Capítulo 12*

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5 de Septiembre de 1815

Estábamos todos sentados en el comedor, desayunando, hasta que entra el mayordomo, llamando a papá.

Hizo una reverencia.—Señor Britt, disculpe que lo interrumpa, pero su sobrino está aquí.

—¿Sí? Dígale que ya voy, por favor.

—Por supuesto, con permiso.—hizo otra reverencia y se retiró.

En ese momento, papá se levantó de su lugar.

—Elliot, ¿no terminarás de desayunar?—preguntó mi madre.

—Ya he terminado corazón. Tengo que ir a atenderlo; terminen de desayunar, se los presentaré luego.—Se encaminó a la puerta y salió de allí.

—¿Un primo?—pregunté.

—Así es, viene de Liverpool, compórtense por favor.—dijo mi madre.

—Oh, por favor madre.

—Termina tu desayuno Camille.—asentí y seguí desayunando.

Cuando terminé, que fue antes que todos, caminé cerca del salón, donde me asomé un poco y vi a un joven de cabello castaño, sentado frente a papá.

—Ambas han crecido muy hermosas. ¿Recuerdas cuando eran niños y jugaban juntos?

—Cómo no recordarlo.—rió.—Ian jamás me dejaba acercarme mucho, eso también lo recuerdo.

—Siempre las ha protegido mucho.

—Eso es bueno.—escuchaba su voz, y pensaba en que ya la había escuchado en algún lado.

—Ya casi terminan de desayunar y vienen a reunirse con nosotros.

—Amm, tío... ¿le puedo hacer una pregunta?—escuché duda en su voz.

Me pegué un poco más a la pared, imaginando que así podría escuchar más.

—Claro, habla.

—Camille, bueno... Escuché que ella se comprometió.

—Sí. Se acaba de comprometer con el Duque de Wellington.

—Qué sorpresa.

—Sí, estamos muy felices por ella.

Me di la vuelta y vi como venía mi madre junto con mis hermanos. Me descubrieron.

—Camille, ¿no has pasado?—preguntó mamá.

—No, mejor los esperaba.

—Muy bien, vamos.

Los cuatro pasamos al salón, donde al escucharnos entrar, ambos se pusieron de pie.

—Lorraine, quiero presentarte a mi sobrino Scott Snyder. Scott, ella es mi esposa Lorraine Britt; mi hijo Ian Britt y ellas son mis hermosas gemelas, Danielle y Camille Britt.

Hice la reverencia, al igual que mi madre y Danielle. Lo miré más atentamente, y al verlo más de cerca, me di cuenta de que era el joven de la tienda, el que me había dibujado.

—Es un placer conocerlas.

—El placer es nuestro.—contestó mamá.

Él no dejaba de verme, era algo incómodo. Bajé la mirada a mis manos.

—Hay que sentarnos, así platicamos un poco, ¡hace tanto tiempo que te fuiste!—exclamó mi padre.

—Hace sólo diez años me fui...

—¿Y cómo está todo en Liverpool?

—Todo está bien, mis padres les mandan saludos.

—Ya quiero verlos...

—¿Por qué no va un tiempo?

—Me encantaría, pero es un viaje demasiado largo.

—Sí, es muy cansado. Hice algunas paradas en el camino, por es tardé más.

—Pero que agotador Scott. ¿Acabas de llegar a Londres?

—No. Tengo unos días que llegué, pero me la pasé en el hotel.

—¿Quieres que te preparen una habitación para que no pagues hotel?

—No, gracias. He rentado una pequeña casa, cerca del Hyde Park.

—Excelente.

Así pasó la plática, sólo Scott y mi padre participaban, Ian había tenido que salir, por lo que se quedaron ellos.

—Scott, acompáñame a mi estudio, por favor.

—Claro.—ambos se levantaron y se fueron.

Nos quedamos en silencio, pero decidí preguntarle a mi madre de él.

—No le recuerdo. ¿De quién es hijo?

—A lo que recuerdo, es del hijo del abuelo de tu padre.

—Oh, no es muy cercano.

Mi madre iba a hablar, pero entró el mayordomo, haciendo una reverencia.—Señorita Britt, le ha llegado un carta de Wellington.—se dirigió a mí.

—Gracias.—me levanté ella antes de que me la dieran.

—Con permiso.—hizo una reverencia y se fue.

—Si me disculpan, con permiso.—caminé fuera de la casa, al jardín, donde leería la carta sin ser interrumpida.

Llegué a una banquita, y me senté. Abrí aquel sobre.

"Srta. Britt.

Le escribo ésta carta para comunicarle que el día de mañana llegan mis algunos familiares que desean conocer a mi prometida, por lo que le pido que se presente a la hora del té en Wellington.

Contamos con su presencia.

Atte. Damien Becher."

"Que formalidad."

Guardé la carta en su lugar y caminé al salón, para decirle a mamá.

—Mamá.—entré al salón, donde la vi en el mismo lugar.—El señor Becher me envió una carta, donde me dice que mañana llegan su familia y quiere que esté allá.

—¿Mañana?

—Sí, mañana.

—Está bien, dile a tu papá.

—Está bien.

—¿Qué te vas a poner?

—No lo sé, ahora veo.

Me di la vuelta y caminé a las escaleras para ir a mi cuarto y ver mis vestidos.

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Editado el 03/junio/2020

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