Capítulo 22 - ¿Qué pasó con los lobos?

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Capítulo 22: ¿Qué pasó con los lobos?

PDV Marion.

Habían pasado cuatro días desde que dejara aquella furiosa escena en el bosque. La mañana después de eso había encendido la televisión, con el mando a distancia temblando en mi mano, para ver con qué resultados me encontraba. No podía quitarme de la cabeza la idea de que mi lobo podría no haber sobrevivido, y que yo me había ido sin más, sin defenderlo como él me había defendido a mí contra el enorme lobo blanco.
Pero lo que mostró la pantalla de las noticias locales me dejó pasmada. Los activistas a favor de los derechos de los animales habían interferido, y todo se había vuelto una confusión entre la pelea verbal. No habían tardado en llegar paramédicos, y en total había cuatro heridos de gravedad y dos muertos, uno en la escena y otro apenas llegar al hospital. Lo que más me hizo fruncir el ceño en desconcierto fue que alguien, y nadie sabía quién, se había llevado a todos los lobos en una camioneta blanca, y había desaparecido. Entre las 4x4 de los cazadores y las ambulancias que habían dejado marcas de ruedas por todos lados, era imposible rastrear su paradero. Tampoco entendían cómo simples lobos habían logrado causar tantos problemas, sobretodo con un equipo de caza preparado. Algunos cazadores afirmaban que eran las bestias caninas más grandes que jamás habían visto.


Y yo no estaba segura de cómo reaccionar ante el hecho de que simplemente se hubieran esfumado. No tenía idea de si era algo bueno o malo, porque simplemente no sabía nada. No pude armar en mi cabeza alguna explicación de por qué alguien se los llevaría de esa forma, tan clandestinamente. Quienes los querían muertos, los hubieran dejado a merced de los cazadores, y los únicos que podrían estar interesados en salvarlos eran los activistas.

Y tres días después, aún no tenía idea de qué podía haber sido, ni tenía noticia alguna de ellos. La policía se había lavado las manos con esto, puesto que la partida de caza organizada era proveída por las familias de aquellos excursionistas muertos y no mantenida por el gobierno. Lo único que había por hacer era seguir buscando rastros. Y yo necesitaba relajarme.

No había pensado en otra cosa desde ese día. Quería hablar con alguien, y la primer persona en la que había pensado era Connor. Pero lo había llamado tres veces y no contestaba el teléfono. Jason tampoco era una opción, ya que estaba en un corto viaje familiar de unos días a un campo. Sonreí ligeramente al imaginar la mini van cargada con cinco hermanos y el rostro turtuoso de mi amigo.
De modo que estaba sola con mis pensamientos. Había logrado distraerme un poco dibujando un bosque nocturno y luego un atardecer, o ayudando a mi madre con sus pinturas. Ella casi nunca salía de la casa, le encantaba encerrarse en su estudio y a veces solo mirar por horas un lienzo en blanco, alegando que “estaba diseñando con la mente”.
También había matado el tiempo poniéndome los cascos, buscando mis canciones guardadas favoritas y sentándome en el banco del patio. Pero esto me ponía demasiado nostálgica y pronto tenía que volver a entrar a la casa.

Afortunadamente, mi padre por fin había decidido desistir de formar parte de los cazadores. Decía que las cosas habían ido demasiado lejos, y que <<si esos malditos lobos querían seguir escabulléndose bueno, que así fuera>>.

Pero para mí no era tan fácil desprenderme de ellos. O de él, más específicamente. Había un lazo que no podía explicar que me atraía a ese lobo de pelaje gris y blanco. Se me ocurrió pensar que éramos como imanes, atraídos entre sí por ondas magnéticas. Y esta idea me hizo sonreír con una calidez en mi pecho. Porque después de todo, los imanes tiraban implacablemente para volver a reunirse, y, con un poco de suerte, eventualmente lo hacían.

Connor POV.

Estaba sentado en el raído sillón de la cabaña, con un aire ligeramente preocupado. Luka y Kim estaban a mis costados, esta última con una expresión nerviosa; y Sharon estaba entre sentada y parada en el posabrazos del sillón. Jack nos había reunido para ver qué haríamos ahora, y yo, sin saber por qué, tenía un mal presentimiento respecto al tema.

Era el día siguiente desde que había despertado. Me había dado tiempo de saciar el hambre, y de recorrer la cabaña; aunque no es que hubiera mucho que ver. Era bastante pequeña y de aspecto viejo, la única luz que teníamos entraba por las ventanas, y los muebles parecían como si fueran a quebrarse de un momento a otro. Pero servía a nuestros propósitos de reponernos.
Cuando me había levantado y había caminado fuera de la habitación donde había pasado los tres días inconsciente, había encontrado a Kim revolviendo un armario, a Luka comiendo una gallina y a Sharon en el patio, en su forma lobuna. Me dirigió una mirada seria mientras su pelaje gris y negro se agitaba con el viento, y luego se alejó.

