capítulo cinco

7.6K 558 109
                                    

"Lo que no te lleva a la muerte, te lleva al amor"

Narrador

Lo que no te mata, te enamora, así de simple, fuerza de voluntad no funciona en este tipo de relaciones, donde uno cae sin darse cuenta y no tiene escapatoria.

Personas que llevan un sinfín de rutinas, pero que ninguna les satisface, eso es algo que se ve todos los días, pero, cuando menos creen pasa... pasa que, se enamoran, pasan a tener una vida interesante, con color y armonía, con algo interesante que contar, con ganas de vivir su vida, y vivirla a lado de la persona que les salvó de un mundo rutinario, amargo e insípido donde el miedo a ser rechazados del mundo exterior los mataba poco a poco.

La vida que nosotros anhelamos es algo como, ser felices, tener una pareja perfecta, una casa de en sueño, mucho dinero y poder viajar por el mundo entero. Pero, esa no es una vida perfecta, ese mas bien es un simbolismo, es algo que todos quieren y lo quieren imitar, pero... la vida perfecta no existe, solo existe lo que es vivir con amor y armonía, tener alguien a quien amar, que te ame, se una persona con valor, moral, honrada, ser alguien natural, sin prejuicios ni ataduras, ser limpio, ameno y no querer imitar a nadie... eso, es lo que necesitamos, pero no lo que queremos, porque queremos más, a mano llenas y eso, nos tiene en la ruina total.

Narra Abel

Orlando me llevó a las caballerizas, unos hermosos caballos estaban comiendo, pude ver a uno de color blanco con su cabello largo y atado en una trenza, era yegua, o eso suponía, era precioso a simple vista.

-¿quieres montarlo? –preguntó Orlando tomando mi cintura al ver que no despegaba la vista del hermoso caballo

-y-yo... no se –dije con nerviosismo, tenía mis manos temblando cada vez que se acercaba a mí, las cerraba en un puño y las apresaba en mi pecho

-yo te enseño –susurró en mi oído a lo que yo me estremecí

Comencé a temblar más notoriamente

-¡Hey! –se oyó un grito llamando nuestra atención, haciendo que todos nos volteáramos para ver de dónde provenía ese grito

-¡Humberto! –dijo Orlando sonriendo alegremente, un hermoso hombre se acercó a nosotros, con su pelo castaño obscuro, ojos cafés y unos rasgos muy masculinos, sus labios tersos y delgados, simplemente captó mucho mi atención

Los dos hombres se dieron un gran abrazo dándose leves palmadas en la espalda, cuando se separaron los ojos del castaño se posaron en mí, yo pestañee y bajé la mirada con pena a que me siguiera viendo.

-¿Quién es ese chiquillo? –preguntó el hombre llamado Humberto

-es Abel mi...-Humberto lo interrumpió y se acercó a mí, tomó mis dos manos y llevándoselas a sus labios las besó tiernamente haciendo que yo me sonrojara

-un gusto en conocerte, Abel –susurró con un voz rasposa, me miró a los ojos sonriendo tiernamente, por inercia le sonreí tímidamente

-e-el gusto es mío Humberto –dije mirándolo a los ojos, esos ojos que me han cautivado, como lo hizo el rose de sus labios en mis manos

-es una joya –dijo sonriendo y aun tomando mis manos miró a Orlando que, se puso a lado de mí y tomó mi cintura acercándome a él de golpe haciendo que Humberto soltara mis manos

-sí, y es mi joya –dijo mirándolo con furia, ¿Cómo en segundos su rostro pudo cambiar de felicidad a una de completo odio?

Humberto soltó una carcajada- bueno, eso no es completamente seguro mi querido amigo –dijo acariciándose su mentón

Embriagante Destino©Where stories live. Discover now