S e i s

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Octubre 21, 2017.

R A C H E L  P R I C E.

Corro hacia el roast, llego tarde para mi turno.

Cuando entro el grupo  ya ha comenzado a tocar y no tengo tiempo de voltear a verlos porque tengo a Sam esperando por mi en la barra.

—Lo sé, lo sé, tenía algunos asuntos que arreglar pero te juro que no vuelve a pasar —es una promesa vacía, pero aún así ella la cree.

—Te perdonaré sólo si me cubres en la barra de nuevo.

Ruedo los ojos. Ella sólo quiere eso para poder andar por ahí tras sus presas.

—Claro, es mejor —sonrío mientras paso detrás del mostrador.

Echo un vistazo hacia el escenario, me encuentro con el pelinegro viendo hacia mi dirección, y ya no es una sorpresa, lo que si lo es; es que su postura ésta vez no es relajada como suele ser, si no que está tenso.

—Es lindo, parece tu tipo —doy un pequeño salto cuando la voz de Melanie me sorprende por detrás.

—¿En qué momento has llegado? —llevo una mano a mi corazón.

Está sentada en la barra de vuelta, luciendo increíble. Trae con sí una sonrisa tan grande como el gato de Cheshire porque me ha pillado viendo al pelinegro.

—Justo ahora, Julieta.

Resoplo—. Por favor, Mel —no quiero averiguar hacia donde va ésta conversación—, pero sí que luces increíble con esas mayas.

Ella ríe—. Quise probar tu estilo —se encoge de hombros.

Me uno a su risa.

—Alguien te está viendo por allá —mascullo.

Ella sigue mi seña visual y descubrimos al cantante viendo hacia acá.

Sólo en ese momento me permito al fin escuchar una parte de la canción.

Es buena. Me gusta.

Sin embargo, no estoy aquí para ver así que continúo trabajando.

—Oh —apenas escucho el susurro de Mel al darse cuenta.

—Vamos, Mel.

Su expresión ha cambiado ligeramente, pero ella misma se obliga a decir:— Es lindo, supongo.

Como si engañaras a alguien, rubia.

[...]

EIDEN CAGE.

Toco los últimos acordes antes de que Derek termine de cantar.

Una ligera capa de sudor empalma mi frente. Muevo la cabeza para despejar mis ojos del flequillo.

Veo ansioso una vez más hacia la dirección de la ojiazul, aunque ella no distingue mi pequeño acoso por estar hablando con su amiga rubia.

Derek me pilla mirándolas y da un silbido.

—Ardientes —él ahora también ve hacia ellas.

—¿Qué? —pregunto aturdido.

—¿Con cuál debería probar suerte? ¿La castaña o la rubia?

No digo nada pues sé que él lo ha notado mi tensión.

—Sólo bromeaba hombre, sabes que prefiero a las rubias —guiña un ojo cuando sonríe.

Resoplo—. Como sea.

Él ríe. Le encanta hacer ésta clase de juegos.

—Deberías presentármela.

—No tengo idea de quién sea —digo refiriéndome a la rubia.

—Tendré que averiguarlo.

Ella se ha levanto y ha ido a alguna mesa por allí. Derek ha ido a por ella.

Es mi oportunidad.

Paso mi guitarra por encima y la coloco sobre la bocina. De un salto bajo y camino hacia la barra donde veo a la ojiazul.

Dejo caer mi mano sobre la madera sobresaltándola.

—Una cita —hablo.

—¿Discúlpame?

—Una cita, es todo lo que pido.

Ella alza las cejas. Está bien, tal vez he sido muy directo. Pero maldición, yo no tenía idea de que ella no estaría por aquí después de nuestro encuentro, alias, sesión de coqueteo.

Cuando he preguntado por ella me han dicho que sólo trabajaba los fines de semana, así que he inquieto por éste momento desde que la vi pasar por aquella puerta ésta noche.

—Por el momento al menos —aclaro.

Ella ríe—. Corrígeme si he entendido mal, ¿estás tratando de invitarme a salir?

—Exactamente.

—¿Y esa ha sido la mejor manera qué se te ha ocurrido?

Arrastro el taburete hacia atrás y me siento.

—Quizás no, pero hace una semana cuando me has dejado he pensado "maldición, necesito tener más de ella", así que aquí me tienes, como perro faldero tras tus huesos.

No parece querer evitar la carcajada que sale de su boca.

—¿Qué demonios fue eso?

—¿El intento de un chico tratando de convencer a una chica que le parece malditamente sexy a salir con él?

Trato de dar mi mejor sonrisa conquistadora—. No puede ser.

—¿Eso es un sí?

—Esa es la respuesta de una chica aburrida por un domingo en la tarde sin nada más que hacer que salir con un chico desesperado.

Sus ojos tienen una chispa de diversión cuando continúa con mi  juego de palabras.

Pero realmente no me interesa, pues ella ha dicho que sí. Y no puedo evitar que una sonrisa verdadera se expanda ésta vez por mi rostro.

—Eso me es suficiente.

¿Quieres ser mía?Where stories live. Discover now