de que lo había mirado fijamente demasiado tiempo la desvié.

-Y...¿cómo lograste llegar tan rápido al auto?

-Eran un poco pasadas las 8:30, ya había terminado mi turno. Estaba saliendo cuando te vi.

-Ya veo…tiene sentido.

No había razón para que aun se quedara aquí, ya había atendido su herida. Aun asi no quería que se fuera, había algo en el familiar, que me hacia sentir cómoda. Como si lo conociera desde hace mucho tiempo. Quería que tuviera mi numero de celular, que me llamara. Volverlo a ver.

-¿Te parece si te doy mi numero?…por si me recomiendas algún libro, o necesitas algo, cualquier cosa…-mi forma “discreta” de querer que sigamos en contacto resulto patética. Sin embargo el pareció alegrarse.

-Claro-dijo jovialmente-

Anoté en una agenda junto al teléfono mi número y se lo extendí.

Él lo tomó y sonrió, guardándoselo.

De pronto dirigió su cabeza hacia la puerta, con la mirada lejana, como si hubiera escuchado algo.

-Am…yo…tengo que irme, lamentablemente. Jack…el padre del amigo del que te hablé va a preocuparse, es bastante estricto.

-Oh, esta bien, no hay problema.

-Gracias de nuevo por esto-señaló su brazo- y…por esta tarde.

Yo sonreí.-gracias por salvarme la vida.

El también sonrió y se fue.

Estaba por preguntarle como pensaba volver a su casa, pero cuando salí no lo vi. Que extraño pensé, con el ceño fruncido. Pero entré de nuevo a la casa, y creo que sólo pasó medio minuto cuando llegó mi padre del trabajo.

Huellas De Un LoboOnde histórias criam vida. Descubra agora