Capítulo 30*

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26 de Octubre de 1815

Estaba tan aburrida, lo único que hago en este hotel es caminar de mi habitación a los jardines del mismo. Damien sale por horas y me mantiene aquí, y cuando vuelve al hotel, dice que está cansado y se duerme.

Miré por la ventana a niños jugar, me gustaría bajar y jugar con ellos, pero no podía, los franceses son muy especiales en cuanto a los ingleses, mi padre me lo dijo muchas veces, que cuando conquistaba a mi mamá, era muy difícil por aquello que a ella se le había inculcado.

—Señora Becher.—me di la vuelta y me encontré con Amélie.—El señor Becher ya ha llegado y ha dicho que la llevará con su tía.

Suspiré.—Gracias, pero dile por favor, que sólo la iré a visitar, no iré con ella a quedarme.

—Enseguida.—hizo una reverencia y se fue.

Tal vez y arreglábamos nuestro matrimonio, pues si quería pasar cada día sin pelear a cada momento, era mejor estar bien.

Me senté en la cama y esperé. Pasaron alrededor de diez minutos cuando escuché unas fuertes pisadas por el pasillo, a lo que supuse que sería Damien, así que me levanté y caminé a la ventana justo al escuchar como abrían la puerta. Sí, definitivamente es Damien.

—¿Cómo que te vas a quedar?

Me di la vuelta.—Hola, buen día, ¿cómo estás?

—Déjate de estupideces y responde.—lo vi serio.

—¿Te molesta que me quede a tu lado?

—No quiero...

—Está bien, no te preocupes, espero y aún esté mi primo ahí, o que esté el señor Pinaud... Se me ha olvidado comentarte pero el señor Pinaud me pidió matrimonio apenas cumplí los quince años, así que...—dije con malicia.

—Ya entendí Camille.—levantó su mano en señal de rendición.—Sólo irás a visitarla y te traerán de regreso al hotel, pero no te quiero cerca de nadie que no sea tu tía, ¿entiendes?—me miró esperando respuesta.

—Entiendo.

—Te veo en la noche.—salió a su junta y yo me fui a cambiar para el encuentro con mi tía Anaé.

***

—¡Pero mírate Camille!—exclamó mi tía en francés al verme.

—¿Tengo algo malo?—pregunté igualmente en francés.

Se rió.—Como has crecido mi niña. ¡Y ya estás casada! ¿Es un inglés o francés?

Rodé los ojos, aquí venía la discusión.—Es inglés tía, pero es un muy buen partido, es un duque.

Ignoró la parte de duque.—¡Pensé que tú te casarías con un francés!

—Tal vez Danielle lo haga, o Ian se case con una francesa.

—Quién lo diría, la menor es la primera que se casó.

—Dejemos de hablar de mi vida mejor hablemos de otra cosa.

—¿De qué mas hablamos si ahora importa saber qué fue de ti estos últimos años que dejé de verte? ¿De mi jardín?

Me reí.—Sí, es de lo único que podemos hablar...

—Mejor cuéntame cómo se tomaron la noticia tus padres de que te casaras. ¿Fue a pedir tu mano? ¿Te pidió matrimonio frente a todos? ¡Cuéntame!

Aquí vamos. No sé si sea buena idea decirle la verdad, mi tía tiende a exagerar las cosas, a hacer un escándalo, si le digo que me encontraron en una situación comprometedora, le dará un infarto. Yo pensaba que mamá ya le había contado, pero ahora sé que se avergonzó tanto que no lo hizo.—Sí, me pidió matrimonio frente a todos.—y no era mentira, él lo había hecho.

—Oh, qué romántico.—dijo con una mano en el pecho.—Pero no fui invitada.—dijo algo ofendida.

—¿No le comentó nada mi madre de la boda? ¿La invitó?

—Me comentó muy poco, y cuando ya estabas casada.

Fruncí el ceño, mi madre siempre le mandaba cartas a mi tía y, ¿hasta después de la boda? Mi corazón se encogió al darme cuenta de que ellos realmente no me habían perdonado.

—¿Pasa algo, cariño?—volteé a verla, tenía su ceño fruncido y sus ojos verdes sólo mostraban preocupación y curiosidad.

—Yo quería que usted estuviera ahí.—no era mentira.—Pero veo que a mamá se le olvidó.

—Calma cariño, lo que importa es que estás casada...—aquí vamos.—...además de que es un buen partido, un duque; bueno, no estoy diciendo que con tu belleza no sea suficiente para poder conseguir un marido, sino que las mujeres francesas realmente somos cautivadoras, además...

Me dediqué a escucharla y asentir cada vez que fuera necesario, había olvidado lo conversadora que era la tía Anaé.

///

—Buenas noches tía, nos vemos luego.—dije besando sus mejillas para ir al carruaje que Damien había mandado por mí.

—Claro mi niña, nos vemos. Espero que tu marido venga la siguiente vez y pueda conversar con él, me gustaría conocerlo, ¿sabe francés? Debe de, y si no, debes de enseñarle, no estoy dispuesta a...

—Si tía, él habla francés.—dije callándola.

—Está bien, adiós.

Asentí y caminé al carruaje donde me subí y me llevaron directo al hotel.

Después de unos minutos, llegamos y me abrieron la puerta del carruaje, donde bajé y caminé a las puertas del hotel.

—Buenas noches.—me dijo una dama en francés que pasó a mi lado.

Volteé a verla, algo en su mirada me dio escalofríos y después se dio la vuelta y se fue. Me quedé en el mismo lugar y volteé al suelo donde vi un pañuelo. Me agaché y al recogerlo vi las mismas iniciales. E. J.

—Camille.—arrugué el pañuelo en mi mano y me di la vuelta hacia Damien.

—Hola.—dije con una sonrisa.

—¿Por qué no subes?

—Ya voy.—lo puse en mi mano izquierda y caminé a su lado.

Caminamos a las escaleras para subir al siguiente piso donde se encontraba nuestra habitación.

—¿Ya has cenado?

—No.—respondí.—Pero no tengo hambre.

—Te dejé cena en la habitación.—ignoró lo anterior a lo que rodé los ojos.

Llegamos a la habitación y entramos. En cuanto llegué, empecé a quitarme toda la joyería y después entró Amélie, que me llevó a un pequeño cuarto apartado de la habitación para poner la ropa de dormir.

Cuando llegué junto a Damien, él ya estaba listo para dormir.

—Ahí está la cena.—señaló la mesa y me acerqué a comer un poco.

Comí uno de los panecillos y un poco de carne, tomé la copa y la bebí. Cuando terminé, me encaminé al espejo donde cepillé mi cabello y me acerqué a la cama para poder dormir.

—Buenas noches.—dije y me acosté.

—Buenas noches.

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Editado el 6/junio/2020

Defender Mi Honor (D.M.H. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora