Capítulo 16 - El Rescate (parte 1)

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Capítulo 16: El Rescate (parte 1)

PDV Marion

Creo que nunca me sentí tan aliviada en mi vida que cuando contemplé al gran lobo de pelaje marrón y negro en la jaula. No era él, no era mi lobo.

Mi padre me miró extrañado ante mi reacción, y sacudió la cabeza.

-Si necesitas algo ya sabes dónde estoy.

Me dijo, entrando por una puerta cercana, la de su oficina.

Asentí y me acerqué un poco más a la jaula, agachándome frente a ella. Era bastante grande, me llegaba hasta la cintura. Estaba en un rincón del pasillo. Dentro pude ver a la loba, se había echado hacia atrás todo lo que el reducido espacio le permitía, y me miraba con las orejas gachas y el pelo erizado, gruñendo en advertencia. Pero podía ver en sus ojos amarillos el miedo que en realidad sentía.
Más allá del alivio, me sentí triste por el pobre animal. Sí, había atacado a personas inocentes, pero eso no hacía que ella misma fuera menos inocente. Después de todo, actuaba por instinto y no por maldad. Pero pelearse por quién la mataba sí era algo bastante malo, y hacerla pasar hambre hasta que se decidieran, ya era cruel. ¿Pero qué podía hacer yo contra todos los que reclamaban su cabeza?

Solo pude sentarme junto a los barrotes, mirándola con pena. Ella pareció notar que no quería hacerle daño, y se tranquilizó un poco.

PDV Connor.

Entré con prisa a la comisaría, ya en mi forma humana. Era un lugar algo decrépito, había unas cuantas oficinas, una sala de interrogatorio, un mostrador, y sillas de espera. Había tres o cuatro hombres de aspecto rudo esposados, cada uno hablando con un policía diferente. Pero no presté demasiada atención al lugar, Sharon estaba en peligro y tenía que encontrar al padre de Marion. Olfateé discretamente el aire. Distintos aromas inundaron mi nariz: sudor, metal…cigarrillo…Marion. Olfateé de nuevo con cierta sorpresa. Sí, definitivamente su aroma estaba en el aire. Supuse que debía de haber quedado impregnado en la ropa de su padre. Conocía también el olor de su papá, así que lo seguí hasta estar frente a una oficina. Luego me detuve.

¿Qué se suponía que le dijera? Me pateé mentalmente: siempre hacía lo mismo. Nunca me detenía a pensar en mis acciones con cuidado.

Pensé un poco, inventando rápidamente algunos motivos, y entré decididamente a la oficina.

Él tenía la vista fija en unos papeles, y cuando me oyó entrar y cerrar la puerta detrás de mí, la levantó.

-¿Puedo ayudarte?- preguntó.

-Sí…quería saber el paradero del lobo que atraparon recientemente…si no es mucha molestia.

Apartó definitivamente los papeles que tenía en la mano, y me escudriñó con la mirada con curiosidad.

-¿Y qué te hace pensar que yo puedo decírtelo?

-Porque es uno de los cazadores que lo atraparon.

Él bufó con fastidio.

-Escucha, chico, ya tengo más que suficiente con ese lobo. Si vienes como uno de esos defensores de los derechos de los animales a complicar todo más, mejor te vas.

Me sorprendí un poco…no había calculado la posibilidad de que se mostrara tan reacio a revelarme su paradero.

-Sólo quiero saber dónde está, quiero verlo.- de pronto puse una cara de pena y preocupación- esos lobos mataron a mi tío…-dije con fingido tono lastimero- y yo lo vi. Quiero asegurarme de que ese lobo sea el mismo que lo atacó, para quedarme tranquilo si sé que van a matarlo.

Huellas De Un LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora