Capítulo III Onsen

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Su curiosa mirada observaba todo a su alrededor. No le importó disimular su asombro por el suntuoso lugar. Bueno, ya se imaginaba todo, sin embargo obviamente aun no había visto el comedor. Y menos uno como ese.

Después de terminar el famoso-estúpido juego de Mikuni, todos se liberaron de las malditas esposas menos ellos dos. Una especie de castigo que le impuso el rubio, uno de veinticuatro horas.

El sol se estaba poniendo y de alguna forma, todos estaban cansados. Así que antes de darse un relajante baño para posterior dormir, primero cenarían. Por lo tanto fueron a los comedores privados que disponía la posada. Habían un total de seis comedores privados, de los cuales ocuparían tres, pues cada uno tenía una capacidad de ocho personas.

Y ahí había un pequeño problema, en el suyo se reunieron las más escandalosas personas que ha conocido. Y precisamente por eso se permitió el explorar todo el lugar sin vergüenza a su curiosidad pues nadie le prestaba atención.

— ¡Nii-san, mira, mira! Tengo un nuevo Pok*mon! Intercambiemos!

—¡¿Dónde conseguiste ese, maldita rata?!

—¡Aah! ¡Lichtan, espera, espera!

Llevó su ambarina mirada a la puerta corrediza al escuchar voces, pero estas pasaron del cuarto. Aun habían chicos afuera que recién se dirigían a los comedores, por lo que no le extraño que aun hubiera gente por ahí.

—¡Mahiru, mira esto! Este artículo de aquí ¿Lo ves? ¡¿Lo viste?!

El lugar era grande y aislado, o al menos eso pensaba pues con el alboroto que tenían ellos, encontraba extraño que nadie fuera a decirles que guardaran silencio.

Miró lo que su amigo le mostraba y solo era una simple revista ¿De dónde la había sacado?

—Ah... chibi, tienes algo en la cabeza.

—¡Ah! ¡No me toques bastardo!

Sintió un jalón en su muñeca y gruñó. Kuro nuevamente se había recostado en el tatami. Se masajeo la sien y volvió a hablarle al chico, como hace cinco minutos que había hecho lo mismo.

—Kuro ¿Quieres sentarte bien? Es de mala educación hacer eso.

—Molestas mucho. No incomodo a nadie, simplemente ignórame.

—Lo haría si no estuviera amarrado a ti.

Le gruño con una torcida sonrisa. El otro le miró unos segundos y volvió a su juego ignorándolo.

—Pero... es bastante tonto que ese rubio castigue a Nii-san si él no hizo nada.

—¿Eres estúpida rata atolondrada? Eran pareja en el juego. Si uno cae, caen los dos.

—No decías eso cuando estabas esposado a mi Lichtan~

El azabache le fulminó con la mirada haciendo que a Hyde le recorriera un desagradable escalofrió en el cuerpo. Se levantó apresurado y se escondió donde su querido hermano. Kuro gruñó mientras se sentaba correctamente y con su pie lo alejaba.

No paso un minuto cuando la puerta se abría y con ella al fin la cena se servía. Un estupendo y fabuloso menú tradicional ichiju san-sai. Se maravilló encantado, y recién notaba lo hambriento que estaba.

Su plato principal era; pescado a la plancha, sopa de miso con tofu, con un acompañamiento de carne y verduras salteadas, un acompañamiento de ensalada de espinaca, un cuenco con arroz blanco y otro con verduras encurtidas.

SUMMERWhere stories live. Discover now