Epílogo: Te sigo amando.

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Dos años después

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Dos años después.

Elliot.

No vendrá.

¿Cómo pude ser tan necio y pensar que sí lo haría?

Que se acordaría de mí y me buscaría y finalmente podríamos ser felices, ¡já, que iluso!

¡Fueron dos malditos años!

Quizás ni siquiera vuelva ni me recuerde, quizás y tenga una novia súper modelo, o novio increíblemente guapo.

Tiro con furia el vaso descartable que antes contenía café en una papelera cercana. Son las seis y media de la mañana y estoy seguro de que soy el único que está esperando que del avión baje su hombre, bueno, quizás ya no sea mío. Ridículo, ni siquiera sé por qué perdí mi tiempo en esto.

Tendría que haberme quedado en casa, hablando tonterías con Kendra y Jackson. Todo para distraerme y no pensar en él. Últimamente al saber que se acercaba la fecha de su regreso, no hacía más que pensar en el modelo; en recordar sus besos y caricias, la forma en la que nos conocimos y en la que nos enamoramos.

Parecía un tonto enamorado nuevamente, con mi cabeza en las nubes todo el tiempo... Nubes... las que una vez alcancé con él... Sacudo la cabeza e intento olvidarlo otra vez, fallando patéticamente.

Los primeros meses sin él fueron horriblemente dolorosos, no hacía más que extrañarlo. Las simples conversaciones por web cam no eran suficientes y con el tiempo, justo antes de que se cumpla un año sin él, las charlas fueron cesando hasta desaparecer por completo. Cada uno tenía cosas más importantes que hacer.

Por mi parte lo sigo amando, como el primer día, bueno, no exactamente como el primero en el que casi rompo su nariz. Pero lo amo.

En estos dos años... pasaron demasiadas cosas como para resumirlas antes de que bajen los pasajeros —y quizás él— del avión. Lo más relevante es que no he podido dejar de soñar con este día, han sido sueños de los más felices, donde él aparecía y nos fundíamos en un beso sin fin; hasta los más horribles, en los que yo esperaba por siempre en el aeropuerto y él jamás llegaba.

Solo espero que hoy se cumpla el sueño número uno.

Un grupo de personas empiezan a aparecer a lo lejos. ¡Tiene que estar ahí!

Me alzo de puntitas de pie pero la estatura nunca fue una gran cualidad mía, y no llego a ver ninguna cabellera rubia pálida. ¿Y si se tiñó el cabello? ¿Y si se lo cortó, o dejó crecer? Mucho peor aún... ¿y si no viene?

Casi siento la decepción y tristeza crecer en mi interior. ¿Cómo iba a esperar que venga a buscarme luego de dos años? Él debe estar en su casa, riéndose al pensar que yo estoy esperándolo como un tonto.

Pateo el banco por pura frustración y me doy la vuelta dispuesto a volver a casa. Qué tonto fui.

Camino apresurado hacia la salida, el sol aún no sale del todo y el hecho de que esté lloviendo deja las calles a oscuras.

Blue. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora