Capítulo 21 - La calma después de la tormenta...¿o la de antes?

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Capítulo 21: La calma después de la tormenta...¿o la de antes?

PDV Connor.

No podía moverme. No quería moverme. Sentía una extraña calma, como si nada importara. Ningún sonido llegaba a mis oídos, no podía percibir el suelo debajo ni ver el cielo arriba. Las memorias de lo que recientemente había pasado parecían esconderse y rehuír mi conciencia. Tenía los ojos entornados, apenas lo suficientemente abiertos para ver lo que tenía frente a mi. Y era extraño.

El caos que se desataba a mi alrededor, los hombres y los lobos que peleaban, parecía totalmente lejano y desentonaba con el silencio y la tranquilidad que sentía. Sí, era muy raro.

Divisé vagamente poco después a un hombre, que era diferente a los demás. Era viejo y no tenía arma alguna, sus ropas se veían gastadas y no parecían las de un cazador. A través del desastre, me miraba con fijeza; manteniendo un porte firme y un aire tranquilo. Mi mente estaba tan quieta como mis músculos, y realmente no intenté sacar conclusión alguna.

Segundos, minutos o quizá horas después, no tenía idea, algo pasó. Hubo un cambio en la escena violenta. Luché por mantener la conciencia mientras observaba distendidamente lo que pasaba. Más personas llegaron, casi una multitud. Se veían enojadas y determinadas, pero no nos atacaron. Creo que gritaban. Llevaban carteles en las manos, con imágenes de lobos y palabras en un rojo que resaltaba, pero que no alcanzaba a leer.

Algo empezó a repiquetear en mi mente con pereza. Apareció una distorsionada imagen del padre de Marion, y su voz difusa y cansada diciendo “Si vienes como esos defensores de derechos de animales a complicar todo más...”

Defensores de animales... si hubiera podido siquiera abrir la boca, hubiera reído. Aunque hubiera sido una risa más incrédula que de humor. Nunca, ni en mis más impulsivas ideas, podría haber imaginado que esas personas pacifistas que no hacían más que quejarse ante los medios serían de ayuda alguna vez. Pero sin embargo aquí estaban, distrayendo a los cazadores.

Entonces mi confusa atención volvió una vez más al hombre viejo, de pelo gris. Ya no me observaba inmóvil. Ahora alcancé a distinguir que arrastraba del pescuezo a un inconsciente Luka, y lo subía a una camioneta. Desapareció de mi campo de visión, y cuando volvió, estaba llevando otro cuerpo lobuno, esta vez semi consciente, que por su blancura supuse que era Jack. Mis ojos se cerraban, y mi atención se distrajo una vez más. Toda esa gente discutiendo, pero sin que el ruido que hacían llegara a mis oídos, como si hubieran embotado todos mis sentidos.
Había expresiones furiosas por todos lados. Tanto los cazadores como los activistas se enfrentaban verbalmente. La imagen empezó a volverse difusa, como si alguien la estuviera borrando, y mis párpados pesaron más que nunca.

Entonces percibí un contacto con la realidad. Unos dedos buscaron mi piel, un poco más arriba del lomo, y se aferraron a ella firmemente. Este toque despertó todos mis sentidos. Los ojos se me abrieron y la imagen antes distorsionada era clara. Los ruidos llegaron a mis oídos como una explosión: gritos, pedidos de ayuda por los humanos heridos, gente furiosa, los motores de los autos, las pisadas en el suelo. Cada sonido se filtraba a mi cabeza y la sacudía, como un violento torbellino. Volví a sentir la tierra, y supe que esa mano que me había agarrado ahora me arrastraba, mi cuerpo moviéndose a través del suelo dejaba marcas de tierra removida. Levanté la cabeza y ví al hombre de pelo gris, llevándome inexpresivo.

Lo siguiente que supe fue que mi cuerpo chocaba contra el contacto del metal; distinguía el olor de los neumáticos y el acero de un vehículo. Vi cuerpos cubiertos de pelaje a mi alrededor y enseguida supe que eran mi manada, y que estábamos en el cajón de una camioneta.
El viejo se subió, encendió el motor, y la gran camioneta avanzó con un gruñido, dejando surcos de tierra, a través del bosque, alejándonos de la furiosa escena sin que nadie lo notara.

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