Capítulo Quince

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Narra Abel

Tenía miedo, Humberto estaba aquí y con un arma cargada, Orlando y yo salimos corriendo del cuarto, bajamos las escaleras pero Humberto ya se había adelantado, solo pude aferrarme a la mano de Orlando fuertemente, me puse frente a él en cuanto vi que nos apuntó con el arma.

-¡MALDITO¡ -Humberto tenía lágrimas en sus ojos- ¿QUERÍAS DEJARME AH? –me miraba a mi

-yo jamás estuve contigo, yo jamás te dejé porque nunca te amé –dije seriamente

Humberto dio dos pasos atrás con la cara desfigurada por la impresión

-Tienes que seguir con tu vida y yo con la mía –solté la mano de Orlando- si matarme es lo que quieres, hazlo –abrí los brazos

-¡ABEL! -Orlando trató de detenerme pero al parecer Cameron estaba ahí para ayudarme, él sabe lo que haré

-Hazlo, mátame si con eso sanará tu dolor, mátame si sabes que esto no perjudicará en tu vida, mátame si de verdad me amas -bajó el arma lentamente y me miró con tristeza, suspiré y bajé los brazos- Humberto, tú no eres así, tú me demostraste el primer día que te conocí que eres buena persona, alguien dulce y sensible, alguien de buenos sentimientos –me acerqué un paso- alguien que no mataría por venganza –lo miré a los ojos- no me amas y eso puedo demostrarlo, porque solo quieres que Orlando sea inferior a ti y nada más –tomé la pistola y la tiré al suelo- ya llegará el día en el que te enamores de verdad y sepas que esa persona te amará por la eternidad –sonreí

Humberto se quedó callado y bajó la mirada- perdóname –me rogó tomando mis manos

-te perdono, pero por favor no más guerra, no más violencia y vuelvan a ser amigos como antes lo eran –susurré

-Tú puedes perdonarlo pero yo no –dijo Orlando detrás de mí

-Orlando –lo miré

-mató a varios de mi manada y a los de su manada los tiene casi muertos –miró a Humberto- sabías que eso era contra las reglas y no decidiste escuchar, solo te guiaste por el odio hacia mi–gruñó

-lo sé, y ahora sé que merezco mi castigo –Humberto se inclinó ante Orlando

-¿Cuál es ese castigo? –pregunté algo preocupado

-ahora yo soy su alfa y su manda es mía, Humberto tendrá que pasar 3 meses fuera de la manada a la intemperie –dijo con voz ronca

-no puedes dejarlo en el bosque, sabes que ahí es muy peligroso –Habló esta vez Cameron

-esas son las reglas –Orlando miró a Cameron

-ahora que yo estoy aquí prometí cambiar las formas de vida de esta manada y esto es lo que voy a hacer –ayudé a Humberto a que se levantara- te quedarás con la manada pero dejarás a Humberto aquí –él iba a hablar pero lo interrumpí- no estará libre de ninguna culpa y ya no se le tomará la misma confianza que antes, tendrá trabajo duro del que sea tu voluntad pero permanecerá aquí –dije serio

Orlando me miró y luego a Humberto- está bien amor mío, será tu voluntad –dijo asintiendo con la cabeza

Humberto me miró confundido- ¿Por qué me defiendes? –preguntó

-Ese es y será mi trabajo, defender lo justo y cuidar de los míos –le dediqué una media sonrisa

Humberto quedó sorprendido y asintió con la cabeza, Orlando les ordenó a los peones que llevaran a Humberto a una cabaña para su estadía, su trabajo sería velar en las noches y cuidar a los caballos, Humberto no se quejó y solo acató las órdenes de Orlando. Les pidió a Abraham y a Auguste que fueran a la manada luna menguante para poderla traerla aquí, ellos aceptaron y se fueron con refuerzos.

-Me siento bien haber hecho un acto como este –dije mirando por el balcón, se estaba anocheciendo, el atardecer era hermoso, sentí sus grandes manos rodear mi cintura

-Es porque estás hecho de bondad, porque eres perfecto y porque eres nuestra salvación –susurró cerca de mi oído, me giré y lo miré

-siempre sabes que decir –le sonreí y acaricié su mentón

-No sabes cuánto agradezco el que la luna te escogiera como mío –dijo acariciando mi cintura y mirándome con amor a los ojos

-Orlando...-puso un dedo en mis labios

-aún no he terminado –susurró sonriendo tiernamente- estoy tan arrepentido de haberte echo daño, pero de lo que no me arrepiento es de haberte traído conmigo, de haberte enamorado poco a poco, de hacerte mío, de enseñarte como soy realmente y de que tu cambiaras mi perspectiva del amor completamente –dijo con tanta seguridad y sinceridad en sus palabras, con un destello en sus ojos y una sonrisa dulce

Sentí cosquillas en mi estómago, una sonrisa se dibujó en mi rostro, con una mano acaricié su mejilla y él puso encima la suya cerrando los ojos y disfrutando del toque

-al escuchar tantas verdades envueltas en palabras bonitas hiciste que me enamorara más de ti si es que eso es posible –me sonrió- pero sobre todo me hiciste darme cuenta que al único que quiero a mi lado, es a ti –susurré, me acerqué a su rostro, él aun tomando mi cintura y yo su rostro, cortamos la distancia que nos separaba de nuestros labios besándonos con ternura y pasión

Se separó un poco de mi pegando nuestras frentes- te amo Abel –susurró

-y yo a ti, Orlando –sonreí

5 meses después

El tiempo pasó con gracia y alegría para todos, la manda luna menguante se juntó con la luna llena, ahora éramos una manada completa y pacífica, me alegro por mi cometido.

Pero eso no era todo, pues en una semana Orlando y yo nos casamos, Orlando invitaría a todas las manadas que más o menos en total serían 500 personas, aparte socios humanos y mi familia serían 700 personas, yo no quería tantos invitados por el costo pero Orlando insistió diciendo "Quiero presumirte ante todos, quiero que esta boda sea estupenda, lucirte... el dinero no importa, solo importas tú" y aunque eso me conmovió me sentía algo incomodo

Todos estaban de allá para acá organizando la boda, los platillos, los trajes, los adornos, la música, las vajillas, las mesas y sobre todo la iglesia. Estaba un poco atareado por cada pregunta que me hacían concorde a la boda pero también estaba emocionado.

He de admitir que Orlando ha estado muy romántico en estos días, me hace el amor cada noche, me trae flores y algunos regalos lujosos pero... también ha estado nervioso. Una tarde estaba bajando las escaleras cuando Abraham y Orlando tenían una discusión y me pegué a la pared para que no me vieran y pudiera escuchar.

-No puedes negarte, son tú familia Orlando –Abraham hablaba de forma seria

-Eso pensaba yo, pero jamás pensé que me fueran a dejar solo en esta situación, me dejaron a cargo de todo y se fueron sin más –Reclamó Orlando con furia

-¡Son tus padres Orlando! –Abraham habló un poco fuerte

-Los invitaré pero tú te harás cargo de ellos, yo no –se levantó y salió de la mansión

Conocería a sus padres......

Continuará...

Embriagante Destino©Where stories live. Discover now