Capítulo 24*

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26 de septiembre de 1815

Un día más en esta casa.

Abrí los ojos y me lamenté de haber comido tan poco el día de ayer, pues mi estómago hacia sonidos a causa del hambre.

Habían venido mis doncellas junto con el ama de llaves y me hicieron comer, a lo que accedí, pero comí muy poco y ahora quería irme y buscar más comida. Ayer me la había pasado acostada durmiendo, por lo que no supe nada de Damien, lo cual agradecí.

Lo había escuchado muy temprano salir de su habitación, seguro a cabalgar, así que no me preocupé y me levanté de mi cama para desayunar antes de que él llegara.

Me cambié rápidamente y salí casi corriendo, a estas alturas no me dolía tanto el cuerpo, pues había descansado mucho y no había hecho ni un esfuerzo en todo el día, por lo que me sentía bien.

Bajé las escaleras por las que había subido el día que me casé, qué recuerdos...

Vi aquel largo y ancho pasillo, por donde me habían llevado, ojalá no me perdiera en esa casa, no quería perderme, odio esa sensación de saber que no sé donde estoy. Caminé apresuradamente y pronto llegué al final del pasillo, donde di la vuelta a la derecha y vi todos los salones, así que la cocina debía de estar cerca.

Un olor peculiar a desayuno me lo confirmó y caminé recto, hasta topar con una puerta cerrada, de donde salían aquellos aromas exquisitos. Tímidamente abrí la puerta y vi a todas cocinando que voltearon a verme de inmediato, sentí mis mejillas arder un poco.

—Señora Becher.—todos hicieron una reverencia. Se acercó a mí la señora Collins.—Buenos días. ¿Desea desayunar?

—Sí, por favor.

Me sonrió y me guió al comedor, donde antes de entrar, vi a Damien sentado en la cabecera leyendo el diario del día de hoy. Mi corazón se aceleró y me detuve en seco.

—Oh, no, no se preocupe.—me vio extrañada.—Me gustaría comer en la cocina, siempre comía en la cocina en el desayuno.

—Pero...

—¿Podría?—casi supliqué.

—Usted es la señora, así que si así lo desea...

—Gracias.—me di la vuelta y caminé de regreso, donde entré y esperé a que me sirvieran.

***

En ese momento me encontraba en mi salón, mi salón personal, la señora Collins me lo había mostrado después del desayuno y me había encantado, era hermoso y muy grande. Recordé el de mi mamá, que estaba adornado de retratos de ella y de mi papá. O de nosotros. Ya pensaría qué poner. Estaba leyendo, aunque no fuera mi pasión más grande, no conocía muy bien los jardines para caminar, así que en mi salón había un estante con libros buenos, que mi padre tenía y siempre había querido leer, además de que estaba aburrida.

Tocaron la puerta y yo respondí con un adelante.—Señora Becher.—escuché a Alice entrar. Hizo una reverencia.

—Hola Alice.—sonreí, dejando de lado el libro y prestándole atención.

—Hola.—me sonrió.—Disculpe que la moleste pero, el señor Becher la busca, quiere que vaya a su estudio.

Tragué duro.—Gracias. En unos momentos voy.

—Con permiso.—hizo una reverencia y se fue.

Me levanté con miedo de mi lugar. Empecé a caminar de un lado a otro. ¿Qué quería? ¿Qué le diría? ¿Qué me diría? Estaba llena de temor de ir y enfrentarlo después de lo ocurrido. Mi corazón latía como loco y por mi cabeza pasaban tantas cosas que me sofocaban y me hacían querer vomitar de todo lo que sentía. Me abaniqué un poco y abrí la puerta, caminaría lento para pensar bien las cosas.

Defender Mi Honor (D.M.H. 1)Where stories live. Discover now