Capítulo 7: Venganza.

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Elliot

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Elliot.

Levantarse con resaca es una de las peores cosas del universo.

No recuerdo mucho lo que había pasado luego de que Nathan se riera de mí en el baño del club. Sé que bailamos toda la noche y que a penas llegué a casa me dormí. Si algo más pasó además de esto, no me hago responsable. Estaba completamente borracho.

Pensándolo bien, lo peor no era la resaca, lo peor era que hoy había clases. ¿Por qué tuve que salir ayer? Ni siquiera funcionó mi plan porque, por muy borracho que estuviera, me acordaría si hubiese besado a alguien. Pero no, mis labios siguen siendo vírgenes, en eso estaba seguro.

Me preparo y tomo un desayuno rápido, todo en modo zombie. Mi padre aún duerme y decido no molestarlo. Salgo de casa sin hacer ningún ruido.

Es tan temprano que aún ni siquiera sale el sol, lo que le da un aspecto terrorífico al barrio. No sólo porque me pueda aparecer algún monstruo desde los árboles, no, eso sería lo de menos, sino que mis objetos personales peligran en este barrio. Camino rápido, mirando atrás cada dos segundos.

Llego temprano, más de lo normal. Por lo que decido entrar al aula y dormir hasta que empiecen las clases.

La voz del profesor Henderson me despierta, seguida de un montón de risas estruendosas que hacen que el dolor de cabeza aumente.

Me levanto sobresaltado.

—¡Russell si va a salir de fiesta no venga a mi clase al otro día!

No tenía ni la menor idea de cómo el amado profesor de mi amiga sabía que había ido de fiesta ayer en la noche. Supongo que mis ojeras hablarán por sí solas.

Veo que todos ya están sentados y con los libros en los pupitres. ¿¡Cuánto he dormido!?

Busco por todo el salón a la cabeza rubia de Kendra. Pero no la encuentro.

Recuerdo que tengo una venganza pendiente hacia ella.

La única manera en la que Nathan Cooper sepa acerca de la virginidad de mis labios es mediante Kendra, ya que ella es la única persona del universo que sabe esto. No tengo idea en qué momento se lo dijo o siquiera por qué.

Sólo voy a planear mi venganza. Y creo que ya sé qué hacer.

La puerta se abre de golpe, dejando ver a una desarreglada y ojerosa Kendra. Que empiece el show.

—¡Anda! Al parecer no soy el único que sale de fiesta, señor Henderson. —Digo más fuerte de lo normal, para que todos me oigan.

Kendra me fulmina con la mirada. Uy, alguien no está de humor. Debería haberlo pensado mejor antes de andar contando cosas sobre mí a Nathan. Al maldito y engreído Nathan Cooper.

—Pase señorita Jones. —El profesor suspira y hace un ademán con la mano.

—¿Y qué pasó con eso de no venir a su clase después de una fiesta, profesor? —Digo con una sonrisa mientras observo de reojo a mi amiga.

—¿¡Cuál es tu maldito problema, pitufo!? —Estalla Kendra. Abre sus brazos como buscando pelea.

Sonrío recordando como al principio de nuestra amistad vivíamos peleando. Pero no verbalmente, nos pegábamos con puños y todo. Kendra es como un hombre más. Incluso me atrevo a decir que tiene mas fuerza que yo. Sí, sin duda ella me ganaría.

—Sólo llegas tarde para que el señor Henderson se fije en ti. —La clase entera empieza a gritar y a decir un montón de frases sin sentido como "Oooh lo que te dijo" y ese tipo de cosas mete púas.

Quizás me había pasado un poco, pero era mi venganza. Ahora Nathan sabía mi más humillante secreto. Y sabía que me molestaría con ello hasta el fin de mis días, o de los suyos.
De alguna manera me lo tenía que cobrar.

—¡Basta los dos! —Dice el profesor, que ahora que lo observo bien está rojo hasta las orejas—. Ambos salen de mi clase, ahora.

Me levanto y tomo mis cosas. Estaba esperando a que me echaran, de todas formas.

Cuando estoy saliendo, Kendra ya se está alejando por el pasillo.

Corro para alcanzarla. Mi venganza ya está hecha, ahora hay que lograr que mi amiga me perdone.

La encuentro sentada en las escaleras, claramente enfurruñada. Me siento cuidadosamente a su lado, por miedo a que me golpeé en cuanto me vea. Pero ella ni siquiera parece notar que estoy al lado suyo.

—Está de más decir que esta era mi venganza, ¿no? —Con precaución coloco mi mano en su hombro, ella no hace nada—. Así como también está de más decir que me perdonarás.

En cuanto ella posa sus grandes ojos azules en mí, pongo mirada de cachorro para dar lástima. Kendra intenta hacerse la dura pero en seguida noto la comisura de sus labios tirando hacia arriba.

Inevitablemente termina sonriendo.

—Te odio, te odio, te odio pitufo. —Sonríe mientras me pega puñetazos en el brazo.

—¿Viste cómo se sonrojo al final? —Le guiño el ojo y codeo su costado.

Ella pone mirada soñadora en su rostro y sé que la he vuelto a perder. Ahora se encuentra en un mundo en el que su relación con el profesor Henderson no es prohibida.

Lamentablemente, aunque me guste ver el brillo de enamorada en sus ojos, tengo que sacarla de sus ensoñaciones.

—¿Por qué se lo has contado a Nathan? —Pregunto serio. Ella nota la repentina seriedad de mi voz y deja de sonreír.

—Oh, lo siento. De verdad, perdón. —Me agarra del brazo y empieza a restregarse contra mí mientras repite una y otra vez "perdón"

Me causa tanta risa que no puedo mantener el semblante serio ni un segundo más. Ambos estallamos en carcajadas.

—Ya. Ya. —Dice mientras retoma el aire—. Realmente creí que podría formar una pareja, pero parece que mis habilidades como Cupido no son muy buenas.

Se encoge de hombros.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no soy gay? Y en el caso que lo fuera no me gustaría Nathan, ni de lejos es mi tipo ese sujeto.

—Nathan es el tipo de todos. Mi intención era que probaras, y qué mejor que saborear los labios del famoso modelo Nathan Cooper. —Ella frunce sus labios varias veces tirando besos.

—De todas formas, no he dado mi primer beso —Murmuro esto último—, así que tanto tu plan como el mío fracasaron.

—Sí... espera, ¿tú tenías un plan?

Le cuento la idea de emparejarla a ella con el modelo para así yo poder irme con alguna chica.

—¿Me estás diciendo que perdí una oportunidad de coquetear con la persona que llevo enamorada toda mi vida? —Tanto sus ojos como su boca están abiertos a más no poder.

Asiento con una sonrisa enorme en mi rostro. Kendra empieza a murmurar miles de cosas para ella misma.

Yo, por mi parte, siento que mi teléfono vibra en mi bolsillo.

Lo saco y observo el mensaje despreocupadamente.

"De: Nathan "modelo famoso" Cooper.

Hoy tenemos trabajo. Te paso a buscar niño virgen."

Genial, mi apodo había ido variando desde enano, hasta niño virgen. Cada segundo lo odio más.

Por otra parte, la vergüenza hoy no me iba a permitir mirarlo a la cara.

Blue. Where stories live. Discover now