Capítulo 21 (prueba)

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24 de septiembre de 1815

- Sube Camille. - Camille volteó hacia atrás viendo el salón donde se había hecho su baile después de su boda. - Camille. - La presionó Damien. - Sube ya.

- Si, ya voy. - Se subió por ella misma y se sentó en una de las esquinas a ver por la ventana, si era cierto lo que si tía le había dicho, entonces debía de mentalizarse desde ese momento.

Vio de reojo a Damien subir y cerrar para decirle al cochero que se pusiera en marcha.

- ¿A dónde vamos? - Preguntó Camille después de ver que salían de Londres.

Él volteó a verla. - A mi casa.

- ¿No vivias en Wellington?

- Sí, pero te mostraré el verdadero Wellington.

- ¿Allí viviremos? - Preguntó en voz baja, puesto que aún se le hacía extraño el hablar por ambos.

- Si Camille, allí viviremos.

- ¿Y por qué vivias en la ciudad, incluso cuando no era temporada?

Vio sus ojos oscureserse, a lo que se encogió en su lugar, era tan intimidante su mirada, su frialdad.

- Eso no es de tu incumbencia.

Decidió guardar silencio, no quería iniciar una pelea en medio del camino, el cual estaba oscuro y alrededor de ellos sólo había bosque y a través de las hojas de los árboles, entraban pequeños rayos de la débil luz de la Luna que les alumbraba.

De hecho, había un poco de neblina en el camino, por lo que hacía mucho frío, haciendo a Camille frotar sus manos alrededor de ella.

- Ven. - La llamó Damien al verla con frío.

- Estoy...

- Ven acá, Camille.

Ella se levantó de su lugar y fue junto a él que había abierto sus brazos para ella.

Se acomodó en ellos sintiendo como él la envolvía y la pegaba más a él. Era extraño aquel contacto para ella, pues si, habían tenido pequeños encuentros en donde ambos estaban muy juntos pero ahora era diferente, estaban casados y ya no tenían que parar. Aspiró su aroma sin que él lo supiera y recargó su cabeza en su pecho sintiendo su corazón palpitar con normalidad. El de ella estaba acelerado y el de él... Normal.

- Estamos a punto de llegar, Señor. - Llamó el cochero después de varios minutos.

- Gracias.

Camille se enderezó y agarró el pequeño ridículo que tenía frente a ella y lo puso en su regazo, ni siquiera sabía que traía, su madre se lo había dado.

El carruaje se detuvo y abrieron la puerta unos segundos después, mostrando a un hombre mayor que parecía ser el mayordomo, pero de confianza de Damien, pues al verlo sonrió y Damien igual, bajando del carruaje olvidándose casi de ella.

- ¡Señor Damien! ¡que felicidad!

- ¡George! ¡muchos años! - Ambos se abrazaron.

- Mi señor, creo que está olvidando a su esposa... - Susurró pero Camille alcanzó a.escuchar.

Lo vio asentir y acercarse al carruaje donde se asomó.

- Espera aquí, quiero traer a los demás y que te conozcan.

- Está bien, aquí espero.

Y se fue.

Camille empezó a escuchar muchas voces que sólo demostraban felicidad por parte de los sirvientes y de Damien.

Defender Mi Honor (D.M.H. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora