capítulo siete

6.2K 508 152
                                    

"todo lo que duele, todo aquello que derrama dolor, sangre y sudor, es aquello que vale la pena, es aquello que sin dudarlo, tenemos que tenerlo para nosotros y jamás dejarlo"

Narrador

Simplemente hay cosas que por más que tratamos de sacarle alguna explicación no encontramos el por qué suceden, y si nos afecta, tenemos ese sentimiento que nos carcome por dentro sin dejarnos en paz, sin salir de lo más profundo de nuestro ser, porque por más que queramos escapar del dolor, siempre estará presente en nuestra vida.

Narra Abel

Duele, insaciablemente duele, Orlando no me deja salir desde hace una semana que Humberto vino a verme, pero... muy aparte de eso, lo que más duele es que no lo he podido ver, la última vez que lo vi fue un día después de la pelea entre Humberto y él, se le veía tan mal, estaba borracho, sus ojos rojos e hinchados de tanto llorar, su ropa desalineada, su cabello opaco, sin brillo ni color, sus labios secos y rotos, me sentía culpable, y más por aquellas palabras que soltó de sus labios... "te amo, y veme, me traicionaste, me lastimaste, me hiciste volver a ser quien antes fui, y créeme, me duele más que a ti"... eso lo dijo llorando a mares, no se podía ni mantener de pie, rompió varías cosas mientras gritaba "te odio Humberto", pero... jamás me tocó, me asustó pues mientras rompía todo a su paso, su sangre era derramada en el suelo, pero Abraham y Aguste lo sacaron de la habitación, dejándome solo, desde ese día no he vuelto a ver la luz, y mucho menos su rostro...

Me dolió verlo así, mi corazón se estrujó en ese instante. El ver a un hombre como él, tan fuerte, serio y frío llorar por alguien como yo que, por más que intente negarlo, es mi culpa.

Una parte de mi le tenía miedo y aun odio, pero, otra parte mucho mayor le tenía cariño y admiración por ser como es, no me ha golpeado, me regalaba cosas carísimas, como la ropa que me daba, no me ofendía y me aceptaba como soy, ni siquiera me ocultaba o me rechazaba, le decía a todos que era su joya, solo de él... y por más que no quiera aceptarlo...yo....

Soy de él...y no me da miedo decirlo...no me molesta ahora... soy de él.

Me yacía acostado en aquella cama, algunas sirvientas me visitaban para darme cambios de ropa y comida, pero el aburrimiento me mataba, y la preocupación de saber cómo está Orlando mucho más.

Tocaron la puerta tres veces...

-adelante –dije sentándome de manera recta en la cama

Abrieron la puerta, y por ahí entró él, se veía muy mal... ¡dios no!

Me levanté rápidamente de la cama con un poco de torpeza y me lancé a él en un tierno y necesitado abrazo, sentí como se tensó, pero escondí mi rostro en su pecho sin soltarlo, comencé a sollozar

-l-lo siento, por favor, no más...no me preocupes más, por favor perdóname –dije apretándolo aún más, inhalando su delicioso aroma

-A-Abel...-susurró y me abrazó por la cintura, eso me calmó un poco

-por favor, no sufras por culpa mía... me duele verte así –dije con un poco de dificultad

Escuché un suspiro y un sollozo por parte de él, me abrazó más fuerte, haciéndome sollozar nuevamente

-te amo, pero tú no a mi... -susurra y acaricia mi cabello- no puedo tenerte cerca de mi cuando sé que no me amas... no quiero hacerte daño y obligarte a cosas que luego me arrepentiré... -baja su mano hasta mi espalda- vete antes de que te dañe, antes de que me arrepienta –esto lo dijo en un tono triste

Comencé a negar con la cabeza y me aferré a su saco con fuerza

-p-por favor...no me dejes –susurré con lágrimas en mis ojos y levanté mi mirada para verlo directamente a los ojos, él me miraba con sorpresa- por favor –levanté una mano y acaricié su mejilla- ámame –susurré y me acerqué lentamente hasta sus labios, mirándolos con necesidad de ellos, no sed de estos, y con mi corazón latiendo con fuerza.

Él regresó a la realidad, pero sin moverse me atrajo de la cintura y posó sus labios en los míos, me besó con ternura, como si fuera a romperme, tomó mi rostro con sus manos rasposas, me paré de puntillas para poder profundizar el beso aquel.

Cerró la puerta con su pie y comenzamos a caminar hacia la cama sin alejarnos del beso, lagrimas caían de mis ojos, pero no por tristeza u odio, sino de alegría y de amor... si, de amor...

