Capítulo 16: La calma...

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Capítulo 16

Yo te amaré mucho más allá de lo que tus sueños imaginaron...

—Votos matrimoniales de...

Esa mañana estaba extrañamente brillante y calurosa, el sol calentó mi piel y entonces supe que había acertado al ponerme un vestido floreado y sandalias.

Me senté justo en la banca frente a la plaza, sólo había llegado quince minutos antes de la cita.

Oh, sí. La cita.

Resulta que este era el día en el que realizaríamos nuestra segunda cita y aunque no quisiera admitirlo, estaba un poco nerviosa porque a mí me tocaba elegir el lugar a donde ir.

Cruce mis piernas y mire mis manos, sin pensarlo comencé a hacer sonar mis nudillos con nerviosismo, era un hábito horrible, pero me tranquilizaba, aunque sabía con exactitud que si tía Cordelia me viera, ya habría piñizcado mis manos.

Aun así me sentía relajada, no tenía la sensación de que debía estar sentada recta y tampoco con la cabeza en alto para disimular perfección, la verdad era que había quitado un peso de encima con la decisión que había tomado el día anterior.

No me seguiría esforzando por ser perfecta.

Aquello no me estaba sirviendo de nada, sólo me estaba haciendo infeliz. Si, por fin entendía a mi psiquiatra.

—Miren a la linda chica que me encontré —levante mi rostro con sorpresa, un chico de mi edad y bastante guapo se sentó a mi lado en la banca y me guiño un ojo— que te parece si te hago compañía, princesa.

—Ah...

—Lo siento amigo —de repente un enorme cuerpo se interpuso entre el chico y yo, y fue entonces que me di cuenta que Kayred se había sentado en el espacio que quedaba entre el chico y yo, empujándome un poco hacia atrás— La princesa ya tiene compañía.

—Ah, er.... —el chico se puso de pie y camino rápidamente en dirección contraria a nosotros sin decir nada, levante las cejas al mirarlo irse y luego me gire a ver a Kayred, pero en lugar de encontrar su cara frente a mi había un cono de helado de frutilla. Parpadee y lo tome entre mis manos.

—Gracias —dije luego de tomar lo que me ofrecía, levante mi vista hacia él— ¿Qué fue lo de recién?

Una enorme sonrisa de satisfacción estaba plasmada en su cara, y sostuve el aliento cuando me fije en lo guapo que estaba esa mañana, su cabello iba desordenado y no llevaba la común chaqueta negra de siempre, sino que iba vestido con una camisa de franela arremangada y unos jeans desgastados en los bordes, junto con simples zapatillas, pero lo que más me choco fue que sus ojos azules brillaban de una manera completamente especial que no podía explicar, solo resplandecían.

—Simplemente estaba salvándole de una tremenda decepción —dijo riendo y lamio otro cono de helado que tenía en su otra mano, era de chocolate. Cuando vio la pregunta en mi rostro su sonrisa se expandió— La decepción de cuando le dijeras que ya tenías dueño y por eso no podías sentarte con él.

— ¿Dueño? —La palabra sonó como un sacrilegio de mi boca— tú no eres mi dueño.

—Ah, quizás deba marcarte como mía para que entiendas que si lo soy —El doble sentido en sus palabras no me paso desapercibido y mucho menos las cosquillas en mi estómago al pensar en su forma de "marcar". Mire mi helado y le di una probada, sabiendo que ahora mis mejillas estarían completamente sonrojadas y que si me giraba hacia él, tendría una enorme sonrisa de satisfacción en su rostro.

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