Y tambien tuve oportunidad de conocer al “Lobo Gris”. Su verdadero nombre era Garret Holmes, y Kim había estado bastante acertada en cuanto a lo que me había dicho sobre él. Era frío y con una mirada calculadora y un porte firme. Hablaba poco, pero mantenía la cordialidad. Debía de rozar los 60, y sin embargo se veía saludable. Ante mi curiosidad de por qué no tenía una manada, me contestó con sequedad que no necesitaba una.
Jack, por otro lado, apenas si me había dirigido la palabra. Casi parecía tener una mirada de culpabilidad cuando dirigía los ojos hacia mí, y esto me secaba la boca y creaba una preocupación cada vez mayor.

Recorrí mi tatuaje con los dedos con impaciencia mientras esperaba que el líder apareciera por la puerta. Había tenido un tiempo de rebeldía siendo más joven, donde había creído que una vida humana sería lo mejor para mí, y este tatuaje me recordaba a ese tiempo. Me lo había hecho de una serpiente enroscada, e incluso tenía un pequeño departamento que compartía con un drogadicto. No era la persona más amigable, pero vivía tan dopado que no tenía que preocuparme de que notara algo raro en mí, o que hiciera preguntas respecto a dónde estaban mis padres al ser menor de edad. Pero mi “humanidad” no duró demasiado. No podía controlar mi necesidad de cazar ni conformarme con animales. Y luego una víctima tras otra hizo que lentamente mi fachada se fuera desmoronando, hasta que no tuve otra opción más que huír a los bosques, y ahí fue cuando encontré a Jack y a Kim. Poco después de eso llegaron Sharon y finalmente Luka.

Finalmente, la puerta se abrió y Garret entró, seguido de Jack. Este último se puso enfrente nuestro, mientras que el hombre mayor mantuvo su distancia.

-Los reuní porque es evidente que tenemos que decidir qué vamos a hacer ahora. -dijo, y noté que evitaba mirarme directamente.
-Intentamos mezclarnos entre los humanos, pero es claro que eso no funciona. Quisimos suprimir a los cazadores y fallamos en el intento. Los humanos están sobre nuestro rastro, y no podemos seguir así. Lo último que sabe la gente es que un hombre se llevó a los lobos. Con Garret hemos decidido que él aparecerá con cuerpos de lobos comunes y dirá que los quería matar por su cuenta por algún rollo de venganza personal, pero que las familias de las víctimas pueden quedarse con las pieles; y listo, caso cerrado. Decidí que luego de eso la mejor opción que nos queda es irnos. Seguir la carretera hasta salir de la ciudad, o del país incluso, y empezar de nuevo en algún otro bosque cercano a un pueblo.

Esperó a ver nuestras reacciones. No estoy seguro de cuáles eran las expresiones de mis compañeros, pero la mía probablemente reflejaba el desconcierto que sentía. ¿Dejar la ciudad? ¿Dejar a Marion? Todos allí sabían que yo no podía hacer eso.

Miré a Jack, como cuestionándolo con la mirada. Él solo hizo un gesto de “ahora no, después”.

-Los cazadores nos vieron y notaron nuestro gran tamaño, ¿que sucederá si cuando ven los cuerpos de lobos comunes dicen que no fueron estos quienes atacaron?- inquirió Sharon. Tenía los brazos cruzados pero su postura se veía bastante relajada.

-Añoran tanto una resolución que se conformarán con lo que sea.-dijo Garret con una voz grave.

-Ese día fue una gran confusión para los humanos -se explayó más Jack- y los cazadores están heridos, lo que disminuirá las posibilidades de que, aún si dicen que no son los verdaderos lobos, les crean.

Sharon asintió con tranquilidad. Pero yo no podía estar tan calmo como ella. Sin mirar a nadie, me levanté y salí de la habitación. No tardé en salir también de la cabaña y acabé rápidamente en el bosque, en donde adquirí mi figura lobuna. Empecé a trotar sin una dirección en especial, quería despejar mi mente. No podía terminar de creerme que Jack, aún sabiendo que yo tenía a Marion, decidiera que dejáramos el pueblo. Aunque no había dado tampoco una orden explícita. De todas maneras, algo me decía que esto aún no era todo, que había algo más escondido en su “hablaremos después”; y que esto no iba a ser nada agradable.

Huellas De Un LoboOnde histórias criam vida. Descubra agora