Epílogo*

9.9K 736 53
                                    

Lloraba desconsoladamente, mi garganta ardía, mis ojos ardían, todo me dolía y sólo podía hacerme una pregunta: ¿Por qué a mí?

Estaba encerrada en aquel oscuro cuarto donde una vez me habían aislado por aquel hombre que amo, todo era diferente, antes lo veía como una prisión, ahora lo veía con un pequeño refugio.

Mis sollozos eran fuertes, mis gritos también. Los golpes detrás de aquella puerta eran insistentes, Ian, papá y el tío John con ayuda de algunos sirvientes trataban de abrir la desgastada puerta de madera, pero yo había puesto todo lo que tenía al alcance pata interponer un peso en su camino.

Era demasiado tarde para decirles a papá y a mamá que no quería saber la verdad, ¿Hubiese sido mejor que de sus labios saliera El señor Becher está muerto a El señor Becher está vivo, y está aquí, en Wellington?

No sabía que hubiese pasado di me hubiesen dicho que estaba muerto, pero sí que él estaba vivo, pero no realmente, no para mí.

«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»

—Encontraron al señor Becher, Camille, él está vivo y está aquí, está en Wellington.

Está vivo. Él está vivo. Está en Wellington. Él está en Wellington.

Era lo único que captaba mi mente, veía a mis padre hablar, pero no los escuchaba. Me levanté y salí rápidamente del salón y corrí hacia la entrada, con todos detrás de mí, escuchaba que me decían que me detuviera, pero no lo hacía ni lo haría, no hasta ver a Damien, y para eso iría a Wellington.

Pedí un carruaje y se me dio de inmediato, pedí ir a Wellington. Volteé hacia atrás y vi a mi padre y al tío John subir en otro carruaje, que iba detrás de mí.

Me senté nuevamente recta y sonreí, por primera vez en estos largos y eternos meses pude respirar, pensé en él, pensé en qué le diría al verlo, ¿Lo abrazaría? ¿Lo basaría? ¿Le diría del bebé? Comencé a ponerme nerviosa, tenía que verlo, lo necesitaba.

Después de aquellos largos momentos llegamos a Wellington de donde apenas abrieron la puerta de carruaje, me bajé de un salto y corrí a las grandes puertas de Wellington, donde vi a la ama de llaves pero la ignoré, a pesar de que escuchaba de que me llamaba con urgencia, de hecho, todos me llamaban con urgencia cuando me veían pasar corriendo hacia las habitaciones, escuchaba a papá y al tío John que iban detrás de mí, cuidándome.

Llegué al inicio de las escaleras y sentí mi corazón acelerarse, no sólo por correr, sino porque estaba a punto de subir, a nuestras habitaciones, pronto volvería, tal vez esta misma noche volvería, estaría en sus brazos, lo cuidaría. Respiré profundo y subí rápidamente las escaleras, las cuales eran más largas con forme subía cada escalón. Llegué al final de estas, la puerta de la habitación de Damien estaba abierta, la mía estaba cerrada. Vi a mi pequeña perrita salir.

—¡Hola!—la tomé en brazos y mientras me daba su cariño, caminé hacia la puerta de Damien, de donde había salido mi pequeña perrita.

Antes de llegar, tomé aire y cerré los ojos, no sabía que vería, no sabía si estaba malherido o algo así. Escuché a mi padre y al tío John llegar y mantenerse a una distancia prudencial.

Entré a la habitación, pero él no estaba ahí, todo estaba en orden, su traje de cabalgar estaba en su cama, su mesa de noche estaba con un vaso con agua, la mesa en medio de la habitación tenía cartas encima, las puertas del balcón estaban abiertas, pero él no estaba ahí. Sonreí, pero si estaba en casa. Caminé al mi cuarto, pero la puerta no abría, intenté pero esta no abría. Extrañada fui a la otra, y tampoco.

Defender Mi Honor (D.M.H. 1)Where stories live. Discover now