Me dejó caer con delicadeza en la cama, sin soltarme de mi cintura, me sorprendía la fuerza que poseía pues, no de soltó para dejarme en la cama, me posó en ella como si de una hoja se tratara.

Nos separamos de aquel beso, pues nuestros pulmones demandaban aire para poder respirar. Él aun mirándome a los ojos acarició mi rostro y yo tomé su mano con la que me acariciaba.

-dime que quieres esto...no quiero hacerlo si tú no quieres... -dijo con su voz rasposa, me di cuenta de lo que hablaba, desvié la mirada, era virgen e inexperto, pero si, quería hacerlo con él así que asentí con timidez, él me sonrió y me besó de nuevo.

Con sus manos fue despojándome de mi camisa, y yo con mis manos temblorosas quité su saco dejándolo caer por sus hombros anchos y sus brazos tonificados, mientras él me quitó mi camisa yo desabroché la suya. Todo lo hacíamos sin dejar de besarnos, sin dejar de tocarnos y acariciarnos tratando de conocer nuestros cuerpos, no eran necesarias las palabras ya que nuestros cuerpos se comunicaban perfectamente.

Me di cuenta que ya nos habíamos desnudado completamente, y me quedé enganchado al verlo así frente a mí, su cuerpo tan masculino y perfecto, sus labios rojos e hinchados, sus ojos de un intenso color amarillo, lamió sus labios y acercó su boca a mi cuello lamiéndolo y dejando chupetones en el contorno, gemí por eso.

-me encantas...-susurró cerca de mi oído haciéndome estremecer, me aferré a sus brazos

Con sus manos comenzó a recorrer todo mi cuerpo hasta llegar a mi piernas, las abrí por inercia dejándome hacer, su lengua bajo desde mi cuello hasta mi pecho, bajando hasta mi pene, lamió la punta con gracia, llevé una mano hasta mi boca, gemí, esto se sentía tan bien que no me resistí, lamió dos beses mi pene y bajo hasta mi entrada, donde me penetró con su lengua...

-O-Orlando...-gemí su nombre doblando mi espalda y echando mi cabeza hacia atrás

Escuché un gruñido y sentí como tomó mi nalga con sus manos, enterrando sus garras, lamió tres veces más mi entrada y se incorporó de nuevo

-¿estás listo pequeño? –preguntó con ternura acariciando mi mejilla, yo asentí con dificultad y con los labios entreabiertos, él sonrió, depositó un delicado beso en mis labios y alzó mis piernas hasta su cadera, tomó con sus dos manos mis nalgas abriéndolas por completo, tomó su miembro y entró poco a poco

-¡ahh! Nghhh...-me aferré a su espalda enterrando mis uñas en él, por su parte recibí un jadeo y un gruñido, escondió su rostro en mi cuello, sentía su aliento mientras entraba cada vez más profundo, tan largo y grande...

Cuando entró por completo se quedó quieto, me miró y yo asentí, tomó mi mentón y me besó metiendo su lengua en mi cavidad bucal.

Comenzó a moverse con lentitud, un vaivén tierno y con amor, yo gemí de dolor primero, pero después el placer me inundó y me aferré a su cuello sin dejarlo de besar.

-m-más...ahhh -pedí más con un gemido, pues esto me encantaba jamás lo había experimentado así

-c-como desees amor –dijo mordiendo delicadamente mis labios y luego besó mi cuello, sus embestidas fueron más erráticas y profundas, tocó un punto donde gemí alto y doble demasiado mi espalda enterrando mis uñas en sus brazo y espalda

-a-ahí... nghhh –mordí mi labio y moví mi cadera a su ritmo, posó sus manos a cada lado de mi cabeza y comenzó a moverse mucho más rápido y violento tocando cada vez se punto, yo sentía que no podía más, me sentía desfallecer por tanto placer

-m-me vengo...-me avisó a lo que yo respondí con un beso y un gemido, la cama rechinaba y golpeaba con la pared, nuestros cuerpos estaban empapados de sudor, sus ojos y sus colmillos de lobo se hicieron ver, eché mi cabeza hacia atrás y él mordió mi cuello con fuerza enterrando sus colmillos, nos corrimos juntos, en esa mordida caí en cuenta que ya le pertenecía por completo... soy de él y él de mi... me entregué a él por completo, nuestras almas están al fin unidas, sentí como una parte de mi sentía calor, lo miré a los ojos, lo amaba, desde siempre lo amé, pero jamás me di cuenta hasta ahora.

Continuará.......... 

Embriagante Destino©Where stories live. Discover now