He decidido que...

2.5K 138 62
                                    


Debía aceptar que tras casi haberle dejado plantada en el aeropuerto las cosas se habían puesto algo un poco extrañas entre ellas. Casi como si hubieran vuelto al punto de partida de su romance, cuando todo eran comentarios aventurados y coquetos. Sólo eso.

Lexa la miraba de reojo cada que podía. Aún incrédula de haberle convencido de ir con ella. En su momento había sonado a la mejor idea del mundo, pero ahora parecía demasiado tangible y real. No le asustaba la perspectiva de un futuro a su lado, lo que temía es que Clarke no tuviera pensamientos similares a los suyos y todo esto fuera más que un desastre anunciado.

Esperaron por la maleta de Clarke en completo silencio, hasta que la joven decidió hablar para romper esa tensión que se había instalado entre ellas.

"¿Podrías dejar de mirarme así?" le pidió.

"¿Así cómo?"

"Como si fuese a desaparecer en cualquier momento," expresó Clarke poniéndose de frente a ella. "Tócame," tomó sus manos con las suyas y las llevó a su rostro, "Soy yo, estoy aquí y no pretendo irme hasta que me haya quedado sin ropa limpia," señaló.

"Tendré que abastecerte de prendas apropiadamente aseadas," comentó Lexa.

"O podrías mantenerme sin ropa... ya sabes, no se ensucia si no la uso," dijo Clarke en un intento fallido de seducción.

Lexa tosió para simular un poco su sonrojo.

En ningún momento se soltaron de las manos.

Clarke llevó esta vez sus dedos hasta la cara de la castaña. Acariciando con dulzura sus mejillas.

"Te prometo que no me iré pronto," afirmó.

Lexa sonrió con sus ojos.

Clarke no soportó sólo verla alegre y le robó uno de esos suspiros de los que tan poco hablaron en su primer encuentro. Provocando que terminara hasta por robar de sus labios el atisbo de su júbilo. Lexa amplió su sonrisa mientras respondía el beso de Clarke.

Si alguna vez hubo una sensación de la que creyó que podría volverse adicta, sería precisamente esa.

Había esperado por ese beso toda su vida. O quizá las últimas 24 horas de abstinencia. No lo sabía. Pero era consciente de que quería más de eso, si era posible, toda su vida.

"Ejem..." alguien se aclaró la garganta cerca de ellas. Clarke fue la primera que rompió el contacto para ver a un sujeto llevar su maleta hasta ellas, "Es la última. Me imagino que pertenece a ustedes"

Clarke le agradeció mientras Lexa escondía su rostro carmesí entre su cuello. Había olvidado por un momento que estaban en el aeropuerto, rodeados de decenas de pasajeros trasnochadores y no en un sitio tranquilo e íntimo.

"Quizá deberíamos irnos," sugirió Clarke.

"Nunca has tenido más razón," accedió Lexa colocando su pequeña maleta de viaje en su hombro para poder ayudar a Clarke con su monstruoso equipaje.

No tardaron mucho en buscar un taxi que las acercara a la casa de Lexa. El vecindario le pareció pintoresco a Clarke, un poco anticuado, pero con matices que más tarde descubriría en sus tardes de soledad en aquella ciudad. Se detuvieron frente a un edificio cuya fachada no se parecía en lo más mínimo a la elegancia de la Torre Polaris, aun así, la artista amo el contraste en el ambiente.

Lexa pagó al chofer. Esta vez fue Clarke quien cargó el equipaje hasta el pequeño elevador al final del pasillo. El inmueble era relativamente pequeño, apenas había tres pisos en él, pero bastante espacioso. No dejó de fascinarse cada vez que encontraba a la ojiverde observándola silenciosamente con los labios entreabiertos aún incrédula por todo.

Las probabilidades del destino [Clexa AU]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt