Capítulo 26*

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28 de septiembre de 1815

Me encontraba en mi salón, cuando vi pasar por la ventana de este a Damien en su caballo, haciéndome recordar que hacia mucho tiempo que no montaba a caballo.

Me gustaría ir a pedir un caballo, pero no conozco el terreno y no quería perderme por irme arriba de un caballo sin conocer. Suspiré y volví mi vista a mis manos, donde reposaba mi cuaderno de dibujo, era lo único que podía hacer, y a decir verdad, mis dibujos empezaban a salir cada vez mejor. Me levanté y me acerqué a la ventana, donde vi cabalgar a él arriba de su caballo, cuánto lo envidiaba. Me alejé un poco y empecé a ver los jardines que tenía frente a mí, era muy bonita la vista desde acá. Solté el cuaderno a un lado de la mesita que se encontraba allí.

Salí del salón y caminé a las puertas principales por donde salí. Caminé hasta el jardín donde un perro me alcanzó.

—¡Oh, pero qué hermoso!—jamás había tenido un perro, a mi madre le daba alergia, sin embargo, mi padre tenía perros de caza.—¿De quién eres?—le hablé como si fuera una persona. Era un perro de caza a lo que podía ver, pues era grande y negro, como los de papá.

—Es mío.—escuché a Damien a mis espaldas.

Mi sonrisa se borró y vi al perro arrugando el ceño.—¿Por qué debes de pertenecer a él?—acaricié sus orejas.

—Camille.

—Ya, lo dejo para que vayan a hacer lo que tengan que hacer.—me levanté del suelo sacudiendo mi ropa.—Quiero un perrito.—susurré y me adentré en el jardín.

Seguí caminando y me senté en una banca que había ahí, me había cansado. Suspiré y cerré los ojos recostándome en la banca, empezaba a aburrirme el estar aquí sin hacer nada más que caminar y caminar, además, estábamos algo lejos de la ciudad.

****

Cuando vi que se empezaba a oscurecer, caminé de regreso a la casa, donde empezaban a encender las velas, agradecí que aún se veía el camino. Entré y me subí a mi habitación para cambiarme de vestido y bajar a cenar.

Entré en mi habitación y escogí un vestido sencillo y cómodo.

Antes de empezar a quitarme el que tenía puesto, tocaron la puerta y contesté para que pasaran.

—Señora Becher, sentimos llegar tarde.—entraron ambas doncellas haciendo una reverencia.

—No se preocupen, yo puedo sola.

Ellas asintieron y Alice comenzó a hablar.—El señor Becher a salido rumbo a la ciudad por un pequeño negocio, dijo que regresaría mañana a primera hora.

—Gracias.—les sonreí y salí de la habitación para ir al comedor, él no estaba.

Bajé las escaleras y doblé a la derecha al final de estas para dirigirme al pasillo que daba al comedor, estaría sola. Sonreí ante ese pensamiento y continúe caminando.

—Buenas noches.—saludé a los de servicio con los que me encontraba en mi camino al comedor. Ellos me respondían con una reverencia.

Llegué después de pasar por el salón principal y di la vuelta una vez más a la derecha para poder entrar en el comedor donde a los lados, estaban algunos de servicio, les sonreí y seguí mi camino a la cabecera, allí comería. Sonreí con malicia. Cuando llegué a esta silla, uno de los de servicio se apresuró en correr la silla para poder sentarme, a lo que agradecí con una sonrisa.

Me senté y esperé mi comida.

****

Una vez terminé mi comida, me levanté y caminé nuevamente a las escaleras para irme a dormir.

Subí las escaleras y después caminé por el pasillo que me llevaría a mi habitación. Una vez en ella, abrí la puerta y al mismo tiempo la cerré detrás de mí. Me quedé un momento recargada y mi vista se fue a la puerta que comunicaba ambas habitaciones, la curiosidad me invadió.

Me acerqué a aquella puerta y quité la silla que días anteriores había puesto, después, abrí la puerta y poco a poco asomé mi cabeza en aquella habitación.

Al no ver nada -pues claro, él no estaba- entré por completo y cerré detrás de mí. Vi su cama que estaba perfectamente ordenada al igual que toda la habitación de tonos beiges, arriba de la chimenea se encontraba el retrato de un niño, a lo que supuse sería él más pequeño; seguí mi camino por toda la habitación, un mueble con libros encima de este, un ropero -el cual abrí- lleno de trajes elegantes y más, fijé mi vista en el pequeño mueble al lado de su cama, al cual me acerqué e intenté abrir el cajón de este, pero estaba con llave, suspiré resignada y caminé a una mesa que se encontraba frente a la terraza, donde supuse se sentaba a escribir cartas desde la comodidad de su habitación; intenté abrir otro cajón que de igual manera necesitaba una llave para abrir, de las cuales no tenía ni idea donde podrían estar, y para ser sinceros, en ese momento no había nada que me interesara saber o buscar en su habitación, sólo quería entrar a conocerla.

Con eso, me di la vuelta y salí de su habitación, pero un pequeño brillo me hizo detenerme y voltear a ver qué era. Fuera, en la terraza, estaba una caja encima de una pequeña mesa, de allí provenía el brillo. Con curiosidad, me acerqué y aparté la tapa de la caja topándome con un bonito anillo que en su centro, había una piedra blanca brillosa, era muy bonito.

Lo dejé en su lugar y me retiré a mi habitación a descansar.

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¿De quién creen que se trate aquel anillo?

Muchas gracias por leer chicas, espero les guste mi historia, aún 💜

Estephania 🌸

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Editado el 5/junio/2020

Defender Mi Honor (D.M.H. 1)Where stories live. Discover now