Capítulo XXV

1.6K 246 335
                                    

Mikey estaba molesto. Gerard no aparecía por ninguna parte y mierda, algo tenía que estar mal. Las primeras horas no se había preocupado, pero a medida que el tiempo pasaba y este no aparecía... Gerard no era el tipo de persona que se quedaba a dormir en otro lugar que no fuera su casa. Porque para eso el primer requisito era tener amigos y básicamente no tenía ninguno. Sólo Pete, el resto eran sólo conocidos de los cuales no sentía urgentes ganas de huir. Oh, Pete. El rubio teñido no dudó en llamar al número en el momento en que pensó en el moreno.

—¿Hola? —Cuando contestó el teléfono, la voz de su interlocutor sonaba rasposa. Mikey no pudo evitar pensar en que seguro se había despertado recién, que estaba cansado, con los ojos entrecerrados y... no.

—¿Pete? —Preguntó, quitando esos pensamientos rápidamente, como ahuyentando moscas.

—¡Número equivocado!

—¡No! hombre, no te voy a pedir dinero. No ahora, al menos.

—Aah –Suspiró el tatuado y algo que sonaba como su cama crujió, como si se estuviera acomodando en su lugar— entonces sí. ¿Qué pasa, Way?

—¿Podrías decirle a Gerard que venga ya? O al menos que me avise cuando va a salir, sabe que me preocupo e... igual hace estupideces. Es un estúpido.

—No quiero alarmarte, —Musitó, intentando reír pero muy adormilado para eso— pero Gerard salió ayer y no volvió, ehm, todavía —De pronto, un silencio estático llenó la línea. Pete podía imaginarse la manera en que Mike se estaría tensando y sujetando fuertemente su celular— carajo, llevó mi auto.

—Dejaste a mi hermano salir solo de noche —Sonaba calmo, pero de alguna forma se percibía su enojo. Sutilmente, pero ahí estaba— ¡El mismo chico que se perdió cuando salía a comprar discos!

—Esa vez la tienda estaba lejos.

—Estaba a 15 kilómetros, idiota —Espetó, empezando a dar zancadas por el apartamento debido a su nerviosismo.

Pensó en el hombre al otro lado de la línea y se mordió el labio, casi inconscientemente.

No necesitaba otro dolor de cabeza en su complicado vínculo con el bajista. Ya no sabía "qué eran" como relación, pero a Joe se le había escapado que estaba "saliendo oficialmente" con el cantante de su banda. Lo quería golpear por ser parte de algo indefinido con Patrick, el gordo que usaba fedoras y cantaba como los malditos ángeles.

Tenía que admitirlo, le dieron ciertas ganas de espetarle que era una zorra, pero se contuvo. No era el momento adecuado.

—Y quizás dijo algo sobre irse a arreglar las cosas con Frank —Agregó Wentz.

—Estás de broma —Se inquietó, sus pensamientos yendo completamente a otra parte. El tema era delicado.
¿Y Gerard se presentó y Frank lo mandó a la mierda? ¿Habría podido manejar la situación?

El pelirrojo prácticamente se había convertido en uno con Iero, lo había dejado saber cosas que nadie más conocía. Partes de él que quizás no eran tan bonitas. Desde llamadas desesperadas a las 3 de la mañana hasta conciertos masivos. Había dado tanto de sí... Y como había previsto, una parte de él se había roto cuando este se alejó; ya no sonreía como antes, como si la luz de detrás de sus ojos le hubiera sido arrebatada.

—Voy a llamar al imbécil—uh, perdón, a Frank.

—Bien, bien —Pete percibía algo extraño con el rubio pero decidió no decir nada. No quería meterse con él cuando se trataba de su hermano, a pesar de que también estaba muy preocupado— avísame cualquier cosa.

Prozac y avellanas -Frerard-Where stories live. Discover now