Capítulo 19*

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19 de septiembre de 1815

—¡Cálmate un poco Camille!

—No puedo tía, no puedo.—me levanté y caminé alrededor del salón de mi tía.—No puedo casarme.—me volví a sentar.—No puedo.

—Todo saldrá bien.—trataba de tranquilizarme.—Todas hemos pasado por estos nervios. En un futuro, los recordarás con gracia.

Volteé a ver a mi tía, que estaba sentada tomando el té junto mí. Me había puesto nerviosa, puesto que en pocos días me casaría con Damien y dudaba que este me dejase salir muy seguido. Me puse de pie y caminé al gran ventanal que poseía la sala privada de mi tía en su casa. Vi el paisaje, todo se veía relajado, pero a pesar de eso, yo no podía relajarme. Me acerqué una vez más a ella, que estaba sentada observándome, me senté a su lado y la miré por un rato hasta que hablé.

—Dentro de poco me cansaré, no creo estar lista...

—Tienes diecinueve años Camille, yo creo que estás lista, tú sabes que desde los quince deberías de estar casada, ¡y vaya que te lo propusieron!

—¡No me iba a casar a los quince!—exclamé ofendida.—¡Y menos con todos esos que me lo propusieron!

—Admite que el hijo de Lord McCartney era muy guapo, además de amable, tenía muchos talentos...

—Pero tenía quince y no me quería casar.

—¡Desaprovechaste una gran oportunidad!

—Ahora está feo, su esposa también y tiene seis o más hijos.

—Hablando de eso...

Paré la mano en forma de no querer hablar del tema.—No me hables de hijos.

Caroline rió.—¡Pero es más que claro que tendrán hijos! ¡Le debes de dar un heredero!

—¡Oh, claro que no lo haré!—me puse en pie nuevamente.—He visto a los bebés. ¡Lloran todo el tiempo! Aprecio mucho mi sueño.

Se rió.—Por cierto Cam, ¿tu mamá ya te dio la plática?—padecí.—Eso quiere decir que no, bueno, conociendo a tu mamá sé que me dirá a mí que te la dé, así que de una vez, para después no estar apuradas.

—No y no.—negué, no quería escuchar nada de eso.—¡No dejaré que me digas eso!

—Pero mi pequeña, dentro de pocos días ocuparás la información que te daré.

—No lo creo, no dejaré que me toque siquiera.—escuché a mi tía reír. Estaba con los nervios a flor de piel, y ella se atrevía a reír.—¿Qué es tan gracioso?

—Lo que dijiste querida. ¿Por qué crees que se le llama obligaciones maritales?

Negué con la cabeza.—No importa, lo nuestro...

—A pesar que ustedes se casarán por lo que ocurrió, tú sabes que no te volverás a casar, ni él tampoco, así que sí, querida, tú serás la mujer que traiga al mundo al futuro Duque, y no creo que él lo busque por otro lado.

Imaginé la situación, y me dio un sentimiento extraño.—Si lo hace...—empecé.

Volvió a reír.—¿Ves? Entonces tú se lo darás como esposa y como duquesa de Wellington.

Abrí los ojos sorprendida, no había pensado mucho en eso, no sólo iba a ser la esposa de Damien, sino que también sería la duquesa de Wellington, un título con mucho peso, además de que la familia Becher es una de las más respetadas en Inglaterra y llevar ese título era un honor.

—La señora Becher, próxima Duquesa de Wellington.—dijo Caroline con orgullo.

Me sonrojé.—Nunca pensé que eso me pasaría a mí.

—Recuerda Camille.—agarró mis manos, dándome un leve apretón.—Todo pasa por una cosa. Tal vez ahora veas esto como malo, pero en un futuro verás que todo fue con un propósito y para bien.

—Gracias tía.—le di un beso en la mejilla.—Me ha servido de mucho hablar contigo, mamá está como loca, las tías de Damien han ido y ellas salen a hacer no sé qué, es tan... Estresante estar allí.—suspiré cansada.

—Te diría que te puedes quedar aquí, pero como sabes, tu mamá y tu papá han enviado invitados a quedarse.

—¿Qué?—mi casa era suficientemente grande para hospedar a invitados, además de Wellington, que era aún más grande.

—Al ser la boda del Duque de Wellington, tú sabes que habrá muchos invitados, las habitaciones en Wellington y Winchester, se han llenado, así que me han pedido que hospede.

Sentí mis piernas débiles.—Gracias.

—Tranquila cariño...

Asentí y di un sorbo a mi té.

—Oh, sí, se me estaba olvidando, tu plática marital...—se acomodó en su lugar.

Solté la taza.—¡Oh, por favor!

***

—Ha quedado perfecto.—dijeron todas al unísono al verme en mi vestido de novia terminado.

—Sí, está precioso.—halagué.

Todas sonrieron complacidas por el resultado y yo entré al pequeño cuarto a quitármelo con la ayuda de la modista y su aprendiz.

Poco a poco me lo fueron quitando, enserio era hermoso. Deseaba que por lo menos existiera un poco de amor entre nosotros, la verdad era que toda mujer quería ser amada, aunque en un pasado pensara que todo eso era absurdo, ahora que estaba viviendo esto, sentía que debía ser amada.

Me vi en el espejo que tenía frente a mí, me mirada algo triste. Cerré los ojos y volteé a otro lado, Damien no me amaría.

—Cami, vámonos.—me llamó mamá.

—Ya voy.—me pusieron mi vestido anterior y abrí para que mi mamá me amarrase el corsé.

Se acercó a mí, y me apretó el corsé.—Vámonos.—dijo una vez acabó y me agarró de un brazo para salir hacia el carruaje.

***

Una vez llegamos a casa, corrí a mi habitación, donde al abrir la puerta de esta, vio en mi cama dos cajas, una grande y la otra pequeña; extrañada, caminé hacia ella y al llegar, vio una nota encima de estas. Agarré la pequeña nota y vi que era de Damien, pues sólo decía su nombre. Rodé los ojos y abrí la caja pequeña.

Al abrirla, me encontré con un hermoso collar, que tenía una piedra negra en el medio, no estaba segura de como se llamaba, pero estaba hermosa.

Agarré ahora la otra caja, donde me encontró con un bonito vestido rojo. Me encantaba ese color, pero mi madre jamás me había dejado usarlo.

Sonreí complacida y me dejé caer en la cama al lado de las cajas, deseaba que él siempre tuviese pequeños detalles así conmigo.

***
Después de haberme quedado dormida, bajé al comedor, pues ya era hora de la cena.

Al bajar las escaleras y llegar, vi que todos apenas iban al igual que yo, hacia el comedor.

Ian al verme, se me acercó.—Hola Cam.

—Hola.—me ofrecía el brazo.—Gracias.

Caminamos y nos sentamos en nuestros lugares, esperando la comida.

—Camille, ¿tienes todo listo?—me llamó papá.

Volteé hacia él.—Casi.

—Bien...

Hubo un silencio incómodo, hasta que trajeron la comida.

Me puse a comer, era cierto, debía de empezar a acomodar sus baúles y todo lo demás.

Al terminar, me levanté de mi lugar; hice una reverencia y me fui.

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Editado el 04/junio/2020

Defender Mi Honor (D.M.H. 1)Where stories live. Discover now