V e i n t i c i n c o

2.7K 211 61
                                    

Meses antes...
Noviembre 04, 2017.

E I D E N   C A G E.

Coloco el teléfono sobre mi oído, y escucho. Eso hago. Escuchar.

Todo mi cuerpo se ha enfriado en un solo segundo y siento que el suelo que estoy pisando ya no es más seguro.

Escucho las palabras brotar de la bocina, pero todo ha quedado congelado para mi.

Esto no puede estar pasando.

No puedo pensar. No puedo respirar. No puedo hacer otra cosa que largarme de ahí y correr hasta llegar a mi casa.

Corro y corro. No soy consciente del tiempo, ni del clima. No me interesa, no puede estar peor de cómo siento que me quemo por dentro.

Corro y corro. Hasta que llego. Hasta que soy capaz de ver la puerta de mi casa.

Mi respiración es agitada y siento las lágrimas picar en mis ojos hasta que llego. Abro la puerta y grito. Mi voz sale en un desgarro.
Grito el nombre de mi padre.

Se materializa frente a mi y no hago nada más que escuchar un pitido en mis oídos. Su rostro es todo lo que necesito para confirmarlo.

Se la han llevado.

Emma, mi princesa, ya no está.

Dice algo acerca de la policía, leyes que no me interesan. No somos seguros. ¿No somos seguros? No hay personas más seguras para ella.

Lo dice pero los dos sabemos la verdad. Ha sido ella. Se la ha llevado. Nos la ha quitado.

La estupefacción es escondida por un momento por la ira.

¿Porqué?, ¿porqué regresa?, ¿porqué no nos deja en paz?

No puedo retenerlo y un grito de puro odio y dolor sale de mi interior. Así que arraso con lo primero que veo.

Me fijo en la cara de frustración propia de mi padre. No puedo verlo, no estando así.

Me asfixio. Necesito salir de aquí.

Ignoro sus gritos y salgo, intentando tomar bocanadas de aire, lo que el mundo tenga que ofrecerme que no me provoque más dolor ahora mismo.

Pero no. Estoy equivocado. Necesito sentir más dolor.

Yo deje que se la llevaran. Le prometí que no dejaría que ella la tuviera de nuevo y no pude cumplirlo.

El odio ahora va dirigido hacia mi.

Le fallé.
Le fallé.

Todo duele, pero el dolor no es suficiente, no es suficiente en comparación al que le estoy provocando a ella.

Noviembre 14, 2017.

Aterrizo en un lugar en el que no quiero estar. Un lugar que he dejado hace años.

La tensión está invadiendo por completo mi cuerpo. No quería estar aquí solo, absolutamente no, pero tampoco quería que mi padre tuviera que verla de nuevo.

Trago el nudo de mi garganta.
Y me obligo a llamarla.

Uno, dos tonos y contesta.

—Melissa. Estoy aquí.

—Eiden, cariño. Me alegro que hayas venido. Te veré en la cafetería de siempre, amor.

Repulsión. Completa repulsión es lo que siento. Pero aún así camino hasta ese lugar.

Todo me parece irreal. No soy yo el que está viviendo esto. No soy yo el que se siente hecho pedazos por dentro.

Pero lo soy.

El ambiente es fresco mientras camino hasta llegar a la cafetería donde un día solían pertenecer mis recuerdos felices.

El olor a comida, y el estruendo de voces me pegan apenas abro la puerta.

Y la veo.

Ahí sentada. Luciendo como si no supiera que está arruinándonos.

Mis pies no quieren moverse pero la imagen de una solitaria Emma no se borra de mi cabeza. Así que avanzo, en el preciso momento en el que su cabeza se alza y su mirada se reencuentra con la mía después de años.

Me obligo a no desviarle la mirada mientras me siento frente a ella.

—Cariño, me alegro que estés aquí —su tono falsamente endulzado me repugna. Intenta alcanzar mi mano pero rehuyo.

—¿Dónde está? —cuestiono bruscamente.

Ella suspira sonoramente.
—Está segura.

—¿Dónde está? —repito.

Hace una mueca por mi tono de voz. Siempre lo odió.

—Está con el gobierno. A la espera del juicio.

No puedo evitar la impresión. ¿Juicio?, ¿qué juicio?

—¿De qué demonios estás hablando, Melissa?, ¿qué hiciste esta vez?

Su gesto se endurece.
—Hice lo que tenía que hacer, Eiden. Los extraño, son mi familia.

—¡No somos nada tuyo! —le grito. Estoy alterado, esto es peor de lo que pensé que podría llegar a ser.

Otra mueca. Siento el disgusto emanando de ella, pero el mío es peor.

—Eiden...

—Suéltala.

—Cariño, yo solo he puesto la demanda, lo demás es cosa del gobierno —miente.

Ella siempre miente. Como si no supiera la verdad. Como si no supiera que ella está manipulando todo esto para que regresemos con ella.

Me duele la cabeza. Me siento frustrado y no tengo la menor idea de cómo seguir luchando en esta batalla.

Rendido, digo las palabras que sé que quiere oír, que hará que hable.

—¿Qué es lo que quieres?

Una pequeña sonrisa que intenta disimular estira en su labio. Está acostumbrada a ganar. A que las cosas salgan como ella dicta.

—Nos quiero de regreso, Eiden, nosotros juntos. Como una familia.

Si no supiera lo que hizo me creería su cuento, caería redondito en sus mentiras como un día atrás lo hice. Pero ahora sólo puedo ignorar cualquier sentimiento y ser claro:

—Eso no pasará y lo sabes.

—Lo sé —bufa—, cometí un error, Eiden, necesito que me perdon-...

—¿Un error? —la interrumpo al borde de la histeria—, ¿un error?

Me callo porque no puedo decir más. La irá dentro de mi es demasiada, tanto que estoy montando un escándalo.

—Nunca te podremos perdonar —termino con voz seca.

Su gesto se endurece. Lo que esperaba, está mostrando su verdadera cara al fin.

—Nos quiero juntos de nuevo. Emma se quedará conmigo, lo sabes. Múdate con nosotras y podrás verla, estaremos todos juntos —sus ojos no dejan los míos mientras sentencian mi destino.

Luego se para del asiento y se marcha.

Quiero llorar. Quiero gritar. Quiero ir y obligarla a devolverme a Emma.

Pero no puedo hacer nada.

¿Quieres ser mía?Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz