Capítulo 25: Nunca dudes...

540 43 3
                                    


Capítulo 25

Duda que ardan las estrellas, duda que se mueva el sol, duda que haya verdad, mas no dudes de mi amor.

—Hamlet obra de William Shakespeare.

ELOISE 

Una vez cuando era pequeña quede atrapada en un oscuro ático, en la mansión de un amigo de mis tíos. Aún recuerdo que no quería gritar y llorar, porque una niña perfecta no debe hacer ese tipo de cosas; pero el miedo de aquel momento fue tanto y tan profundo, que mis gritos fueron escuchados por los cocineros, que estaban tres pisos por debajo del ático.

En este momento, volví a sentir el mismo miedo, pero a diferencia de cuando tenía nueve años. No me importo gritar y llorar.

Sólo quería que alguien escuchara.

Agazapada en la esquina de un oscuro cuarto, observe entre mis lágrimas los cortes en mis piernas y brazos; aun dolían aunque hacia algunas horas habían dejado de sangrar, supe que no eran lo suficientemente profundos para matarme, pero dejarían marcas.

No pude evitar pensar en que preferiría qué me siguiera cortando con la navaja a sentir sus manos sobre mi piel.

Las náuseas volvieron a mí y no me esforcé por evitar el vómito.

Recordar me hacía eso.

Intente limpiar mi boca, pero tenía mis manos atadas.

Tranquila Eloise, no pienses.

Intente apartarme de la realidad, proteger mi mente, pero era difícil.

Ni siquiera contar ayudaba.

Observe la pequeña ventana del cuarto, podía ver el sol comenzar a ocultarse. Eso sólo me confirmaba que ya habían pasado veinticuatro horas desde que aquel individuo me rapto, veinticuatro horribles horas.

Esperaba que alguien me estuviera buscando, seguramente Nana habría avisado mi ausencia, seguramente mis tíos estarían preocupados, bueno tío Oscar, quizás hasta James y Kayred.

Kayred...

Mis ojos se llenaron de lágrimas otra vez.

Lo extrañaba, extrañaba su voz, sus manos sobre mí, sus manos no se sentían cómo las de ese hombre, su tacto era dulce, era vida.

No servirá de nada llorar, el daño ya está hecho.

Luego de qué me golpeara en la cabeza y cayera inconsciente, desperté un par de horas después en este cuarto, pero a diferencia de esta vez, no estaba sola.

El hombre que me había abordado en la calle, estaba en una silla frente a mí, con una sonrisa maligna en su boca y nunca podré olvidar el espeluznante brillo de sus ojos.

Avaricia, lujuria y diversión.

Comenzó a hablarme.

—Haz despertado pequeña flor —susurro divertido, y yo no pude evitar que el miedo me inundara.

— ¿Quién es? —Intente sonar valiente— ¿qué quiere de mí?

Él me miro unos segundos, cómo si analizará todo en mí y luego de lo que pareció una eternidad me hablo.

—Tienes una hermosa piel —sonrió, mostrando algunos dientes en mal estado— mejor piel que mi Mariposa, tendremos que hacer algo.

— ¿Qué? —Se puso de pie y desde sus pantalones raídos saco un pequeño cuchillo, mi garganta se cerró por el miedo y mis ojos se llenaron de lágrimas— Por favor, no me haga daño...

Perfecto ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora