Capítulo 9: ¿Te conozco?

21.5K 2.5K 549
                                    

Nathan

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nathan.

¿Qué. Había. Sido. Eso?

¿Me acababa de sonrojar por ese niñato? Lo peor, realmente me había imaginado cómo hubiera sido besarle. Cómo hubiese sido sentir sus pequeños pero apetecibles labios contra los míos. La manera en la que habría movido su lengua junto a la mía.

Santo Dios, no. Atrás pensamientos obscenos.

Cuando llego a mi auto Kyle ya está en el asiento del copiloto, durmiendo. Subo al auto y espero a Elliot.

Lo veo acercarse. No creo poder mirarlo a los ojos. No sé por qué pero es como si la situación en el baño hubiese cambiado algo entre nosotros. Era ilógico. Ambos nos seguíamos cayendo mal, ¿verdad? Aunque si lo pensaba, ya no estaba enojado porque me haya golpeado, incluso diría que me cae bien. Nuestra pelea en el baño no tenía ningún sentido. Al igual que mis pensamientos sobre besar al enano. Ningún maldito sentido.

Estaba tan perdido en mi mente que no me doy cuenta cuando Elliot ya está dentro del auto.

—¿Nos iremos o nos quedaremos aquí toda la noche? —Puedo detectar un poco de enojo en su voz, a la vez que nerviosismo.

Ojalá que mis pensamientos se equivoquen, pero ¿él también quería besarme? Es decir, vi como se sonrojó, y no quiero malinterpretar nada.

Arranco el auto y nos movemos rápidamente por las calles.

Ninguno dice nada, y el único sonido que se escucha es el ronquido de Kyle. Creo que nunca había estado en un silencio tan incómodo. Y como si mi cerebro quisiera empeorar la situación, digo:

—¿Quieres cenar en mi casa?

Inmediatamente nuestras miradas se cruzan por el espejo retrovisor. Me hubiera gustado tenerlo en el asiento de copiloto. Maldito Kyle.

Sus ojos se abren y se lo ve nervioso, como si tuviera miedo a responder.

—Sí, supongo. —Está tan confundido acerca de porqué se lo pregunté. La verdad es que ni yo mismo lo sé.

No podía esperar a otra sesión de fotos. Quería seguir hablando con él por algún motivo.

—Es para hablar de negocios. —Me apresuro a aclarar. Y la verdad es que sí, había un negocio del qué hablar. Pero esto también me servía como excusa para estar con él un rato más... ¿y por qué rayos quiero estar más tiempo con él?

Dejo de darle vueltas al tema y observo devuelta a Elliot. Está un poco cabizbajo mientras mira un punto fijo en la ventana.

Si lo sigo mirando, terminaremos chocando contra algo pero es que no puedo evitarlo.

Llegamos a mi casa, estaciono el auto y, después de mil intentos para despertar a Kyle, nos dirigimos hacia la entrada.

Llegamos a mi casa, estaciono el auto y, después de mil intentos para despertar a Kyle, nos dirigimos hacia la entrada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Elliot.

¿Vivía aquí? Tenía que ser una coincidencia. Una muy rara coincidencia.

La imagen del niño que me había abierto la puerta aquella vez me viene a la cabeza. No creí que me acordaría de él. El niño que no me dejó darle el cambio por las galletas. ¡Y me había llamado pobre!

Un estúpido enojo me pasa por el cuerpo.

La mansión que tengo enfrente es sin duda la misma así que, a no ser que se hayan mudado recientemente...  ¿Puede ser que ese niño sea Nathan? ¿O mi cabeza está sacando conclusiones apresuradas?

Debo decir que aún estoy un poco confundido acerca de mi razón de estar aquí. ¿Por qué me invitó a su casa? Es decir, sí, los negocios pero eso podría habérmelo dicho otro día.

Sigo a Nathan al interior de la casa. Kyle sube apresuradamente por las escaleras y seguido de eso, se escucha un portazo.

—Bueno, supongo que seremos sólo nosotros dos para la cena.

Quería preguntarle por sus padres, pero no sentía que me corresponda. Me sentía completamente fuera de lugar estando ahí. El silencio incómodo era abrumador y estar solos, Nathan y yo, en una misma sala hacía que me fuera difícil respirar.

¿Por qué su presencia me ponía tan nervioso?

Ridículo.

—Tengo un poco de pizza, si quieres. —Dice sacándome de mis extraños pensamientos.

Lo sigo cuando veo que empieza a caminar en dirección a la que supongo es la cocina. Nathan observa hacia atrás, como corroborando que lo siga.
Cuando me ve, esboza una sonrisa.

—Está bien para mí.

—Genial, porque no sé cocinar.

Muero por preguntarle si él es el niño que me compró las galletas hace unos 10 años.
Aunque lo fuese, dudo que se acuerde.

—¿Hace mucho vives aquí? —Mi pregunta lo deja un poco desconcertado, pero necesito saber si él es ese chico.

—Eh... —Se sienta en un taburete, yo lo imito y me siento delante de él, con la caja de pizza entre nosotros—. Toda mi vida, ¿por qué?

Lo sabía.

—Bueno... —Me debato internamente por si debo sacar el tema o no— quizás no lo recuerdes, no me recuerdes.

Él frunce el ceño, confundido, y yo pienso que aun así se ve atractivo. Claro, si yo fuese una chica.

—Yo solía... vender galletas por aquí. —En mi cabeza sonaba mejor esa frase, pero dicha en voz alta parezco un tonto—. Una vez me compró un niño que vivía aquí.

Me mira como si hubiese perdido la cabeza durante unos segundos y luego parece que su mirada se ilumina.

—¿Tú eres el niño pobre? —Mi ceja se levanta en un tick, quién se cree que es para decirme así. De repente sus ojos me recorren entero y yo siento mis mejillas calentarse—. Veo que no has crecido mucho.

Una sonrisa maliciosa se forma en su rostro. Dije que me parecía atractivo... retiro lo dicho. En este momento quiero que Nathan sea mi bolsa de boxeo.

—¿Te han gustado las galletas? —Es una pregunta idiota, pero es preferible eso antes que se forme un silencio incomodo. Odio los silencios incómodos con este tipo.

—Estaban un poco viejas —Hace una mueca y luego sonríe—, pero sí.

Y mi temor más grande se hace presente. Ambos nos miramos en silencio.

Ninguno come nada ni tampoco aparta la mirada.

—Oye... respecto a lo que ocurrió en el baño... —Empieza él, y por un momento hubiese preferido que no haya abierto la boca.

Hago lo mejor que sé hacer en estas situaciones: hacerme el desentendido.

—Nada ocurrió allí. —Siento que me sonrojo de sólo pensar lo cerca que estuvimos de besarnos... Tomo una porción de pizza, aunque no tengo nada de hambre—. Por cierto, dijiste que querías discutir unos negocios.

Creo que él entiende que no quiero hablar del tema. Suspira pasándose las manos por el cuello, muerdo mi labio inferior al ver como se masajea los hombros.

—Sí, una empresa quiere contratarme por lo que tú tendrás que acompañarme a hablar con ellos. Eres mi representante después de todo. Es mañana, no irás a clase.

No veía nada de malo con faltar a clase. Sonrío satisfecho y luego él agrega.

—Te pasaré a buscar por tu casa temprano.

No estoy muy seguro de que esa idea me ponga contento.

Blue. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora